sábado, 30 de junio de 2012

En tanto me quede vida



De la conversación de este día aprendí varias cosas, pero, las que voy a comentar son estas:

  • Puede que ME ENAMORE RÁPIDO, pero sólo de quien sea (o yo confíe) que no hará que el esfuerzo y la inversión emocional  haya sido un desperdicio (añadiéndome más penas).
  • Querer NO significa que me enamore rápido. 
  • Que tienes altos valores, que tus principios son comparados (revisados) entre QUIEN ERES y los que te muestra la gente de tu mundo, y ANALIZAS -con detalle- tu lugar y en el que deberías estar ¡Y HACES MUY BIEN EN EVALUARTE!  
  • Que inspiras la misma confianza EN OTRAS PERSONAS y que eres un canal de bendición para ellas, al punto que te consultan, TE INVITAN A COMPARTIR TIEMPO CON ELLAS y, de seguro -como yo- ellas no serán las únicas personas que te consultarán, que te LLAMARÁN con la excusa de sólo OíRTE (no sólo por tu bella voz), sino por esas cualidades tuyas que INSPIRAN CONFIANZA, placer, sea una amistad tangible o distante.
Por último, y eso tiene que ver conmigo, NO SÓLO TIENES UNA VOZ DELICIOSA (que es lo único tangible que tengo, hasta el sol de hoy), una sonrisa genuina (en nada fingida) que debe alumbrar la cara de tus amistades, una inteligencia descomunal (porque CONOCISTES A LOS VARONES desde muy chiquita).

Todas esas cosas juntas, y el haber confirmado "que me enamoro fácil" (cosa que no lamento y me alegro de ello) (particularmente si es de una sola persona, luego que haya evaluado "seguro" el terreno donde querría plantar la semilla del amor y otra serie de cosas), me impulsan a pedirte o a rogarte que, CUALQUIER DÍA que tengas chance de grabar un MP3 con tu voz, un registro de nuestras conversaciones o lo que se le parezca, siéntete en plena y completa libertad DE COMPARTIRLA CONMIGO o de regalármelo, pues, me dejas quedo, relajado -casi como en un embeleso- y así es como planeo vivir lo que me quede de vida.

Let your marriage class know


Let your marriage class know that MEN love differently. Let those men know women love MANY, instead of only one and, if a couple has a loving relationship CENTERED on God´s views and ways, that relationship will endure almost anything.

I can´t verbalize (now) the love lesson my life has faced, but I assure men and women that we have to love ONLY one mate, that our devotion should be to ONE, emotionally and physically, and that some women tend to love more than one men (the thing I really regret).
Of course! 10 women do not represent hundreds of them, but I´m convinced that very few confess they love more than one men, they hide him in secrecy (I know this and have learnt it from my youth: With my grandmother, with my aunts, my lovers, my ex-wife, a new friend, and with a relationship that left my heart broken) And I heal quickly! (it´s just a matter to pray, to fast and seek God's guidance again).

Tell them to be faithful, to love their spouses and honor the bed where they sleep their dreams.

Tell them Love is deeper than I thought it could be, and no one has written a better love lesson  than God and His Only Son, Jesus Christ.

martes, 12 de junio de 2012

No more hearts spared?




I wish I had a woman like me.
Someone to please, somebody to hug.

Sometimes I feel I have too much (empty space)
I can share, I can give someone to grow!

I´ve looked into the flame
the candlelight of life.
There´s no one else to blame
to charge my load aside.

The burden upon shoulders
ain´t easy, although it´s chaste.
Her eyes have rolled me over
her love is almost chased.

I wish I had somebody:
Easy to please.
Someone who cares.

This job it won´t be easy.
To love!
Somebody´s there?

My burden upon shoulders
is not to be refused.
It´s me who called an answer
My role won´t be confused.

Sometimes I feel I too empty.
I´m free to run or dare...
Somehow I know the answer,
the reason´s always there.

There´s no one else to blame
to charge this load aside.
I wish I had somebody,
No place to run or hide.

I wish I had  an answer:
Someone who seeks.
Somebody to love.

Sometimes I fought to conquer
ain´t easy love or share.
There´re things I have surrendered
wholeheartedly I´ve been spared.

Will you write back an answer?
Fill in this form or share.
I know the job ain´t easy.
Are there some hearts spared?

Do you see how I´ve written?
Tell, please! Won´t you dare?
It´s risky to be bitten.
It´s free! I´m almost there.

In the name of love and goodness
Quick Answers are not found!
This job it won´t be easy.
I dare! Even it´s not sound.

                                      Secular Hermit (A.T.)


Date: June 11, 2012 (At a noisy room of Ccs)


sábado, 9 de junio de 2012

Fenómeno Dalilah




Hay cosas, y hasta secretos, que jamás deben hacerse públicos.

Supón que estableces la mejor de las comunicaciones, con cualquier persona. Ella o él comienza a contarte confidencias y, de pronto, comienza a decirte cosas que -se supone- no debían salir de su boca (pero te las dice por tenerte confianza) (por su necesidad de intimar con alguien, además de sí mismo) (o para hacerte creer que te dice verdades, pero para ablandarte en las cosas que sí son muy tuyas). ¿Confiarías tú en ella o él? (recuerda que está traicionando o menoscabando la confianza que otro u otra puso, primero, en él o ella).

Sé de amigos y, hasta de parejas, que se cuentan “todo” (cosa que dudo). Comprendo ese mecanismo en las que uno y otro se hacen concesiones de confianza, se dan “pruebas de amor”, se cuentan fantasías... y, penosamente, algunas de éstas se han vuelto realidad (en detrimento de la relación, de los hijos, etc) y -aquella confidencia- no les sirvió de nada; sino para ese breve momento de amor ágape o amor eros, en las que uno y otro se confiaron y, al final, se hirieron (casi mortalmente).

Supón que le dices: “Me gusta la cachapa de maíz dulce, amarillo... ¡Muy tierno! Le insistes en el cuento, le hablas de cómo ves y visualizas tu fantasía y, por cosas del destino (nada se produce “por accidente”) la cachapa te llega, y con bastante queso de mano (caíste en ese pecado y te llevaste -en él-a la mujer que amas) (la que tú dices amas) ¿Qué te queda de la experiencia?

Puede que haya esa satisfacción. Esa que se parece al tomarse una botella de miel -dulce, sabrosa- pero con un desgano que repugna, que empalaga... ¡Hasta como una diarrea! ¿Has comido miel hasta que la rechazas? (¿Alguna cosa comes -o haces- que te empalague?) ¡Yo sí!

Supón que, luego de tu cachapa criolla, ella se te va con la cachapera... ¿De qué sirvió todo el esfuerzo que hiciste para conquistarla? ¿No te dolió el tiempo que esperaste para HALLAR a la mujer de tu vida? (al hombre de tu vida).

Luego, si te complació una vez (de pronto dos), le despiertas la curiosidad por la cachapa masculina... ¿Te vas a meter en ese peo? (y... ¿si le coges gustico?)

Lo que escribo no es para niños ni para religiosos (es más, les alerto).

Hay momentos en que desearía no saber las cosas que sé ahora, pero debo ser responsable de lo que aprendo, de lo que oigo, incluso de los que no es mío. ¿Puedes tenerme paciencia? Ya la he tenido contigo, y si no... ¡Sabes qué hacer!

Estamos desenfocados. (Tú, yo, todos).

No soy mejor que nadie (jamás podría) y estoy viendo lo que pasa (en muchos lugares) y no me cruzaré de brazos (y es poco lo que hago).

Hay un cuento muy viejo: El de Sansón y Dalilah.

No voy a pintarte a Sansón. Puedes verlo como el Rambo judío o como se te antoje; pero el Antiguo Testamento lo llamó Juez (todavía no entiendo eso bien) (quizá porque aprendimos que los héroes “son” intachables, incorruptbles, invulnerables...) (pero prefiero estos “modelos” bíblicos al mojón de Simón Bolívar).

Si tuviera que decirte algo de Dalilah -la filistea- yo diría que era una colombiana que se fue en un  contrabando a Palestina... ¡En serio! (¡Je! ¡Je!)

La imagino bella, de excelente figura, sibarita, (...) Pero no la voy a desnudar... y menos aquí.

¿Cómo sería -realmente- ella? (no es un carácter bíblico) ¡Qué buena es para mentir! “Vienen los filiseos... ¡Vienes los filisteos!” ¿De dónde era ella? ¿Traicionaría alguna vez a los suyos? (¿Siempre por dinero?) (quizá por amor).

Para saner más, búsquenla en el libro de Jueces, pero -la Dra Pilar Sordo- bien podría corroborar que se parece mucho (psicológicamente) a las mujeres (y hombres) de siempre.

