viernes, 8 de junio de 2012

Maltratos



Anoche conversé muchas cosas. En esa hora y 25 minutos no pueden abordarse tantos temas, tantas ideas, como para comprenderse ni aclararse cosas que cada quien conoce bien y a profundidad.

Alguien pudo decir que hay un argumento generacional para el maltrato, para esos malos ratos y, siendo parcialmente verdad, la verdad completa es la falta de amor, un amor arraigado en Dios, Su conocimiento y la práctica de esa vivencia.

Todavía hoy, muchas personas la argumentan (o se la auto explican) como una maldición y, en buena parte, la violencia es un anatema, no tanto por el daño y los daños, sino por la desvinculación de una sana relación humana y, mayormente, la ausencia de un auténtico vínculo de arraigo con Dios.

El Antiguo Testamento, en relación a los judíos, dice, parafraseadamente: “Yo bendigo -por generaciones- a los que me aman u obedecen y MALDIGO (por muchas más) a los que me odian o me desobedecen”. ¿Es ésto sólo para los judíos? Independientemente de su creencia, su fe u opinión religiosa, el Antiguo Testamento, en mano de varios autores y épocas, puede leerse: “No se dirá más ya en todo Israel este dicho: “Los padres se comieron las uvas y los hijos padecieron a dentera”. ¿Qué es esto? Es una enmienda. Una corrección “constitucional” en la que Dios ya no trasladaría la culpa de los padres en lo hijos, sino que CADA QUIEN SE HARÍA CULPABLE DE SU PROPIO PECADO (y recibiría las consecuencias sobre ellos).

¿Qué tiene que ver eso, con el maltrato?

En primer lugar, Dios no es “culpable” de nuestro maltrato. No tiene culpa de las decisiones que cada persona tiene ni de las acciones que toman contra o a favor de nosotros. Si recibes bendición o maldición por las acciones o decisiones de tus padres no es una “culpa” divina, sino una responsabilidad y consecuencia terrena. Si te va mal o te va bien, no es un castigo que te envías “de arriba” sino un pecado más, producido aquí, por alguno de lo que está abajo (o más bajo).

Básicamente, el A. T. es para judíos. Si Ud o yo quisiésemos vivir de acuerdo a esa cultura, el Pentateuco podría servir a ese propósito informativo, pues, además, ellos tienen otras tradiciones (escritas y orales). Si quisiera conocer la concepción espiritual y moral de aquellos días, el Pentatuco le servirá, le enseñará y -adicionalmente- a nivel de leyes, tiene muchas faltas tipificadas que han servido de inspiración (y de ejemplo) para la creación de varias constituciones de Estados.

¿Han sido las naciones del mundo bendecidas por esas leyes inspiradas? ¡Sí! Mas no nos han llegado todos esos beneficios debido a que no todos las conocemos ni las practicamos.

Hay partes, por ingenuas que parezcan, que tienen que ver -mucho- con el destino de una nación. Por ejemplo. Hay una norma que establece que, si se presenta una disputa entre dos hombres y una mujer me mete para separarlos -en defensa de su esposo- y ella le toma y le agarra y aprietas sus “partes íntimas” (cosa que duele y es una forma de maltrato físico). Esa mujer, aunque parezca exagerado, recibe un castigo muy grande, según aquella ley de Moisés... ¿Será que Dios sólo pensaba en un solo hombre o en el destino de toda una nación? Misma que Él, con Sus soberanos motivos, ha engrandecido tras mucha prueba y tribulación.

Esa clase de maltrato físico -y el castigo- se ve contemplada en varios libros y no sólo a favor del hombre, sino de la mujer Israelita, pero ¿Dios sólo pensaba en una etnia o cultura? ¿No prometía a Abraham bendecir a TODAS LAS NACIONES DE LA TIERRA?
En relación a Dios, vinculado a los escritos que se le atribuyen inspiración o autoría, sé y creo que Él enmendó leyes y re-estableció Sus principios, no sólo a nivel estatuario -bíblico- sino a nivel profético, enviando a un último y Supremo emisario: El Señor Jesucristo, Su Hijo (luego de Él, el remanente es transliterar y llover sobre mojado).

