miércoles, 19 de septiembre de 2012

Lo que ella me dio…


Sé que debo una respuesta a mi duelo.

Mi opinión, o interpretación de los hechos, es nada a lo que pasó (o pudo pasar).
Sin mirarla, aún puedo verla pasear a sus perros, atrás, por el estacionamiento.
Sin tocarla, sin tenerla al frente, puedo revivir esos momentos –ahora fugaces- de lo que eran horas, en su grata compañía.

Hoy, sin necesidad de su consentimiento, puedo oírla cantar un par de melodías (“Solamente tú” y “Corre”). Su voz, que no era el tono que me agrada, puede decirme cosas que no dijo y, ahora, me las dice (las repite) como si fueran sólo para mí…

(“Solamente tú” y “Corre” son cantadas para “alguien”… No sólo para mí, pero puedo imaginar lo que quiera, aun cuando duela o enamore).

¿Qué me dio?

Me dio algo que, como dije al gran amor de mi vida (MP): “Resucitó (despertó) algo que creí muerto…” (o insepulto). Ella me movió LA VIDA y, desde hace 25 años no sabía, no sentía, lo que redescubrí (pero era una relación con mis afectos) (era un enamoramiento con mis sentimientos) ¡Qué sé yo la verdad de LO SUYO?

Encontré, a través de esa interacción, muchas cosas. Descubrí –me tropecé- con el YO que soy y el que había encerrado, cautivado… ¡No era yo! (siendo YO).

Esa mujer me hizo sentir que mi vida estaba unida y dependiente del estar con ella. Todo yo cambió, me involucré –tanto- que mis ojos evitaban ver otras mujeres, otras piernitas, y mire que –a ella- no la vi como un objeto (no la toqué como a una cosa) sino como a esa parte de mí que no sabía si tenía o si era mía (pero dispersa).

Me dio horas, me dio días y, aunque NO ERAN COMO HUBIERA DESEADO, fueron los que ella dispuso y, SIN PEDIRLOS, me los dio. ¿Cómo ponderar o “valorar” lo que no puede preciarse con un valor, con un precio: Yo era feliz (y más con ella) (pese a nuestras MUCHAS diferencias).

Me enamoró, me sedujo. Ella sabía lo que hacía y, de mi parte, no sabía –bien- lo que pasaba (hasta que comprendí y me retiré) (por mi bien) (y el suyo, también).

Me abrió a una vida a la que me había negado.

Sus manos, sus pies, sus ojos, las pecas de su espalda, sus axilas, sus brazos, la sensación de sus piernas (en mis manos) palparon cosas que no viví antes. Tocar su vientre, ver su ombligo, su delgadez… Era como retroceder a mi adolescencia (y pude verla como era ella, con los ojos en el pasado).

No era un beso lo que buscaba.

No era tocarla o gozarla: Yo me entregué en profundo amor y admiración (ella lo supo, ella lo vió).
Me dio más de lo que pude dar con helados, refrescos, mi tiempo o mi vida (Repito: Viví gracias a esos encuentros) (Yo estaba como muerto).

¡La primera vez! (omitiré algo que la delató, muchas veces).

Fuera de ello, era como viajar en el túnel del tiempo (no aseguro lo que ella decía, salvo lo que me hizo sentir) ¡Volé a mi pasado! (Me sentí mejor que con MP).

¡En fin!

No reciclaré lo que sé ha pasado (puedo encerrarlo en ese baúl y encadenarlo, y no permitir que me suceda –dos veces- con la misma mujer).
¿Qué me dio?
Dándome “poco” fue un catalizador (muchos de mis versos –los más sentidos de este período- salieron de lo que me sentido POR ELLA).

¿Qué me dio?

Una decepción, un dolor (que no es único) pero que yo no dejaré que nadie sienta por mí: No dejaré que nadie me permita enamorarme, y menos si esa persona tomará una decisión que me excluya, luego que dice “cosas” que parecen decir un “Te Amo”.

Me dio tanto, me dio lo único que YO SABÍA TENÍA (pero no era mío) (y eso es lo que me basta). Por fortuna, siempre me dijo: “No quiero herirte” y, si lo hizo –dos veces- fue porque yo seguí tras sus pasos, tras sus ideas o insinuaciones ¡Yo la acepté! Yo la quise y SÉ QUE LA AMÉ. ¿Tenía algo más? ¿Tuve algo mejor? (hoy nada sé).

Puedo ver esas fotos (puedo borrarlas o romperlas, también) ¿Cambiará algo mi vida? ¿La olvidaré? ¿Reduciré los hechos?

¡No fue sólo un beso! (fue algo más hermoso) (aunque la compare a Franchesca, la mujer de la película “Los Puentes de Madison”, con Meryl Streep y Clint Eastwood).

Ella, para mí, tuve la sensación de que no debía dejarla y, comprendiendo QUE NO TENGO LO QUE QUIERE, me hice un favor, dejándola ir (se iría, de cualquier modo) (yo también).

Por otro lado, en lo espiritual (lo moral me importa poco) (aunque no hicimos nada amoral o censurable) esa oportunidad de tenerla cerca me dio una gran lección y, aunque creo en Dios, hoy le guardo rencor: ¿Cuánto debo vivir para entender o dejar de creer? (tengo una querella personal con mis creencias: O creo o dejo de creer).

Así que, un beso –comparativamente- ni el tesoro de mis vivencias redescubiertas, son nada en relación al amor que compartí CONMIGO MISMO a expensas de la existencia de ella. Si tiempo, las horas conversadas, el tiempo de vernos, juntarnos, palparnos, etc., quedan como un hito en mi vida (lo que hice –yo- en ella -¡pues!- es patrimonio de sus emociones, sus vivencias ¡que las atesore ella! (como yo atesoro sus fotos, sus palabras… Y esas cosas que no sé, ni debo decir).

¿La amé?  ¡Sí!

¡Más que a lo que tengo –hoy- por vida!

Y si en mí estuviera el poder decidir: “Hasta aquí llego” (ya lo he pensado) (y es mi rencilla contra Dios) ¡Me largaría con todo LO QUE ME DIO!

Y de la vida me despido (pero no muero cuando quiero, sino cuando no quiero).

¿Para qué vivir? Si lo que se cree tener no es mío o, por defecto, a quien se quiere dar, no tiene interés genuino para recibirlo (No era sexo: Era amor).

¡Me dio tanto!  Quitándome nada.

(Excepto lo que yo sé) (Y un no sé qué que –todavía- podría extrañar, y no es amor).
¡Puedo verla! (y no me ve ni sé si soy visto)

Puedo leerla (ya sin interés) y “lo que me escribió” (no fue para mí: No puso mi nombre) (escribe para tantos) (no creo un par de sus mentiras, ni en su falso amor).

¡Qué importa! (no es amor) (pero a amé).

¡Me dio tanto!   Dejándome en nada.

A.T.          Sept 12, 2012

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