¿Y cómo son las mujeres de siempre? (¡Graxs Hno A.G.! ... Por lo de Pilar Sordo-Muda).

Hmm! (no soy el indicado para el tema) (me daré mi chinazo en la cara). ¡Ja! ¡Ja! (pero pa´ lante).

Todas las mujeres tienen algo hermoso, bello (y feo) (igual que todos).

Dalilah, la colombo-filistea, no podía oír de real (se le resbalaban las...) (ese es uno de los “detalles” de una mujer con improba belleza).

¡Ah! No había silicona esos días, ni las pechugas King Size de ahora (o sea, que eran de verdad verdad) (algo positivo, pero no para mis castos ojos). ¡Ay, sí! (´toy cieguito).

El tabú de los pechos es tan viejo como ese negocio del heterochuleo...

Dalilah tenía un cabello largo, abundante; como el más frondoso de los árboles que pueda gustarte (¡Mentira!) (La estoy idealizando).

No creo que ella fuese muy alta, comparativamente a lo que se supone mediría Sansón ni tendría ella que mudarse de pelucas, como lo haría Celia Cruz (así que, por allí va la cosa: No era una catira). ¡Eso sí!

¿Qué nos enseña esa historia de amor? (amor unilateral) (quizá por mutua conveniencia).

En 1er lugar, es una de las historias de amor que me gustan: Sansón la amó (y la amaba), pero ella... ¡Uds ya saben! (era su negocio y, penosamente, vivía en el barrio de esos malandros filisteos).

Luego, la gran lección, para hombres y mujeres (por fortachones o débiles que pensemos seamos) ¡Hay cosas que no se deben decir!

Si fuera Sansón (lejos estoy de serlo), la perdonaría (y más, si entiendo mis faltas, admito mis debilidades y mi concupiscencia).

Si perdiera la conciencia del horizonte de las cosas, si perdiera la perspectiva -enceguecidamente- sabría reconocer algunas de mis faltas (y, al hacerlo, no disminuyo MI DOLOR) (Ni por confesarlo, recobraré la vista): Sansón pudo reivindicarse ante Dios (quizá no tanto consigo mismo) ¿Qué pensaría de Dalilah, al momento quejumbroso de su moribunda agonía? (¿La habrá pensado?) (he pensado en alguien, pero “a lo hecho pecho).

¡A Dios dejo los milagros! (un pelo no me importa, sino perderme del amor -de amar- o extraviarme sin buen motivo).

Hmm! (y he fallado). Tampoco soy juez competente para nadie (sigo siendo yo) (y mi vela se apaga).

Además, en el juego de dar -o recibir- siempre hay riesgos de perder (también de ganar).

¿Enceguecería tanto, como para negarme a lo que es parte de esta vida?

No quiero ser un fenómeno... Tampoco querría a Dalilah (hay un perfume que advierte esos peligros).

viernes, 8 de junio de 2012

Una Mano

En el cuarto donde duermo, cuando tengo que venir a Ccs, hay un afiche. No me gusta verlo, no me gusta ver a hombres (mucho menos a políticos), pero lo han colgado allí para reducir la transparencia de esa ventana...

Lo que me molesta de la imagen (no es tanto la persona) es que él está allí, como extendiendo el brazo, como dando la mano... (pero no es verdad) (de hecho, es otro político hipócrita).

Hay momentos genuinos, entregas totales e incondicionales, pero a lo político no le creo. Si se tratara de mí, hace mucho ya, habría quitado ese cartel he inventado una solución; pero debo respetar las decisiones ajenas -no tanto porque quiera o necesite respeten las mías- sino que me desautorizo donde no tengo autoridad: Ese sitio no me pertenece.

En el plano real, cuando alguien me extiende su mano, una sonrisa, reconozco si es sincera. En el mundo de los humanos, si no hemos aprendido, iremos aprendiendo a discernir, intuir, por buscar nuestra verdad.

En más de una ocasión, sin contar mucho las veces, me he negado a rechazar apretones de mano. No tanto por saberles insinceros, por notar alguna mácula, alguna borrachera mental en los que me accesan o la ofrecen, sino que no me correspondo con la mentira, y no quiero vivir más en las falsificaciones de lo verdadero.

He aprendido demasiado.

Ayer -quizá como hoy- me he querido morir (y hablo literal y definitivamente),

Cualquiera dirá: “¿Qué le pasa a ese loco?” y tiene razón (y yo, también, la tengo).

Puede que no tengas una idea leve de lo que ha sido mi vida (tampoco yo podría atinar a descubrir qué ha sido la tuya). No digo que haya sido mala, ni peor ni mejor que la tuya; sólo que no quiero seguir repitiendo vidas sin terminar lo que queda de esta.

A ver si me explico: Parece que me he enamorado.

Ella y yo somos muy distintos. Quizá ni se dé por enterada; pero -literalmente- conversábamos horas al teléfono. ¿Saben quién paga las llamadas?

Esa mujer es totalmente distinta a toda referencia, no que sea más bella o fea que cualquier otra; sino que tiene varias cosas que yo intuía existían, pero ella me ha confirmado que son una realidad (y me tiene de cabezas abajo).

A su llegada, por ese vuelco, en la arremetida contra mis muros, hube de apagar mi teléfono ¿Cuándo, en lo que tuve por vida, me hallé en ese predicamento?

No me pesa que destruyera mis defensas. No me duele que invada ya mi vida, al asunto es que yo no vivo como ella y -esa contradicción- es la que me hace morir: Ya quisiera estar muerto (estoy cagado, pues) y, aunque esa no sería la excusa, mi realidad es la que ME prela: Su status económico y forma de vida me es visible (y eso sería lo que me estuviera matando) porque mi vida, como tampoco la suya, estarían bajo el mismo control.

Ignoro cuáles puedan ser sus actuales necesidades.

Supongo que -como todos- ella necesita cariño, lealtad, compresión o el estímulo de alguien (sabe Dios la naturaleza, la extensión o profundidad de esas cosas que ella necesita) pero, como me conozco, habrá ámbitos que ni son de mi gusto ni estarán en el límite de mi capacidad o competencia ¿Cómo no morir antes de ese tiempo?

Es fácil extrapolarme en algunos aspectos de mi vida, he estado en varias circunstancias, distintas situaciones; pero nunca en el más allá.

Si mi vida ha de seguir con esta “ mamadera ” de gallo, quiero firmar -hoy- mi carta de renuncia ¿Qué sentido tiene, para mí, el sube y baja de mi existencia?

Toda mi vida deseé alguien como ella (aunque no la conozco en todo).

Cuando vi la pelicula “UP” (de Disney – Pixar) me enamoré de la forma de ser de la chica. Al ver la película, sin saberlo, reconocí ese “yo” (apagadito) que cada año llevo escondido, por décadas.

P.S.

También estoy escribiendo para ti, Esperanza.

Dentro de mí todo está claro, pero “el mañana” no está en mis manos y, confesándo-TE-me, sé que esto puede ser mejor o peor, pero no me gusta mentir, ni confundir... ¡Aunque me halle confundido! (y no por mí, sino x los sucesos).

¡Me gustas mucho! Y -por supuesto- puedes gustarle (mucho más) a una docena de hombres (sin contar a las mujeres) ¡Ja! ¡Ja! 'Ja! (eso sería problema de ellas y de ellos) (pero, aquí, lidio con los míos).

Decepciones


Confucio, según cuentan, solía decir: “Espera poco de los demás, pero exige mucho de tí mismo.”

No tuve el placer de conocer a ese chinito (¡Je! ¡Je!) ni tampoco tengo planes de llegar ser tan viejo ni sabio; entretanto, para lo que Dios me añada a estos años de vida, el único “plan” que imagino haré, es verle la cara al primer nieto, terminar de construir lo que me falta para decir: “Ya tengo casa” y, en -lo inmediato- desmalezar esos 1.000 m2 de terreno que no limpio, desde que volví de Colombia.

Hace años, no recuerdo cómo, me enviaron aquel cuento de aquel trabajador que, cansado ya de sus años de labores, deseando disfrutar de sus años de retiro y el beneficio de ciertas pensiones, inició un trabajo a regañadientes.

No tengo a la mano, dicho cuento, para re-publicarlo (no me agrada parafrasear ni robar el trabajo intelectual ajeno) pero, para decepcionarlos, lo resumo:

Ese trabajador puede ser tan bueno, cumplidor o inteligente como Ud.
Ese hombre (debió haber sido mujer) era de la clase de obrero que siempre entraba temprano a sus faenas, pero salía tarde, en esa consecución de años laborales.
Su jefe le tenía gran estima, mucha confianza; pero cansado ya, quizá hastiado de que el sueldo no le alcanzaba ¡Sabrá Dios! Estaba como apuradito para disfrutar sus años de vida de retiro.