Docena de veces, en las calles de Petare, he visto cómo se maltratan a los niños. Puedo contar con mis dedos los días en que he visto a una mujer abofetear a sus hijos, a sus bebés, en plena vía pública. ¿Qué no sucede en la privacidad de sus casas? ¿Qué no pasa, allí donde nadie ve y nadie va a meterse?

No hace mucho, en un cyber, una muchachita abofeteó a un carajito. Él le hacía un reclamo, ignoro qué era el asunto, por estar retirado; pero la chama lo cacheteó y, mintiéndonos, decía que “era la prima” y se marchó... Pero ese niño, muy adulto y fuerte, para su edad, no lloró; pero, quienes permanecimos cerca, nos enteramos de la mentira... Y, con ese cuento de “ser familia” ¿coñacearemos a medio mundo? ¿No vi cómo un malandro amedrentaba a todo viajero que subía -a Los Teques- en uno de esos vagones que sólo hacen una parada, al final destino?

Mi punto, quizá no es el correcto, es que la violencia genera violencia.

Si una madre maltrata a su hijo -hoy- mañana él será el maltratador de otra mujer. Si tú, o yo, nos provocamos -sea con palabras o feos ademanes- ninguno de los dos se quedará de brazos cruzados, esperando una pacífica disculpa. ¿Vienen del cielo esos problemas?

Somos tan impresionables, somo reactivos y programables que, a mis primeros años de vida, dentro de la cuna de la casa de mis padres, recuerdo una escena muy violenta:

Yo estaba en mi cuna, de pie, tomado ded las barandas... Miraba hacia aquel baño y no porque yo quisiera, sino que -la riña de mi mamá- era grande.

Mi mamá, casi desnuda, tenía un cuchillo alzado. Mi papá, no sabiendo cómo, permanecía hacia el fondo y no le podía ver.

Mi mamá gritaba, mi papá respondía... (no sé qué se gritaban) (pero era un peo mayor que mi capacidad de entendimiento) (hoy ya sé qué era).

Hoy, a más de 48 años, sé qué era esa violencia, ese maltrato emocional que me causaron (y no lo hicieron adrede) (pero lo hicieron por inconsciencia, por egoísmo).

¿Cómo no reaccionaría yo -violentamente- en una situación parecida a esa?

¿Cómo no actuaría, como soy, si me siento amenazado o agredido? (y doy gracias a Dios por mis progresos, no sólo por mi entendimiento de causas).

Estas semanas, las de Mayo 2012, me han servido para hablar con mi mamá cosas que siempre fueron tabú o “secretos” de familia.

Mi papá se fue, no lo veré más (hasta que yo muera) y, de paso, siempre se reservó cosas (esas a las que puedo acostumbrarme a que la gente no se responda).

¿Qué motivó aquel peo?

A su modo, mis padres se quisieron. Pese a sus deseos, no supieron resolver o minimizar muchas de sus diferencias o desacuerdos y, de ellos, nacimos dos hermanos (aunque mi mamá, por su parte, tuvo más hijos luego). Mi papá, queriendo la independencia económica, dejó la IBM y se le ocurrió crear su propio negocio (un bazar) y éste no le dio la solvencia económica que deseaba (el final es predecible).

¿Qué fue el peo que vi, del cual soy testigo desde los 2 años? (o menos).

Mi papá (lleno de celos por “la independencia” económica de mi madre) destruyó casi todas las cosas que le había dado a mi mamá del bazar (tamaña arrechera). Luego, en una idea “sublime” de que alcanzarían la reconciliación, tras varios intentos fallidos y múltiples infidelidades (de lado y lado) (porque no hay un solo culpable) mi papá no nos supo cuidar (ni a mí, ni a mi hno, ni a mi mamá) (no lo culpo y lo entiendo completamente) (ahora más, y no por quererlo, sino que -tras un divorcio- hay una gran lección de la vida).

¿Cómo me afecta la violencia? (Sea familiar, privada o pública)

Por un lado, todos somos vulnerables a ella: Hombres y mujeres, niños y niñas.

