jueves, 23 de agosto de 2012

La decepción duele, sin embargo, deberíamos ser agradecidos (a): ¿Cuántos años o cosas se habrían perdido si no supiésemos esa verdad que nos hiere? ¿Cuántos planes y vivencias habrían fracasado si, toda esa confianza, jamás se hubiera zafado de quien nos maltrata, nos desilusiona, tras un desengaño?

Prefiero ser agradecido! Prefiero vivir lo que vivo y, sin embargo, al final, DEJARÉ DE VIVIR...


He amado un par de cosas, más valiosas que mi vida y, si el compromiso formal no existe, si no llego a tener los medios económicos (que hoy no tengo) y los medios materiales humanos para sustentar -todo o nada de mis sueños- prefiero no seguir, y no volveré a desengañarme ni a ilusionarme.


Hay un punto del COMPROMISO que no tiene porqué atar, pero sí comprometerme en responsabilidades (morales, espirituales)... 

No estoy a la altura de ser responsable, pero sí deseo hallar a la persona a la que pueda confiar toda  mi exclusividad: Emocional, afectiva, sexual y espiritual.

P.S.
¡Ella existe!
Pero no sabe que yo existo y languidezco...

(y la seguiré esperando, si Dios me ha puesto esta tarea).


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