Ese hombre (merecedor de una buena esposa) había adelantado toda suerte de documentos y pendejadas para ausentarse. Supongo que, con todo medio y enteresa, hizo aquellos tediosos trámites que se debían hacer para “disfrutar de la pensión”.

-Ramón -le dijo el jefe- necesito que me hagas un último trabajo. Durante años, casi toda tu vida, diste los mejores años a este oficio y, no queriendo que te vayas, sin que hagas la mejor y última de tus obras, te ruego que me hagas esta última casa y te vayas como quieras. (Cámbiele el nombre de Ramón y póngale el que se le antoje) (¡Insisto! Puede ser el de una mujer).

Ramón, con arrechera, casi que fruncía la cara. Por dentro, ya cansado, se zafaba con palabras y argumentos.

-Te entiendo, amigo! Tienes toda la razón y estás en pleno derecho a negarte... Una sola cosa te digo. Te pondré el sueldo que quieras y los materiales que pidas y, si me rechazas, lo consideraré un insulto; pues -esta casa- es un trabajo super especial (bien proyectado) ¡Como si la fuera a usar yo! y, no te lo pido como jefe, te lo ruego como amigo... ¿Qué me dices?

El carajo (quizás una tipa) aceptó el compromiso (lo sedujeron con más dinero).

Al principio, como siempre, arrancó bien contento, pero -al notar nuevas complejidades, nuevos retos- comenzó a desanimarse y miró el paso del tiempo.

El jefe, una vez que otra, le echaba alguna mirada.

Si podía detenerse, intentaba conversar -dándole alguna palmadita- pero Ramón, apocado, no sólo le evitaba, sino que su desánimo afectaba a otros en la obra.

Para concluir (porque quiero irme a mi casa) Ramón (Petra, Helena, Pedro o Jacinta) comenzó a gritar a sus compañeros de trabajo. Ciertos días ni llegaba a tiempo (o no se aparecía) y -obviamente- los reportes llegaron al Jefe, al punto tal que, el día que debían terminar la obra y entregarla al nuevo dueño, se estaba postergando.

-¡Ramón! -dijo el jefe- No sé qué te está pasando, pero tengo una idea. Esa casa, que te pedí y te rogué ¡Halándote bola! Debía estar ya lista y bien terminada. No sé cómo hubo ese cambio, no sé qué cosa te afectó, al punto tal que -no sólo me incumpliste a mí- sino que dejaste de ser un ejemplo a tus compañeros de trabajo, a esos quienes te admiraban en tu puntualidad, tu exigencia ¡dándoles un mejor ejemplo!... ¡Qué te pasó? ¡Coño, chico! Creí a tu capacidad de compromiso.

Ramón, bajando la vista, no respondió. Hubo un brillo en sus ojos -por un momento- pero no dijo palabras.

¡Bueno! El resto de la historia la saben muchos. Sin embargo, para quienes no lo sepan (lo dudo) el jefe -tratando de homenajearlo- le dijo un par de razones un par de disculpas, pero -la casa- era para que la habitase Ramón y no otro dueño.

¿Cuántas veces no somos Ramón?

¿Cuántas veces nos ilusionamos con pendejadas intrascendentes? Y nunca terminamos de disfrutar lo que deberíamos disfrutar.

Podría escribirte una docena de cosas, pero mis argumentos no valen nada frente a tus razones (yo soy Ramón y tú eres Ramona).

Podría decirte un par de cosas, pero tú, y solo tú, tienes una cantidad de cosas fijas en tu mente y nadie distinto a tí te sacará de esas ideas: ¡Tú sabes q quien necesitas y vives para lo que buscas! (somos otro Ramón o peor que Ramón).

Me estoy volviendo práctico estos días.

Estoy desarrollando una habilidad de interactuar -con el futuro- que yo mismo me sorprendo.

Tengo claro qué no quiero, aunque -de seguir así- me estoy complicando (pero llevo dos décadas en este negocio) (y ya no voy apurado).

Hay muchas cosas que pueden o deben desilusionarte.

Si alguna vez las descubres (o te las señalan) no subestimes lo que a bien te digan y presta algo de atención: Algunos somos miopes, y más, si éstas cosas tienen que ver con ideas que no mueven un corazón.

Tal vez, y no sé cómo, se nos mete una bobada y caminamos hacia un precipicio. En ciertos casos, más nocivos, la gente se enfila por caminos que no ofrecen vuelta atrás y, te confieso, por mi ventana veo a pasar a gente que ha caído (y sigue) por el mundo de las drogas, del licor, el robo, la prostitución y el delito... ¡Esos tienen esperanzas! Pero sólo si la aceptan, si la buscan y la reciben.

Otros, como tú y como yo, elegimos un camino distinto, a veces de solitarios; pero no creo que este mundo sea tan cruel para no asistirnos en lo que podría ser otro clon, un difícil milagro o una intervención más directa salida de la mano de Dios (No lo sé, pero me abandono a esa suerte, acelerando mi paso).
Lo importante, a manera de resumen, es no decepcionar ni decepcionarnos. Hay quienes esperan mucho, dando poco. Hay quienes no se esfuerzan en nada, y lo quieren todo...

No soy de las personas que desee joderme toda una vida por algo, tampoco, por el contrario, soy de los que subestime las cosas porque no me hayan costado mucho o no pague nada ¡No! ¡No! Todo tiene un valor. Un valor emocional y un valor material. Un precio monetario y un precio sentimental o espiritual: “Lo barato sale caro” y, termino inclinándome a favor de éste adagio (más viejo que yo). ¡Ja! ¡Ja! Me quiero ir a mi “eterno” destino (ya me aburro por entrar en los años de retiro) ¡Sin real? ¡No señor! Sin dinero, Ud ni yo, somos nada y NO podremos pagar el ESFUERZO de nadie (y todo esfuerzo vale) ¿Puedo predicar? Léase Mateo 10:10).

Ayer, siguiendo la petición de mi hermano, salí a comprar cambur. Petare se ha convertido en un sucio mercado callejero. Las calles son inhumanas... y no haré un buen retrato, hasta ese día que Ud mismo vea y lo perciba.

Fui al sitio que él me había referido. Normalmente camino lejos, no siento pereza para hacerlo, no me de flojera -pero- meterme entre esta gente, ciertamente, me disminuye ¡más por el descaro irrespetuoso de las leyes de tránsito! (pero sigo en Cuba-Zuela).

Compré 2 kg de cambur. No los escogí, no seleccioné, y me abandoné a la buena fe de aquel hombre. No hablaré de su aspecto (yo parezco más que un loco) pero sí noté sus manos y me fui ¡Eso sí! Pagué la cuenta.

Lidie con esa gente que estorba. Evité los lugares que parecían más congestionados por el ruido, por los motorizados irresponsables y, pasando de puesto en puesto, me imaginé caminar en los peores lugares de China (y quise volar).

Al pasar por el enésimo puesto de frutales, un mensaje subliminal me despertó de mi anestesia psicológica: “¿Me habrán robado?”

Con un paso más rápido, constante y seguro, intuía la verdad. No me hice un plan, no maquiné nada, prefiero vivir el momento.

Al llegar, alcé mi mano y puse una bolsa sobre la balanza. Cierta señora,vestida de vendedora, me observaba, no muy contenta.

Al notar el peso, confirmé mi sospecha (tenía 2Kg de azúcar, pero el peso de ese buhonero “acusaba” 3Kg de azúcar).

-¡Mira, pana! Compré 2 Kg de cambures, y te pagué completo... ¿Sabes lo que tengo en el peso?

El tipo, sentado, se desentendía.

De no ser por la mujer que ya me decía: “Ese peso no es del uso público”, haciéndome a un lado para que me retirara, le insistí.

Allí puse 2 Kg de azúcar ¿Por qué tu peso marca 3?

La mujer le dijo a su empleado: “¡Dale sus reales!”

Los tomé y me vine, hacia otro comercio (lo que nadie sabía es que me comí un camburito) ¡Ji! ¡Ji!

En el fondo, la decepción, no es esa clase de trampas en la que uno pide y el otro da.

No es aquella en la que una parte demanda y otra satisface.

El desengaño no es la mentira que tú descubres, que yo descubro o en la que me pillan, sino en esa falta que nos hacemos, a diario, en una multitud de transacciones, sean de naturaleza comercial, emocional, de concesiones o de emociones.

¿Cómo estás tú?

¿Cómo estoy yo?

No soy erudito, pero sí decepciono, me han decepcionado y puedo reponerme. De ser estudioso, inteligente, clasificaría -la decepción- en dos (2) tipos (gran descubrimiento):

1.      Decepción Pasiva
2.      Decepción Activa

Trataré de explicar cómo veo el asunto.