Por otra parte, se exagera haciendo ver “vulnerable” el lado femenino y, sin embargo, esa parcialidad no contempla los derechos de los hombres que son “coñaceados” física y emocionalmente por mujeres (no pienso solamente en los niños que he visto golpeados, de manera verbal o física, sino en los que -emocional y visceralmente- hemos recibido maltratos, incluso siendo adultos). La violencia no tiene edad y no tiene un sólo género.

¿Ha visto, Ud., cómo se agreden HOMBRES y MUJERES al abordar el Metro de Caracas?

En más de una ocasión -no solamente en el Metro- he visto cómo AMBOS nos abusamos o nos faltamos el respeto. Si se tratase de un hombre, otro similar, no dudaría en darle “su coñazo” o revirarle... Pero he visto cómo, ciertas “mujeres”, se ponen a pico y pala: ¡Super insultantes! (incluso coleándose y pisoteando el derecho ajeno) y todas ellas me recuerdan a la malandra Lina Ron (de quien no diré “QEPD”).

¿No es eso parcialidad? ¿Es eso el modelo social venezolano? (sé que no, pero hay gente que lleva su cerro muy dentro) (su barrio adentro, tan somatizado). ¿No nos afectan esas condiciones de pobreza, de hacinamiento familiar y enajenación social? ¡Sí! Y, en ese contexto histórico-geográfico, Dios es soberano, tiene injerencia, poder reivindicativo y sanador; pero sólo opera cuando (yo y todos) le damos tiempo y espacio.

De niño, me parece, no fui el hijo que debí ser ni el objeto de las idealizaciones de nadie. Que recuerde, fui corregido como pudieron, como supusieron... y como ellos mismos fueron maltratados (es una especie de cadena generacional, y no por causa de Dios). Sin embargo, no recibí la disciplina antigua que sé ciertos adultos dieron a sus “amados”. De hecho, mis merecidas pelas, fueron mejores de las que sé recibieron otros; pero -en mi cuerpo y cabeza- quedan las marcas de un par de cicatrices y, para mi beneficio, muchas se van borrando...

¿Qué vas a hacer tú? ¿Eres víctima o victimario?

Nuestro problema de violencia es un asunto de conciencia.

Piense en esos motorizados que se le vienen encima,a toda velocidad y, en lugar de usar el freno ¡Comienzan a cornetear! ¡Amenazantes! ¿Tienen ellos el derecho de paso y no el peatón?

Cuando está en las filas del metro o en cualquier fila para abordar un transporte público ¿si enoja cuando un abusador (una abusadora) le roba el paso y pervierte el derecho? (sé la respuesta) pero un  estratega -déle el nombre que sea- usa una campaña infantil para promover el Desarme... ¿Están desarmando al delincuente de cuello blanco? ¿Se encarcela a los verdaderos culpables de este malandraje colectivo? ¿Se penalizan las faltas punibles? ¿Caen presos los que matan a tanto niño o adulto en las calles?

He oído la violencia verbal presidencial... He visto los abusos de autoridad, en todos los rangos y sé de faltas, sé de corrupción... ¿Somos los hombres, son sólo las mujeres? La verdad se delata solita.


Ese un rato, ese instante de evocaciones, mientras conversaba con mi mamásirvieron para  reconstruir ese maltrecho pasillo de mi pasado, miso que pese a negarse a ser enterrado, yace inútilmente muerto sobre la tumba de nostalgias, otras vivencias, sobre el pasto de lo aprehendido o lo desechado. En retrospección, con retro-alimentación -gracias a mi madre- comprendí más de su vida, más de la mía y más de todos, porque es de todos: No soy un caso único.

Volví la cara a ese capítulo que claro, casi nítido, tengo de ese recuerdo. Aquel donde mi parcialidad de niño, mi favoritismo papá y mamá, se identificaba con mi padre y, siendo un niño, no sabía todo lo que implicaba eso que he visto, hasta reconocerme en lo vivido, en lo que tú conoces y tenemos que aprender.

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