martes, 13 de diciembre de 2011

El Azulejo.





Es bien sabido que la vida habla a gritos muchas veces. Hay quienes buscan las respuestas en la sinuosidad del humo del cigarrillo, en el las figuras del café y, lo que verdaderamente les habla –las personas o las circunstancias- no se toman en cuenta.

Ya he comentado algo sobre mi plumífero amigo, en Caracas. Si por mí fuera, lo montara en mi hombro para que conversara conmigo, tal cual “lo haría” el loro de un pirata (pero es mal conversador) (aunque canta muy bien: Enamorará a alguna).

En casa (mi verdadera morada) ya he visto crecer varias generaciones de aves –incluso- algunos vecinos lograron criar un par de guacharacas y, al tenerlas como mascotas, éstas se les han reproducido como gallinas, y no es raro que me visiten, que me roben algunos frutos, o me despierten con su “canto”; así que prefiero la belleza de los azulejos y el canto triste de las lechuzas u otras aves (más exóticas) que ya he visto, tanto de día como de noche (en mi casa he visto hasta venados, pues, estoy muy cerca de un denso bosque).

El azulejo de Caracas, no es igual al tucusito (hummingbird) que vive en lo que tengo por baño. El extranjero, éste que vive en la colonia de 5 periquitos australianos y habla un idioma hermosamente distinto a los lovebirds, no suele conversar conmigo; pero yo sí entiendo mucho de lo que sus circunstancias me dicen. Éste me mira, ágil y atentamente, pero no es capaz de dirigirme un “Hola” que nos enlace en un diálogo, pero sí me presta mucha atención, y hasta es capaz de soportarme algún rato de soliloquios o silbidos (suelo levantarme temprano y les destapo la jaula para que ellos terminen de recibir sus días).

En mi montaña, cuando regreso a mi casa, el hummingbird es más efusivo, y juguetón. Éste, para mi sorpresa, lanza una serie de palabras y en más de una ocasión Dios lo ha usado para responder a mis preguntas (hasta se meten en mi cuarto a saludarme, ciertas mañanas).

El hummingbird (tucusito) como todo niño sabe, revolotea en sus alas más rápido de lo que podríamos contar hasta 3 y, en ciertas culturas precolombinas, se le tuvo por emisario, por mensajero divino, y he tenido que aceptar –por muchas razones- el rol que tiene Dios en medio de la naturaleza para que el hombre y la mujer entiendan Sus múltiples manifestaciones.

Trataré de aclararlo: ¿Han notado las veces que se están haciendo una pregunta –Uds- y las respuestas les llegan por un lado inesperado? ¿Les ha pasado que buscan una cosa, una situación o una persona –por aquí o por allá- y curiosamente LA RESPUESTA les viene por otro lado, de modo inusitado y mucho mejor de lo que se la planteaban?

No siempre son las respuestas o las cosas que uno busca, pero siempre hay respuestas. En mi caso  -que recuerde- he tenido respuestas colectivas, individuales y –en otras- no he terminado de decirlas, cuando una respuesta sigue a otra… Como me pasó la 2da semana de diciembre 2011. Venía caminando por la carretera. Daba gracias a Dios porque fue un buen día de trabajo y, no acababa yo de considerar  apenas  la cantidad de cosas que hice en un solo día, lo bien que gané, etc., cuando un auto azul se aproximó con uno de los vecinos y me pidió que le fuera a reparar su PC ¿No obraba Dios en mis circunstancias? ¿No me hablaba Él, cuando apenas yo comenzaba a platicarle?

Dios habla de muchas maneras. Hay quienes dicen oírlo. Hay otros que aprendemos a interpretar las circunstancias y, ciertas veces, he oído cómo me habla a través de personas… y hasta usando algunos animales.

¿Cómo me lo explico?
Sólo por la recurrencia de coincidencias. No es normal que Ud pida una cosa y, en fracciones de segundos (o en menos de ½ hora) Ud reciba una respuesta (normalmente positiva).

Si concurre una oración, una petición sincera –desde la profundidad del pensamiento del alma- la respuesta, por lo general, ha de venir (conste que no soy mejor ni peor que nadie) (que soy humano, tengo deseos y pasiones humanas).

Recuerdo esos días en que iniciaba mi relación con la incipiente. Emocionalmente yo conservaba trazas de una relación emocional que no terminaba de resolver, de entender y dejar… Yo, como cualquiera, necesitaba una mujer en mi vida, en ese aspecto emocional y físico para el cual fuimos diseñados.
Parte de mí se negaba a desprenderse. Mi hno mayor, de modo inspirado, cierto día fue movido a orar por mí (es algo que NORMALMENTE él no hace) (lo resalto para destacar lo inusual, pero es una forma de ver las manifestaciones de Dios en nuestras vidas).

No preciso cuánto tardé en darle paso a la incipiente a mi vida…

La relación con “la loca” (¡Ja! ¡Ja!) debía terminar, y necesité ceder ese espacio de mi vida para que Dios interviniera, a Su modo y a Su tiempo (y lo hizo).

En más de una ocasión -ante la duda- hube de pedirle que me guiara. No soy de los que fácilmente me dejo llevar por los ojos. Obvio que, cuando veo a una mujer, sé qué busco, sé que miro; pero estaba confundido, encandilado o embelesado ¡qué sé yo! Así que, varias veces le pedí –a Dios- la dirección que debía tomar.
En varias ocasiones, interpretando mi circunstancia, Dios me dio respuestas. Eran momentos en que la una me llamaba o la otra me respondía y una conversación se entremezclaba con las emociones de la otra (¿no sabías eso, verdad?).

Dios me ayudó.

Cuando entendí esa promiscuidad emocional, cuando acepté lo estéril de una relación versus la que necesitaba o deseaba, me sacudí y oré.

Las respuestas fueron distintas, pero precisas ¡exactas!

Cuando cambié el switch, me alejé de la una, para que la otra entrara en mi mente. Ya sé que ninguna de las dos me conviene (en un sano sentido) (somos muy diferentes) pero necesitaba una transición emocional para poder subir a la física (que fue muy buena, aunque breve).

Debo admitir, especialmente a mi edad, que estas cosas no suelen pasarme; pero sucedieron.
Ambas situaciones las disfruté, pero no pueden ser (es como el azulejo casándose con un periquito australiano). Soy ajeno a muchas cosas…

Lo maravilloso, lo que me sorprende, es cómo Dios interviene en NUESTRAS vidas. ¿Cómo me explico eso de pedirle –a Dios- una señal, una guía que me dirija a la persona a quien debo ir (emocional y afectivamente)? y por respuesta, en menos de 10 minutos, resulte llamarme la persona con quien mantuve una bonita relación amorosa (que no duró más de un mes).

¿Cómo me explico, en medio de mis circunstancias y limitaciones socio-económicas, que una mujer hermosa se involucre en mi vida, si no tengo lo que ella busca y yo tenía una relación emocional con un fantasma, al que debía dejar y renunciar?

Dios te pone gente en tu camino para modelar tu vida, para ayudarte a conocerte y reconocerte.
Siempre admitiré lo ajeno, lo extraño, que soy al común de muchas personas. Soy como ese azulejo metido en la jaula, como un extranjero en su propio país.

No soy como los demás y, a decir verdad, cada persona es única, original y, ciertamente, distinta.

¿No es eso un privilegio? Que cada ser puede ser QUIEN ES.

Mi relación –con ambas personas- ya no existe (en el original sentido).

Todos -y cada uno- seguiremos en nuestras jaulas y, lo que no fue ya no será.

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