La pasiva la veo como aquel viejito pendejo que cifra sus esperanzas de -felicidad- en una persona demasiado joven. Es el viejo verde que mira a una carajita de 15, 30 o 40 años (con malos ojos) pero no admite su error, no admite los riesgos a los que se expone -sexual y emocionalmente- y, luego, al poco rato, no comprende “por qué sólo le piden dinero” o “porqué se fue la chica con otro”. Hay carajos, muy claros y conscientes, que saben pagar el precio de las  heterochulas o heterochulos y, sin embargo, se sienten miserables (yo me sentiría muy mal si alguien me quisiera por dinero y NO por ser la persona que SOY) (¡Ah! Las hetero-chulas y hetero-chulos, también se sienten mal por saberse “son” simples objetos sexuales: Por eso cobran).

La decepción pasiva es esa en la que alguien dice: “No me enamoran”, pero uno no hace un firme compromiso de amor (ni consigo, ni con nadie). Es aquella clase de carajo que se cree bonito, esa mujer que se estima demasiado “buenota” -pero- a ningún pendejo recibe. ¿No es eso pasividad?

Alguien que no se cuide, alguien incurso en drogas, alcohol -incluso con malas amistades- a la larga, malgastando sus días, llegará al estado en que he visto a muchos y, para colmo, la guacharaca ya no canta (estoy pensando en los versos de “Moraleja Senil) (es una desgracia no tener a NADIE para amarse, y para amar).

Es ¡rete-frustrante! que uno vaya en una dirección y otra, por otro camino (y no existen senderos paralelos en la mente).

La decepción activa es aquella en la que nosotros, directa y voluntariamente, somos los victimarios e, incluso, buscamos una víctima. Si en la una, el pasivo “espera”, en ésta, el engañador las busca. Allá, alguien dice: “No me enamoran”, pero, en ésta: “Como me engañaron... ¡Joderé a medio mundo”.

NO pretendo condenar a nadie, en todo caso, me acuso a mí mismo.

El decepcionado pasivo, por ciertas circunstancias, es aquel que asume el rol “como me jodieron me vengaré”. Éste, con legítimo derecho, llega a decirse: “Me engañaron una vez, no lo harán dos veces” y, de allí en adelante, su protagonismo afecta a unos y a otras 8hasta que alguien “mejor” lo afecta y se transforma ¡Un aplauso para los que cambian para bien!
Llegados a este punto, te invito a reflexionar: ¿Lo haces bien? ¿Puedes ser mejor? ¡Creo que sí!

Tú, y yo juntos, podríamos añadir una lista de cosas que las que reconoceríamos a los decepcionarores y a los decepcionantes vacíos ¿Importa tipificarlos y sentarlos en el banquillo de los acusados? (es válida tu respuesta).

En lo que a mí concierne, en mi yo íntimo, no tiene caso el denunciarme ni acusar a nadie (cada persona da y dará su cuenta a Dios). Lo importante -y debo recordarlo- es que no debo ser pasivo ni engañador activo. Puede que escriba algunas ideas “muy” bien, pero -en la práctica- soy un fracaso y un hablador de pajas (espero que no me descubran) ¡Ja! ¡Ja!

En todo caso, como decía mi papá (y espero no me pase a mí): “Yo no entiendo cómo Dios me hace esto...” ¿Qué le pasó a mi papá?

Era un adicto fumador de cigarrillos. Toda mi vida yo le discutía o intentaba hacer algo para alejarlo del vicio, pero fracasé -muchas veces- y murió de cáncer.

Antes de su debacle, lo llevaron al quirófano para extraerle algo de la próstata (había metastasis) y, no pudiendo volver a caminar “le endosaba la culpa a Dios”... Qué bueno es Dios, ¿verdad? Se lleva nuestras culpas y somos nosotros los que jodemos este mundo.

Tras ser operado, mi papá no volvió a salir de la prisión de una silla de ruedas y, a escondidas, también abiertamente ¡seguía fumando! En medio de su auto negación, decía para sí mismo ¿Igual no voy a morir? Pero, por otro lado ¡el culpable era Dios?

¿Saben qué le dolía en verdad?

No era Dios, no era la silla de ruedas y que mucho de su mundo se venía abajo (incluso en los sueños que tuve a bien oír y escuchar su auto-interpertación).

Lo que más le dolía -me dolería a mí mismo- es que planeaba implantarse una prótesis para evitar la pena de su disfunción sexual.

Nos echábamos vainas.

Nos decíamos cosas chistosas; pero no aguantó su vida para llegar a disfrutar de esta parte  maravillosa del ser y del don del amor: Amarse a sí mismo, amando sexualmente a los demás.

Hay decepciones interiores que no se confiesan.

Aprendemos a mentirnos, por medio de negaciones, sublimaciones o auto-engaños y, ¡para colmo! pretendemos llevarnos al mundo por delante.

La enfermedad de la mentira, el cáncer de la decepción, es más mortal que una disfunción de la próstata.

La mente es una cosa (el programa) pero; si está mal el software -el hardware- también se daña.

Todos necesitamos ayuda.

Visita Médica



¿Hace años, no es cierto?
Me propuse saludarla. Hace tanto no la veo, no la escucho; que me causa extrañeza que el pasado se resolviera como lo hizo.

Muchos fueron mis errores. Algunos no ocultaría y, otros, llevan su marca, su nombre; pero no tiene caso señalar ¿Qué sentido comprender? De mi parte, lo que fue sigue siendo y, si me lo preguntan, muchas cosas no dejaron de ser, ni creo que dejarán ese sitio que tienen: En mis memorias.

Hay cosas que no cambian, sin embargo, la voz de su hija ¿cómo no me la recuerda? El parecido de su risa y, el tono de su voz, me parece hablo con la misma persona que, aunque es ya no es, sigue siendo. ¡Vaya clonación! Sólo espero que Dios no me sorprenda -muchísimos más- en el caso de que llegue a ver a uno de mis nietos.

¿Qué será de su vida? Toda ella (diserto sobre M.P.)

Ya noté algunos cambios ¿Por qué la vida nos hace cambiar?
Aunque oí su voz, como la misma, la noté distante, como importunándola y, para colmo, el ruido de fondo -quizá un televisor encendido- me hizo sentirla distante y, aunque quise visitarla, me pareció que no fue un buen momento... ¿La he importunado siempre?

La idea era saludarla.

Hay cosas que han de quedar donde quedaron y, las que ahora pasan por mi mente, al parecer, no son respondidas: Ni por sus letras ni por sus palabras. ¿Por qué es así? ¡No sé! (pero mejor lo dejo así).

Hoy es domingo.

Tenía planes de volver a mi casa, pero su invitación, no es para rechazarse ¿Hace cuánto no nos vemos?

Lamento haber hecho algo indebido.
Mi intención no es dañar, sino construir y, además, esa niña ¡No es como otras! (además, no podría serlo, jamás).

¿Por qué, Señor, fui tan distinto? (¡No! No me digas. Acepto mi condena).

Una de las diferencias, si no me equivoco, son esos 9 años (pero ella es la mayor) (¡Qué pensará si me leyera?).

Otra, mi adversión a la navidad y, quizá, nunca termine de ser acepto por ese rasgo -judío- que me robé de la certeza de otros que tienen sus razones para no ir por la corriente del curso de las mayorías (y ¿cómo olvidarlo?) (¿La perdí por algún otro motivo que no tuvo que ver con mis argumentos?). Ya no hay espacio a los lamentos

Creo saber y, estoy determinado, a no dar razón a nadie al respecto: Si he de venerar un árbol, si he de cantar gaitas navideñas, no ha de ser por algo distinto a lo que sé o entiendo de Jesucristo.

¿Debería ir? Me pareció tan extraño... (pero me invita) (y ya sé por qué la evito).

De momento -me pareció- era una forma de deshacerse de mí. ¿Estaba cansada! Las rutinas, los horarios... Todo eso afecta. No sólo hiere a la comunicación de la coherente visita, sino a los extraños y advenedizos ¿Y qué soy yo?: Un recuerdo que la recuerda.

¡Me rasuré!

¿De cuando -acá- lo hago en la madrugada de un domingo? ¡Nunca!
Pero recordé, con una sonrisa disimulada al espejo, las veces que ella me daba ese tierno regaño para que me arreglara, me acicalara y; aunque no voy a impresionarla, es lo menos que podría hacer por su amable invitación ¡Ni siquiera pensaba en verla! (y sigue tan hermosa).

