domingo, 11 de diciembre de 2011

¿Te sientes enjaulado?



Esa sensación de frustración, de limitación o de algún tipo de impedimento al logro es frecuente, mayormente cuando uno vive en una sociedad o mundo emocional que tiende a empujarnos hacia la dispersión de objetivos, más que a la calma de una sana diversión o vida sana.
Por lo general, si viviésemos en una vida bucólica, simplísima, nos ocuparíamos de una sola cosa (producir comida) y nuestras ansiedades serían enfocadas al clima, a los hijos, la ropa y simples placeres hogareños; pero, en la complejidad citadina, ese todo sencillo se complica, y se enreda con el número de miembros del núcleo de la familia (si la tenemos) y se amarra o empaqueta con las facturas, las presiones del alquiler o el pago de los giros del auto, la casa, los equipos o la acumulación de deudas (sumar las que otros depositan en otros).



La religión, en cualquiera de sus formas, es una válvula de escape (pero no es una forma o norma de vida hasta que no se interioriza o no se practica). El alcohol, las drogas, la comida o el sexo, tienen un nivel que varía el impacto de esa sensación de frustración, lo mismo que haría el deporte, el ir al teatro, al cine, etc., porque esa corriente de energías MAL represadas tiene que drenar por alguna parte y en alguna dirección.
En esto de la vida y sus complicaciones citadinas, un día podemos amanecer en paz (tal vez un sábado o domingo). Amanecemos como muertos a muchas cosas, pero intensamente vivos a las importantes, a las personas y ya no al empuje de las cosas intrascendentes. Podrías levantarte a oler una flor, pero no tienes flores ni un jardín en tu casa. Podrías levantarse, abrir tu ventana al aire fresco, pero estás rodeado de altos edificios o feos ranchos, y es poca la brisa que pega en tu pecho a cada mañana (sin embargo ¡vives!).
Es cuestión de actitud. Todos somos aptos para cambiarla. Tenemos aptitudes al cambio, a la mejora, a la superación, pero hay que tonificar la ACTITUD (siendo más aptos).
En casa de mi mamá (la que usualmente me interrumpe que jode) hay una jaula de aves: 5 periquitos australianos (lovebirds) y 1 azulejo. He contado, en otro lugar, que mi hno “A” lo rescató cuando éste se cayó del nido y terminamos alimentándolo en nuestros puños… (hacen 6 meses) (Mi hno lo salvó en Junio 2011).
Una parte de mí se ha encariñado con ese animalito. En 1er lugar, su canto es totalmente distinto al sonido que emiten los australianos (el azulejo es el “extranjero”, dentro de esa colonia de 5). Una parte de mí quiere soltarlo, pero no soy el dueño y, aunque lo hiciese, hemos considerado que no tenga la autonomía de vuelo o la suficiente vivacidad para insertarse en una colonia de SEMEJANTES o, por otro lado, tememos que los gatos del vecindario se lo coman (aunque hay bastante basura, alrededor, como para que lo subestimen).
Ese azulejo, que alimenté varias veces en mis manos (no fui el único) me agrada y, mi deseo (frustrado) por dejarlo ir me hace pensar en él, más que en mí. ¿Cómo amará a uno de los suyos, si no está con ellos? ¿Cómo tendrá sexo, si los periquitos australianos son tan distintos, copuladores, y éste, ni sabemos si es hembra o macho?
No sólo me ocupa pensar en su vida sexual ¿sobrevivirá y se insertará en la comunidad de los suyos? (seguro que sí ¡Canta muy bien!). Sin embargo, saberlo libre, independiente, me traerá más dicha (aunque sus padres y probablemente otros venían a esa jaula para alimentarse, mientras lo tuvimos en otra parte del edificio).
Esta mañana, cuando le oí cantar ¡tan gozoso y lleno de las energías de la vida! El azulejo me hizo recordar muchas cosas (lástima que no escribo tan rápido como pienso y la mente se me dispersa en lo que otros piensan).
Ese emplumado cantor prisionero me hizo recordar la historia de José, el hijo predilecto de Jacob (Israel). José, siendo la envidia de sus hermanos por tal predilección, fue vendido a extranjeros, desterrado y excomulgado del amor de sus padres ¡por simple envidia! (podría imaginar que otros polluelos sacaron al azulejo del nido… pero no lo hicieron).
José creció enjaulado, pero no prisionero.
José creció limitado, pero no impedido y, asumiendo creativamente parte de esas circunstancias frustrantes -en ese cerco de encierro- sin mirar sólo las limitantes, procuró ser el mejor y, al hacerlo, sobresalió, no sólo al resto de los que compartían el mismo lugar, sino que se desprendió de lo que pudo ser el mismo destino (Gen. 39:22).
