viernes, 18 de noviembre de 2011

Plan de Contingencia

Rumiaba qué escribir en la cama. Pensaba cosas personales, en la relación de parejas, ejercicio físico. Ya tengo planes de irme a mi montaña, mi solaz y refugio, pero algo pasa, de forma inadvertida, sin pre-visibles.

Acomodaba la almohada de plumas, en lo que parecía una mañana relativamente fresca, cuando mi mamá tose y -a gritos- pronuncia mi nombre. Corrí a su cuarto, creyendo algo le pasaba y, al encender la luz, se ríe (esa vaina no me la había hecho) (pero no caigo dos veces, como aquel cuentico de la fábula: “Ahí viene el lobo”).

Normalmente me recupero rápido. Gracias a Dios he aprendido a sobreponerme, sea en el carácter, el humor, pero también “me arrecho” (en ambos sentidos: El venezolano y el colombiano).

Seguí mis ideas y, aunque no siempre escribo a la velocidad en que pienso, tomo algunas notas, no todo se pierde, y sé que siempre habrá gente que no me entiende y yo no la entiendo.

PLAN DE VIDA Y PLAN DE CONTINGENCIA

Me vine a Caracas, no hace mucho, para un trabajo que resultó ser distinto a como lo imaginaba. No que el empleo, en sí, me atrajera sobremanera, sino una relación que mostraba sus flaquezas al inicio (mayormente de mi parte) pero siempre procuro llegar hasta lo último; salvo cuando la sopa me sepa mal al primer sorbo (y en ésta todo me sabe bien, pero preveo la contingencia antes de que se disparen las alarmas).

Todos queremos BIENESTAR. Lo veo en el gato que se tiende bajo la sombra de un árbol florido, lo veo en el perro que se echa melosamente en el piso para que yo lo acaricie (así sea con mi pie, o a regañadientes). Todos, sin distingo de géneros, queremos vivir bien y, si ya lo estamos, procuramos lo mejor, lo inalcanzable, dentro de lo posible. Ese es el plan de vida, general, de todos.

Hay momentos en que uno es lento o torpe para reaccionar. Es como un switch que quitamos o ponemos para evitar represalias, violencias, errores y daños. Es ese mismo interruptor que uno activa cuando una persona se nos acerca mucho en el ascensor o en el metro y que, haciéndonos el pendejo, “miramos a otro lado”; pero con la puntilla del ojo notando lo molesto o lo incómodo de la situación, pero la soportamos para evitar mayores consecuencias (o simplemente salimos o nos retiramos o formamos peo).

Bendigo a Dios porque, algunas de mis reacciones son acertadas, oportunas, menos controvertibles que antes (¡Gracias, Dios!).

Ciertamente, no siempre he sido el que soy. Reconozco las miles de veces que me equivoqué -y me equivoco- y mientras viva el presente, difícilmente percibo la trascendencia de las decisiones inmediatas, de la incontinencia en mis contingencias ¿A dónde me llevarán éstas? ¡No lo sé!


Hace más de 15 años debí divorciarme


No lo hice por ese pensar en lo correcto, en lo que debía ser o podía ser. Si hubiera reaccionado, si hubiera actuado, tendría un solo hijo, no tres (ni una hija nacida luego de mi vasectomía…) ¡Ja! ¡Ja! (La ley es ciega, yo no; pero todo tiene su precio).

¿A dónde estoy mañana? ¡NO lo sé!

Obvio que mis sistemas de seguridad, mis cámaras, funcionan (miopemente) pero nada me pertenece. No soy dueño del mañana, no soy dueño de este día; pero no me abandonaré a una promesa NO HECHA, a una corazonada placentera… Aunque no deja de sorprenderme que, cuando la pienso, cuando oro por la relación, ella me escribe o me llama ¿qué es lo que en verdad le falta? ¿de qué yo adolezco?


En toda relación, así como a cualquier aparato o sistema, hay que estar pendientes de los detalles, del FUNCIONAMIENTO. Hay un funcionamiento aparente, externo, pero hay uno interior (de uno y de cada persona) que hay que supervisar, monitorear y AJUSTAR (de forma preventiva, correctiva: Por mantenimiento).


Tengo una amiga que, a parte de su buen oído musical, distingue muy bien los ruidos de su auto (así como otras cosas) (¡Ja! ¡Ja!). Similarmente, uno -en sus relaciones- debe reconocer sus ruidos internos, así como los internos (para corregirlos y ajustarlos). Cuando una PC comienza a fallar, algunos lo notan, se puede hacer algo, otras veces, se quema la fuente de poder, la memoria o el procesador ¡Se pierde todo! ¿No pasa así con muchos asuntos de nuestras vidas, al igual que las relaciones?


Si alguien me dice "Manuel", y ciertamente ese no es mi nombre, su enfoque no es mi persona, lo que me identifica, sino otras cosas, otrras situaciones y relaciones ¡No las mías!


Si yo beso a una mujer, pero estoy pensando en otra (una que se fue, una que deseo que vuelva o que venga) mi desenfoque, mi MALFUNCIONAMIENTO  -naturalmente- perjudicará mi actual relación, su trascendencia y permanencia en el tiempo: Yo no soy Manuel, Yo no beso a nadie de mi pasado y todos podemos concordar en que hay mejores y peores personas que NOSOTROS, pero el funcionamiento de una relación debe ser puntual, JUSTO y fiel. Fiel para con la una y con el otro. Justo para con aquel y justo para con aquella. Puntual para con la mujer que se tenga y con el hombre que se entregue.


¡Gracias, papá!

Las veces que te pedí confirmación ME LAS DISTE.  Ahora veré si esto funciona por inercia, por voluntad, o por el azar (pero he visto el enfoque de las prioridades, eso no se desvirtúa ni miente).

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