Ella decidió su vida, como cualquiera lo haría y, antes de dar aquel pueril paso mío, tuve la oportunidad de verla -cerca de Petare- para decirle: “Me voy a casar” ¡Cuánto no deseaba yo fuese con ella!

Su mamá se lo había advertido... ¿Lo habrá olvidado?

Esa vez, una de las veces en que -no queriéndolo así- tuve oportunidad de verla, no le di un ultimátum, no pedí su consentimiento: Simplemente la informé (pero queriendo que algo en ella me detuviera, que me objetara, o me lo prohibiera). ¿En qué estaría ella, esos días de la UNESR?

No creo que la vida nos dé esa clase de ciclos. No creo que, luego de tantos años, las almas se visiten en recuerdos, con pesares o tristezas, para recordarse -en vida- los días de ausencias, las veces que nos dijimos adiós, sin querernos dejar, no queriéndonos ir (nunca quise dejarla).

Hoy no será distinto: Respeto los compromisos ajenos y; aunque emocional y físicamente sigo libre, no comprometido -salvo conmigo mismo- el pasado es irreconciliable; al menos en esta vida, en tanto perduren las condiciones que yo vivo: Es mi cruz.

No echaré la mirada en esos pocos encuentros donde comimos juntos (aunque no olvidaré esa vez cuando un pan se le cayó de las manos y flotó en el agua). No daré vida a esa fantasma que me atacaba o perseguía, en cualquier lugar de Sabana Grade, cuando me parecía verla con cualquier otro, en cualquier mujer que me pareciera era ella; pues, si la ví o no, nunca lo supe, y es un dolor sentimental que no deseo a un enemigo: Era una locura, paranoia de lo que pudo ser amor hasta este día (y no supe hacerlo).

Hoy, en honor a mí, en honor a aquello que llenó tanto (aún me llena) haré una corta visita.

Al momento, por razones que ignoro, una pregunta no fue respondida... ¿Qué me diría? No lo sé y, la forma de saberlo -si es que se sabe- es yendo a esa clínica...

Hacía tiempo que yo no dudaba.

Mi recuerdo morirá conmigo y, por otro lado, ¿será posible la amistad de dos amantes? ¿Será que nuestros hijos superen nuestras diferencias y, de algún modo, rediman lo que debió haber sido, entre ella y yo?

Sería egoísta egoismo.

No soy de los que proyecte mis fracasos o problemas en vidas o situaciones ajenas. En último caso, asumiendo que este encuentro sea de Dios, asumiré el riesgo de volver a verla, de visitarla 5 min, porque -un lugar de trabajo- no es un sitio para hablar, salvo para una visita médica.

Una cosa te diré, aunque mi anhelo y el deseo es tal como el de anoche (donde pudimos conversar un poco los tres: Tú, yo y tu hija) la perfección -aquí- no existe. Y, en el mejor de los casos, si Dios tiene a bien permitirnos estar en la eternidad futura, tendremos la oportunidad de reconciliarnos con muchos, vereremos la resurrección de sueños extraviados, a fin de redimirlos y, en cuanto a ti, entrañable amiga (ahora hermana) te debo la dicha de haber sentido, amado y querido -como jamás viví por nadie- y quizá, cuando finalmente muera (¿Será pronto?) entre algunos otros nombres, el tuyo irá adelante; pues, siempre habrá cosas que en la dicha no se olvidan.

Hay lecciones que toman días, y otras, tomarán años...

¿Por qué no se lo dije entonces?

¿Temía perderla? ¿Temí que el vínculo se basase en interés o conveniencias mutuas?

Debí decírselo ¡No supe manejarlo! (y ésto no me excusa).

Pero no era por poco amor, no era por no querer complacer: Aquel queso -el que no te gustaba- lo compré por no tener otra manera de “estirar” el poco dinero que tenía. MP. Sin embargo, te justifico. ¡Lo entiendo hoy! Mejor que antes. (Efesios 5:25, 28) ¿Qué tanto perdería? ¡Dudaba de la provisión diaria! (no conocía nada de Dios).

Si hubiera sabido...

No viene al caso explicarlo ya pero, las razones para no haberte comprado el mundo -lo que tú querías- no era subvalorarte, no que yo no lo desease: No tenía dinero para comprarte nada y, tampoco hoy lo tengo. ¿Te querría menos? ¿Te anhelaba menos? (y cuántas veces me maldije por no tener lo que hubiera servido para mantenernos).

En alguna medida, bastante hipócrita, me basto vivir día a día y, jamás negaré que debí olvidarme de bobas aprensiones, esos tontos temores, pues, contigo -también- aprendí que, cuando se ama, se da todo sin miramientos ¿Cuántas veces gastaste tu dinero o tu tiempo por estar conmigo? ¿Cuántas cosas sacrificaste, sólo para confirmarme lo que yo no supe confirmar? ¡Estúpido de mí!

Debí haber conocido esa fe que tú ejercías y, el saberlo -ahora- no me alienta...

 May 27, 2012                                       A.T.  (Secular Hermit)

Maltratos



Anoche conversé muchas cosas. En esa hora y 25 minutos no pueden abordarse tantos temas, tantas ideas, como para comprenderse ni aclararse cosas que cada quien conoce bien y a profundidad.

Alguien pudo decir que hay un argumento generacional para el maltrato, para esos malos ratos y, siendo parcialmente verdad, la verdad completa es la falta de amor, un amor arraigado en Dios, Su conocimiento y la práctica de esa vivencia.

Todavía hoy, muchas personas la argumentan (o se la auto explican) como una maldición y, en buena parte, la violencia es un anatema, no tanto por el daño y los daños, sino por la desvinculación de una sana relación humana y, mayormente, la ausencia de un auténtico vínculo de arraigo con Dios.

El Antiguo Testamento, en relación a los judíos, dice, parafraseadamente: “Yo bendigo -por generaciones- a los que me aman u obedecen y MALDIGO (por muchas más) a los que me odian o me desobedecen”. ¿Es ésto sólo para los judíos? Independientemente de su creencia, su fe u opinión religiosa, el Antiguo Testamento, en mano de varios autores y épocas, puede leerse: “No se dirá más ya en todo Israel este dicho: “Los padres se comieron las uvas y los hijos padecieron a dentera”. ¿Qué es esto? Es una enmienda. Una corrección “constitucional” en la que Dios ya no trasladaría la culpa de los padres en lo hijos, sino que CADA QUIEN SE HARÍA CULPABLE DE SU PROPIO PECADO (y recibiría las consecuencias sobre ellos).

¿Qué tiene que ver eso, con el maltrato?

En primer lugar, Dios no es “culpable” de nuestro maltrato. No tiene culpa de las decisiones que cada persona tiene ni de las acciones que toman contra o a favor de nosotros. Si recibes bendición o maldición por las acciones o decisiones de tus padres no es una “culpa” divina, sino una responsabilidad y consecuencia terrena. Si te va mal o te va bien, no es un castigo que te envías “de arriba” sino un pecado más, producido aquí, por alguno de lo que está abajo (o más bajo).

Básicamente, el A. T. es para judíos. Si Ud o yo quisiésemos vivir de acuerdo a esa cultura, el Pentateuco podría servir a ese propósito informativo, pues, además, ellos tienen otras tradiciones (escritas y orales). Si quisiera conocer la concepción espiritual y moral de aquellos días, el Pentatuco le servirá, le enseñará y -adicionalmente- a nivel de leyes, tiene muchas faltas tipificadas que han servido de inspiración (y de ejemplo) para la creación de varias constituciones de Estados.

¿Han sido las naciones del mundo bendecidas por esas leyes inspiradas? ¡Sí! Mas no nos han llegado todos esos beneficios debido a que no todos las conocemos ni las practicamos.

Hay partes, por ingenuas que parezcan, que tienen que ver -mucho- con el destino de una nación. Por ejemplo. Hay una norma que establece que, si se presenta una disputa entre dos hombres y una mujer me mete para separarlos -en defensa de su esposo- y ella le toma y le agarra y aprietas sus “partes íntimas” (cosa que duele y es una forma de maltrato físico). Esa mujer, aunque parezca exagerado, recibe un castigo muy grande, según aquella ley de Moisés... ¿Será que Dios sólo pensaba en un solo hombre o en el destino de toda una nación? Misma que Él, con Sus soberanos motivos, ha engrandecido tras mucha prueba y tribulación.

Esa clase de maltrato físico -y el castigo- se ve contemplada en varios libros y no sólo a favor del hombre, sino de la mujer Israelita, pero ¿Dios sólo pensaba en una etnia o cultura? ¿No prometía a Abraham bendecir a TODAS LAS NACIONES DE LA TIERRA?
En relación a Dios, vinculado a los escritos que se le atribuyen inspiración o autoría, sé y creo que Él enmendó leyes y re-estableció Sus principios, no sólo a nivel estatuario -bíblico- sino a nivel profético, enviando a un último y Supremo emisario: El Señor Jesucristo, Su Hijo (luego de Él, el remanente es transliterar y llover sobre mojado).