¿Reconoces al José que hay en ti?
¿Comprendes las veces que pudiste ser distinto, y te adaptaste a ser como los demás?
José, a sus 17 años ya TRABAJABA (Gen. 37:2) En ese entonces no había internet, no había una biblioteca en la esquina; pero tampoco “estudiaba” para que el papá le comprara un Ipod o la mamá una laptop (su presión “social” era otra) (su responsabilidad familiar era otra).
Como cualquier muchacho (o viejo) José tenía sueños. No sólo soñaría despierto el hacer los planes para el logro de sus cosas, pero la vida le jugó algunas trampas (debidas a la envidia de SUS HERMANOS) y, aunque fue así, tarde o temprano, la vida misma le devolvió la reconducción de esos sueños (Gen. 41:45) (no fue tarde en su vida) (¡Ojo! Nota que LE DIERON UNA HIJA DE SACERDOTE. Uno no puede convivir con quienes no tengan la misma educación o convicciones de fe).
Cuando uno modela la ACTITUD, cuando uno reconduce la indisposición (mediante muchos intentos, usando la aptitud) uno logra progresos.
José le echó bolas al trabajo. Su disposición a HACER LAS COSAS BIEN fue reconocida por los ojos de quienes le rodearon, aunque otros lo ignoraron (tienen completo derecho a ignorarte, así como tú puedes hacerlo).
Al salir de la cárcel (por algo que parecería fortuito) subió de rango y, en apariencia, era un cambio social (pero, igual, su trabajo era de siervo, mas no de cachifo) (¿Tu mente –hacia el trabajo- es de cachifo o de siervo que sirve?).
Un cierto momento antes, una mujer le propuso una interesante tentación. Sexualmente uno puede pensar en muchas cosas y hasta se resbala, pero ¿sería por amor? ¿Cómo sería de incómoda una relación furtiva y extemporánea? (la mujer siempre sería la parte dominante, por el rol de ser la esposa del jefe) Gen_39:7  “la mujer de su amo miró a José con deseo y le dijo: Acuéstate conmigo.”  ¿Tan buena ERA o estaba, que su marido no la atendía? (eso sucede a veces, en cualquier parte) (es posible que ella o su esposo ya tuvieran la costumbre de dormir con quienes les gustase).
¿Qué debe hacer uno, cuando le ponen esa concha de mango? Cómase su mango, pero ¡no la concha ajena!
Hace poco, estas primeras semanas de diciembre 2011, conocí a alguien que hizo como José (no se acostó con la mujer de su amigo). Si éste le dijera –a otros- lo que no hizo, seguramente le tildarían de “pato”, “pendejo” o lo q sea… Este mundo está lleno de “amigos” que se acuestan con la mujer de su hermano. Gente que no les importa lo que hacen, sino satisfacer la inmediatez de sus “urgencias” sexuales y actúan peor que perros, y sabe Dios si realmente sus hijos son sus hijos (en lo biológico).
Yo felicito a José, quien quiera que sea (hombre o mujer). Yo alabo y exalto a Dios porque los tales todavía existen, por pequeños o grandes que parezcan a simple vista.
Y es curiosa esta contemplación mía y relacionarla con pajaritos.
La verdad, muchas veces –es que nosotros- somos como ellos. Podemos encadenarnos a personas, a situaciones (por dinero, conveniencias materiales, sexuales o geográficas) y no percibimos ese momento de cambiar de actitud apelando a la aptitud.
Ayer oí a una mujer llorar... No era ese quebrantamiento del alma, pero era su llorar (ante un desengaño amoroso). No era ese lloro interno que reconozco o manifiesto al ver las limitaciones del azulejo (o las mías) pero eran las ajenas, las que padecemos todos

Hay que VIVIR A LO QUE SE QUIERE, para quienes se quiere y NO siempre por “lo” que se quiere.
En mi mente veo a quienes no he visto y conozco ese aprecio (que ya no es pasión o dependencia). Les saludo, les aprieto con un abrazo de letras… pero ya las interferencias me apremian con estas cosas a las que soy invulnerable estando bajo mi propio techo, en ese lugar que DIOS me ha dado y he pagado con cuotas de esfuerzo y amor.

1 comentario:

Dulci dijo...

Si yo le describiera mi amor intangible a alguien, equis...un hermano de esta tierra que cobija el cielo, muy pocos lo entenderían... supera la pasión, la piel, lo carnal y se centra en la verdadera existencia,
más que en eso que en apariencia "es". Cuando leí la historia de José era adolescente...que adolecen, y ya me adolecía ese otro que vivió hace muchísimos años y que nos mostró sus maneras. Un abrazo de esos que son de veredad, aunque no me puedas ver. Saludos amigo.