Docena de veces, en las calles de Petare, he visto cómo se maltratan a los niños. Puedo contar con mis dedos los días en que he visto a una mujer abofetear a sus hijos, a sus bebés, en plena vía pública. ¿Qué no sucede en la privacidad de sus casas? ¿Qué no pasa, allí donde nadie ve y nadie va a meterse?

No hace mucho, en un cyber, una muchachita abofeteó a un carajito. Él le hacía un reclamo, ignoro qué era el asunto, por estar retirado; pero la chama lo cacheteó y, mintiéndonos, decía que “era la prima” y se marchó... Pero ese niño, muy adulto y fuerte, para su edad, no lloró; pero, quienes permanecimos cerca, nos enteramos de la mentira... Y, con ese cuento de “ser familia” ¿coñacearemos a medio mundo? ¿No vi cómo un malandro amedrentaba a todo viajero que subía -a Los Teques- en uno de esos vagones que sólo hacen una parada, al final destino?

Mi punto, quizá no es el correcto, es que la violencia genera violencia.

Si una madre maltrata a su hijo -hoy- mañana él será el maltratador de otra mujer. Si tú, o yo, nos provocamos -sea con palabras o feos ademanes- ninguno de los dos se quedará de brazos cruzados, esperando una pacífica disculpa. ¿Vienen del cielo esos problemas?

Somos tan impresionables, somo reactivos y programables que, a mis primeros años de vida, dentro de la cuna de la casa de mis padres, recuerdo una escena muy violenta:

Yo estaba en mi cuna, de pie, tomado ded las barandas... Miraba hacia aquel baño y no porque yo quisiera, sino que -la riña de mi mamá- era grande.

Mi mamá, casi desnuda, tenía un cuchillo alzado. Mi papá, no sabiendo cómo, permanecía hacia el fondo y no le podía ver.

Mi mamá gritaba, mi papá respondía... (no sé qué se gritaban) (pero era un peo mayor que mi capacidad de entendimiento) (hoy ya sé qué era).

Hoy, a más de 48 años, sé qué era esa violencia, ese maltrato emocional que me causaron (y no lo hicieron adrede) (pero lo hicieron por inconsciencia, por egoísmo).

¿Cómo no reaccionaría yo -violentamente- en una situación parecida a esa?

¿Cómo no actuaría, como soy, si me siento amenazado o agredido? (y doy gracias a Dios por mis progresos, no sólo por mi entendimiento de causas).

Estas semanas, las de Mayo 2012, me han servido para hablar con mi mamá cosas que siempre fueron tabú o “secretos” de familia.

Mi papá se fue, no lo veré más (hasta que yo muera) y, de paso, siempre se reservó cosas (esas a las que puedo acostumbrarme a que la gente no se responda).

¿Qué motivó aquel peo?

A su modo, mis padres se quisieron. Pese a sus deseos, no supieron resolver o minimizar muchas de sus diferencias o desacuerdos y, de ellos, nacimos dos hermanos (aunque mi mamá, por su parte, tuvo más hijos luego). Mi papá, queriendo la independencia económica, dejó la IBM y se le ocurrió crear su propio negocio (un bazar) y éste no le dio la solvencia económica que deseaba (el final es predecible).

¿Qué fue el peo que vi, del cual soy testigo desde los 2 años? (o menos).

Mi papá (lleno de celos por “la independencia” económica de mi madre) destruyó casi todas las cosas que le había dado a mi mamá del bazar (tamaña arrechera). Luego, en una idea “sublime” de que alcanzarían la reconciliación, tras varios intentos fallidos y múltiples infidelidades (de lado y lado) (porque no hay un solo culpable) mi papá no nos supo cuidar (ni a mí, ni a mi hno, ni a mi mamá) (no lo culpo y lo entiendo completamente) (ahora más, y no por quererlo, sino que -tras un divorcio- hay una gran lección de la vida).

¿Cómo me afecta la violencia? (Sea familiar, privada o pública)

Por un lado, todos somos vulnerables a ella: Hombres y mujeres, niños y niñas.

Por otra parte, se exagera haciendo ver “vulnerable” el lado femenino y, sin embargo, esa parcialidad no contempla los derechos de los hombres que son “coñaceados” física y emocionalmente por mujeres (no pienso solamente en los niños que he visto golpeados, de manera verbal o física, sino en los que -emocional y visceralmente- hemos recibido maltratos, incluso siendo adultos). La violencia no tiene edad y no tiene un sólo género.

¿Ha visto, Ud., cómo se agreden HOMBRES y MUJERES al abordar el Metro de Caracas?

En más de una ocasión -no solamente en el Metro- he visto cómo AMBOS nos abusamos o nos faltamos el respeto. Si se tratase de un hombre, otro similar, no dudaría en darle “su coñazo” o revirarle... Pero he visto cómo, ciertas “mujeres”, se ponen a pico y pala: ¡Super insultantes! (incluso coleándose y pisoteando el derecho ajeno) y todas ellas me recuerdan a la malandra Lina Ron (de quien no diré “QEPD”).

¿No es eso parcialidad? ¿Es eso el modelo social venezolano? (sé que no, pero hay gente que lleva su cerro muy dentro) (su barrio adentro, tan somatizado). ¿No nos afectan esas condiciones de pobreza, de hacinamiento familiar y enajenación social? ¡Sí! Y, en ese contexto histórico-geográfico, Dios es soberano, tiene injerencia, poder reivindicativo y sanador; pero sólo opera cuando (yo y todos) le damos tiempo y espacio.

De niño, me parece, no fui el hijo que debí ser ni el objeto de las idealizaciones de nadie. Que recuerde, fui corregido como pudieron, como supusieron... y como ellos mismos fueron maltratados (es una especie de cadena generacional, y no por causa de Dios). Sin embargo, no recibí la disciplina antigua que sé ciertos adultos dieron a sus “amados”. De hecho, mis merecidas pelas, fueron mejores de las que sé recibieron otros; pero -en mi cuerpo y cabeza- quedan las marcas de un par de cicatrices y, para mi beneficio, muchas se van borrando...

¿Qué vas a hacer tú? ¿Eres víctima o victimario?

Nuestro problema de violencia es un asunto de conciencia.

Piense en esos motorizados que se le vienen encima,a toda velocidad y, en lugar de usar el freno ¡Comienzan a cornetear! ¡Amenazantes! ¿Tienen ellos el derecho de paso y no el peatón?

Cuando está en las filas del metro o en cualquier fila para abordar un transporte público ¿si enoja cuando un abusador (una abusadora) le roba el paso y pervierte el derecho? (sé la respuesta) pero un  estratega -déle el nombre que sea- usa una campaña infantil para promover el Desarme... ¿Están desarmando al delincuente de cuello blanco? ¿Se encarcela a los verdaderos culpables de este malandraje colectivo? ¿Se penalizan las faltas punibles? ¿Caen presos los que matan a tanto niño o adulto en las calles?

He oído la violencia verbal presidencial... He visto los abusos de autoridad, en todos los rangos y sé de faltas, sé de corrupción... ¿Somos los hombres, son sólo las mujeres? La verdad se delata solita.


Ese un rato, ese instante de evocaciones, mientras conversaba con mi mamásirvieron para  reconstruir ese maltrecho pasillo de mi pasado, miso que pese a negarse a ser enterrado, yace inútilmente muerto sobre la tumba de nostalgias, otras vivencias, sobre el pasto de lo aprehendido o lo desechado. En retrospección, con retro-alimentación -gracias a mi madre- comprendí más de su vida, más de la mía y más de todos, porque es de todos: No soy un caso único.

Volví la cara a ese capítulo que claro, casi nítido, tengo de ese recuerdo. Aquel donde mi parcialidad de niño, mi favoritismo papá y mamá, se identificaba con mi padre y, siendo un niño, no sabía todo lo que implicaba eso que he visto, hasta reconocerme en lo vivido, en lo que tú conoces y tenemos que aprender.

¡No abandones!




Me encantaría ayudar o animar a un grupo de personas. Puede que HOY te sientas sola y solo, pero, te digo que, aún aquellos que presumen tener “compañía” están más solos que tú y que yo.

En una medida, en una forma emocional, de esas que tienen que ver con los gustos, las simpatías, las metas, los sueños, etc. medio mundo está más sólo (sola) que tú y que yo. Hay gente rodeada de muchos (as) pero no se sienten bien, no están comprendidas (os) y, por nada que parezcan terminar de hacer, hallan satisfacción en sus vidas ¡Ni aunque lo presuman! ¿Un ejemplo? Algunos artistas del teatro, del cine... El que trabaja en un restaurant, sirviendo a las mesas o tras del servicio de barras. ¿Quieres más? El dueño del local comercial de la esquina, varias personas del edificio -o de la cuadra en que vives- pero ninguno vendrá a decirte: “¡Ey! Me siento solo” ¿Te permites esa “debilidad” de admitir tu verdad? ¡Yo sí! Pero no estoy solo.

Hace años, luego de mi proceso de divorcio, me sentía terriblemente mal. No tanto por no haber sabido manejar una serie de cosas de mi vida, los aspectos económicos o sociales. Sino esa relación con la persona que había escogido como esposa “a perpetuidad”. ¡No! Me engañé, la engañé (y los errores duelen) (también se pagan) y, al hacerlo, perjudiqué una parte del proceso del crecimiento debido de mis hijos y, a largo alcance -mis pecados- perjudican a toda la sociedad (no solamente a mí).

Dios siempre estuvo cerca.

De hecho, por no querer o no saber oírlo, tuvo que enviarme a un ángel (su nombre es Mónica N.). Podría escribirte horas, narrándote las muchas veces que ella me curó, vendando mis heridas mentales -tomándome de la mano- hasta que me puso en el camino correcto. Podría decirte tanto, pero -lo importante- no es lo que ella hizo, ni agradecérselo públicamente (así como tampoco homenajearé a otras ni a otros) porque lo relevante, es que tú -igual como yo- superarás todos tus problemas, y quiero que sepas que (si no ves a Dios cerca) algún ángel te está enviando para darte Su ayuda.

Quisiera sentarme, frente a frente (o a tu lado) y hacerte una cálida visita. Me gustaría  saludarte, como si fuéramos parientes, pero no tendremos esa  familiaridad de confianza. No sólo porque estemos geográficamente muy lejos o físicamente distantes, sino que -en muchos aspectos- somos ajenos (extraños) por diversas circunstancias y realidades distintas. ¿Podemos o sabemos ser hipócritas? ¡No! Y te animo a que sigas, que seas más fuerte, pero nunca te cierres. No te abandones.

¡Sabes! Antes de comenzar a escribir, mi mamá ya comenzaba a disponer de mí. Yo tenía (tengo) un par de compromisos, pero ella ya me ponía en su lista de “cosas pendientes” (y no está mal que lo haga). Con certeza, inmediata precisión, le dije: “Mamá será luego” (y me entendió) ¡Yupiiiiiii! (al fin pego una) ¡Je! Je!

Al salir, con el dinero en mi mano; no me puse a considerar la basura de la calle, el ruido de esa gente... Mi objetivo era inmediato (comprar pan) y no presté atención a otros detalles (mismos que no están bajo mi influencia ni mi control).

Mientras subía, pasando por la escuela de una iglesia evangélica. Observé a una multitud de niños. La maestra, una morena, parecía darles instrucciones, mientras que -un reducido grupo de ellas y de ellos- advertía que yo les miraba, sentados en el suelo y, siendo como soy ¡Les saqué la lengua! ¡Je! ¡Je! (y me quedé con este recuerdo y la sensación de verlos sonreír, tan contentos, llenos de vida) (aún soy como ellos).

Hice mi compra en la panadería cercana. Cambié palabras con una de las trabajadoras que tenía tiempo de no verla y, según noté, su salud luce quebrantada; pero la animé.

Di un rodeo de 180 grados, saliendo tras de mis pasos, y no me inquieté ni sentí mal (por aquello que yo mismo no pueda cambiar o influenciar) ¡La gente es como es!

Al bajar, teniendo cuidado de no ensuciar el interior de mis pies. Notando dónde debía asentar mis pisadas, pasé -de nuevo- por la escuela.

A distancia podía notarse que cantaban pero, al llegar a ellos, mis ojos se clavaron en sus pequeños rostros, sus expresiones y el ensimismamiento interior de una docena -cuando menos- que cantaban, con aquella ingenua pasión, una vieja canción infantil.

Vi esas caras y sus almas. Vi el interior de sus mundos (mi mundo también) y dí glorias a Dios ¿Saben cuán bello es un niño? ¿Una niña?

No hablo de su belleza externa, lo “bonito” del carapacho ¡hablo de su mundo interior!...

A cada uno de nosotros nos jodieron.

A muchos, quizá a todos, alguien nos dañó nuestro tesoro, nuestra identidad (y nos dejamos robar).

(se me ocurre echarle un anatema a cierta gente) (pero mordí mis labios, porque YO TAMBIÉN TENGO LA CULPA DEL MISMO DELITO y del mismo pecado: Somos tan culpables todos).


A veces, en la calle, me entero de  pesares (los tuyos, los míos).

A veces, sé cómo te sientes y, si me lees, sabrás cómo son hoy los míos: No somos los únicos, ni los últimos ni los primeros.

Conozco la sensación repugnante de ansiedad o la frustración. Hay momentos en que caigo en ese círculo en que nada parece marchar a mi favor y no doy con la causa medular de muchos problemas ¿Me culparé a mí mismo o buscaré a otro “culpable”, si soy yo mismo quien me los lo hice? (más de una vez).

En la escuela de la vida -en más de una ocasión- este interactuar con los demás nos desprogramaba. ¿Tuviste alguna amiga, o amigo, inseparable? ¿Qué les pasó y adónde has llegado con ellos?

Sean cuales sean las muchas respuestas, las excusas y las verdades, ya no están aquí.

Han pasado años, quizá medio siglo, y sigues en la misma pelea (incluso golpeándote a tí mismo) ¿Serás siempre así? (Sé que no).

Hay en mi mente un par de caritas.

Pienso en las niñas, algunas más lindas, que ví en esa escuela.

Pienso en Alexangerla (una niña más hermosa) a la que ví crecer, casi entre mis brazos y, aunque no soy su padre biológico, las circunstancias le dieron mi apellido.

Su belleza no es la externa (es la de adentro, y me ha cambiado varias veces).

Cuando pienso en ella, lo que suelo contemplar, es la circunstancia mía y -también- la de ella. Cuando miro a los niños, no siempre, observo lo que fuimos y, no sé ni cómo, terminamos negándolo, perdiéndolo.  ¿Por qué nos rendimos? ¿Qué nos pasó? ¿Por qué nos dejamos vencer?

Hoy, en 50 años de infancia prolongada, puedo ver cuánto he crecido, que no soy el único loco y, aunque cualquiera me deje, aunque cualquier persona de mi agrado se vaya (o yo la bote) seguiré siendo yo (y tú serás tú).

Es un milagro este momento de coincidencias.

Puede que a ti te guste el color rojo, pero a mí me gusta el azul, el verde...

Puede que no quieras leerme o comprender, pero yo sí puedo tener interés en escribirte, el tiempo suficiente y la atención para hablarte, dispuesto a dedicar algunas horas en lo que tú no quieres meditar o charlar con alguien. ¡Eso está bien! (tú eres tú, yo soy yo).

Cuando voy por la calle, mirando a los ojos, tengo una idea de lo que hay en las personas (incluso lo que ocultan) ¡Es su problema! Siempre que no me afecten.

Uno puede toparse con personas que son dominantes, egocéntricas, habladoras de pajas (otras más mentirosas) pero, en la escuela, ¿no las viste ser así?

Puede que copiaste sus malos ejemplos, de la misma forma en que te copiabas los exámenes. Es posible que, imitándolas, pensaras que lograbas ser mejor que ellas, pues, imitando también se aprende; pero ¿fuiste así feliz? ¿Te sientes mejor hoy?

Yo quiero animarte.

Esa falta de sosiego, que conmueve tus soportes, puede cambiarse.

Hay en esta vida -una extraña energía- que nos fortalece en medio de nuestras reticencias. Puede que no sea “mi” ángel, pero puede que pronto halles a la que será tuya. Es posible que a nadie “tengas” (tampoco “tengo” a nadie) pero hay muchas personas que se “tienen” y, lo que nos dejan, sirve para el resto de lo que nos quede en la vida (no es tan mala, a pesar de los muchos o pocos trancazos).

Podría decirte que vivir tiene algunos ciclos pero -mejor- descúbrelos tú.

Quisiera animarte y, aunque lo intente, esa es tu parte, en el arte del vivir: Puedo pasar toda una semana feliz y, al venir el día aciago, puedo olvidar “toda” la dicha que haya tenido, dándole permiso a la adversidad para PERJUDICARme, incluso dejando salpicar a todo mi pasado, a todo mi presente, como si el “futuro” no dependiera del HOY. ¿Sucede así, contigo?

Toda esta semana me han estado llamando, consintiendo, mimando y -si ella no me busca- si ella no me llama ¿se acaba el mundo para mí?

¡Pardiez! Eso es egocentrismo y, en caso que ella (o tu él) no estén ocupados... ¡Llámalos y búscalos tú!

Si es un “mal” momento. Si están alquilados por la dictadura de cumplir sus horarios de trabajo ¡Envíales un mensajito! (Demuestra cuánto les quieres) LAS ACCIONES SE OYEN MEJOR QUE LAS PALABRAS (no lo olvides, amiga y amigo desconocido).

Si no te notan, si están enojados, demuéstrales que TÚ HICISTE TU PARTE (el resto queda a responsabilidad de ellas y de ellos) ¿Es humillante amar? ¿Negarás y huirás de lo que sientes?

Te animo a no abandonarte (ni a abandonar a nadie).

Te escribo para decirte que yo he estado allí, donde estás, o dónde estarás.

Hay que salir, dar la cara y hacer ciertos esfuerzos: Valen la pena. Se re-valorarán.

Hay momentos en los que pedirás una señal (quizás demasiadas) y, lo que pides, puede ser justo y necesario ¡Es válido! Porque esta vida es valedera.

Quizás alguno alzará la vista,  a la morada del Sempiterno, y le dirá:
·         ¿Me olvidaste?
·         ¿Por qué me haces esto?
·         ¿Me lo merezco?
·         ¿Qué hice yo?

Pero, en el fondo, uno le busca -a Él- como el culpable. ¿Tiene Él el deber de reparar lo que nosotros estamos dañando?

¿Dios es culpable de todo lo que nos pasa? (¡Bienvenido al grupo de equivocados!) (Dios es inocente).

Hay momentos -en la aridez de las dudas- que se mira a diestra y siniestra, pero no comprendemos las señales barajadas en la respuesta que NO reconocemos por lo escondido del camino.

Por otro lado, para evitarte la ilusión del engaño, debes aprender que: Lo que fácil viene, fácil se va (esto para que valores -algo más- la dicha, las personas, que hoy tienes contigo).

Esa guía “universal”, multiuso y aplicable a toda circunstancia: NO EXISTE. ¡Sé realista! (madura).

Muchos de nuestros problemas, existenciales como todos, tienen que ver con dinero, autoestima, la salud, el trabajo, un divorcio, alguna disfunción, etc. etc. ¿Te rendirás?

Cuando el dinero escasea -la falsa sensación de seguridad que proporciona- se estremecen los cimientos del ego, los vínculos que apoyan las familias e incluso, se resienten aquellas  relaciones que creímos sólidamente basadas en auténticos afectos (no olvides: “No todo lo que brilla es oro”). ¿De qué está hecha tu familia? ¿Con qué se une el bloque de quienes consideras tus hijos, tu esposa (o) y los que “tengas”? (Piensa en ello: Descubre si, lo que sientes o haces por ellos y ellas, es realmente genuino).

El dinero, la economía, son sólo un aspecto de tu vida. Si todo gira por este ídolo, si todo -en tí- se basa en su uso o tenencia: No tenemos nada (y somos más pobres).

Sacando ese aspecto de los motivos que inducen la soledad, sea emocional o física (porque, quienes tienen “muchísimo” dinero, se sienten más solos que nosotros y, más de una vez, en diversas etapas). Hay que ver qué aspectos adicionales nos producen desventajas: ¿Somos leales o infieles? ¿Valoramos o subestimamos lo que recibimos? ¿Nos alejamos de quienes se acercan? ¿Somos ingratos desagradecidos?

Algo falla en nuestras vidas y no todo puede achacarse a otros. No podemos seguir  endosándole a terceros nuestras faltas.

Esta semana, pese a mi buena voluntad, compré algo valiéndome de la internet. Normalmente, me gusta hacer todo en persona, me gusta dar la cara y que me den la cara, pero -el tiempo o el dinero- me molestan (no soy el único). Quise viajar a Maracay, hacer la compra en persona y, al considerar los costos, supuse sería “más caro”; así que tomé la internet, pensé todo iría como “estaba” diseñado (y fue un error). ¿No te equivocas? ¿No lo resuelves?

La mercancía no ha llegado. No caí en la ansiedad de recriminarme y dejé ese asunto en manos del pastor Eduardo. Él, por su trabajo se inquieta y, con premura necesita usar el scannner. La pieza que esperamos no la hemos visto, sino en fotos y en un monitor. Se supone vendría, en un “rápido despacho”, pero ni los mismos empleado de la firma sabían cual era el destino ni qué mecanismo emplearían para saciarnos en le angustiosa espera (no es un parto, pero sí lo parimos) ¡Je! ¡Je!

Gaby, una empleada de esa compañía, me había llamado. Me alegré, la saludé, pero -para mi sorpresa- ella me preguntó “si yo había realizado el envío”. ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! (Dios) Nosotros mismos hicimos la compra, pero ellos debían hacer la entrega...

Hablamos un buen rato. Nada que tuviera que ver con una relación comercial, sino de cosas de esta vida, abandonando otros intereses mundanos: Supe de su hijo, lo que ella estudia y lo que ella le enseña a su bebé de 5 años (pero ¿y el paquete está en camino?) (ella investigó los datos).

La primera vez que la oí -sólo la “conozco” al teléfono- me produjo cierta decepción: Una rabia repentina. La escuché, controlé mis emociones y, no sabiendo quien era, le solté mi inmediata respuesta y ella la procesó, cambiando su actitud... (me estaban cobrando 20Bs INJUSTAMENTE adicionales, mismos que -en la compra “ON LINE”- ninguno de ellos argumentaba ni anunciaba como accesorio adicional separado)La lógica reacción fue coger una “red chair” para golpear  a ese negocio. ¿Cómo advertir esa clase de trampas).

Han habido una serie de mensajes, re-confirmaciones de datos de envío, mismos que me demuestran el desorden administrativo de algunas compañías, las vulnerabilidades humanas y NUESTRAS malas mañas. Gaby, siendo empleada (pero mujer) recibe instrucciones... ¿Qué pasaría si la sacan de allí? ¡Ya lo sé! Pero hay gente como Gaby en nuestras vidas, tracaleros como Emilio en algunos de nosotros, y LA FAMILLIA (a la larga) es la entidad más perjudicada por nuestros “desórdenes” administrativos. Mentir es un desorden. Tratar de sacar ventaja de las necesidades ajenas es DESORDENAR. Engañar, incumplir, etc., son símbolos de nuestro desastre administrativo, nuestro desorden emocional ¿Buscará Gaby otro empleo? ¿Seguirá Emilio teniendo gente eficiente en su empresa? ¡Quedará solo!

Conforme es adentro, es afuera.

Insisto, el deSorDen se puede reparar.

Hay que hacer algunas tareas para cambiar: Lo de adentro, para que se vea afuera.

Hay penumbras, densa incertidumbre, pero -LA LUZ- siempre llega (a menos que adores la apatía).

Siempre hay una llave para salir de la cómoda holgura que corroe -herrumbrosa- las puertas que solíamos abrir con PEREZA en un simple giro de manos.

Los equívocos de fallas, irreales expectativa, estrangulan ciertos planes (proyectos fallidos) y no debemos dormirnos en los oscuros abismos de la desidia.

Ciertas consecuencias no deberían determinarnos y, otras razones, no parecen concluir este proceso de entender o aprender: La razón es y está en nosotros ¿Nos gusta ser o estar así?

Quienes nos aprecian, no lograrán guiarnos y sólo nosotros debemos enrolarnos en la búsqueda de nuestra verdad. Ese entendimiento (de quienes somos) viene tras la reacción a la revelación que nos asusta, una vez expuestos nuestros verdaderos motivos, olvidados en las incoherencias de los recursos de la mentira.

La soledad, como factor de cambio necesario para entender la crisis del ego, desvirtuando la necedad del altar del egocentrismo, deja colar a la razón que nos ciega (razón visceral, razón emocional y razón moral-espiritual).

La tristeza depresiva ensombrece el pensamiento cuerdo, lúcido y auto-analítico. El pesar despliega sus alas aciegas de la negación, para soltarnos en la miseria de su negra oscuridad.

¡No estás sola!

No estoy solo: Tampoco tú.

He soltado -a medias- parte de mis amarras y siento el vacío de separarme de mi ancla, de lo que me retenía... Pero ¡Voy contigo! También.

Si quieres llamarme, te invito a hacerlo.
Si quieres oírme, invítame a tu vida.
Si no sabes cómo, he dejado mi marca...

¿Difícil, es para tí, buscar a otro igual?

No puedo hacer más.

Depende de tí: Hice mi parte.