lunes, 16 de enero de 2012

El viaje del vivir.


Hay una canción de Steve Perry, (Strung Out, Journey) que dice: “Es difícil amar a alguien, especialmente cuando no te pertenece”. Hay dos formas en que puedo ver esto: 1) Hacia dentro y 2) Hacia a fuera.

Hacia dentro, pienso en las veces que elegí estar con personas a las que no podía satisfacer por diversas razones. No era la persona que ellas y ellos buscaban o necesitaban. No les apreciaba por ser las personas quienes eran, sino por esas condiciones aleatorias de la vida, circunstanciales o de mi conveniencia. ¡No era amor!

Luego, hacia afuera, pienso en algunos motivos para esos acercamientos. Muchos fueron genuinos, espontáneamente naturales y hasta bien concertados en un plan, sea de ellos o divinos. ¿Quién pretende casarse si no hay un proyecto de vida?

No tengo idea de cómo se escribieron las letras de esa canción: No es muy profunda; pero sí que lo es el tema que corresponde a cada una de nuestras vidas. Puede que el compositor no sea el mismo cantante o, quizá, el último sólo puso parte de la letra y la expresión del sentimiento… En ese sentido, todos, de alguna manera, hemos llegado a conocer las cosas. Puede que no las hayamos vivido o experimentado pero –como en una buena película- vemos, oíos y vivimos la vida de algunos personajes, luego lloramos o reímos (con ellos) pues, hay cosas que se entienden con nuestras vivencias (hacia adentro) y otras que se comprenden con la razón (hacia afuera).

Pienso que la mayor búsqueda humana se centra en el hallazgo del genuino amor (¿Sólo se mira por fuera, sin ver lo de adentro?). Hay momentos en que buscamos el oro o el tesoro, pero no hay nada más apreciado que ese amor que cada persona o animal sueña para sí: Somos ineficientes en darlo, no así en soñarlo e idealizarlo.

Alguien ha dicho, no sé cuál fue su nombre: “La vida es una moneda y puedes gastarla como quieras ¡pero sólo una vez!

Wow! Es una palabra dura.

Si me pongo a sacar cuentas, a ver qué hice con el capital de lo que creí era mío ¡he vivido soñando! (y todavía sueño). Sin porcentualizar lo que hice con “mi” tiempo, sin recriminarme tanto (ya no puedo recuperar nada) eché décadas a la cesta de la basura… “Nadie sabe lo que pierde hasta que no lo tiene”.   (A lo hecho pecho)       ¡Buuaaááá! ...  ¡Sniff!

Pero por otro lado, mucho de lo que quise gastar de mi vida –para mi bendición- no se gastó ni se malbarató; así que NO TODO ESTÁ PERDIDO (pero eso no me alivia al reconocer algunos errores que YA NO PUEDO DESHACER).

¿Nunca es tarde cuando la dicha es buena?


Quizá yo deba reír (Estoy pensando en Neudys). Ella dice que me vuelvo dicharachero… ¿Será que no hay quinto malo?   (¡Je! ¡Je!)

Cuando uno se pierde ¿Qué es lo primero que hace al darse cuenta de ello?

Nunca había viajado tantos días y tantos kilómetros como cuando fui a Colombia, el año 2009. Uno va a Cuba en avión y se echa un par de horas, pero –viajar en bus- es conocer gente, nuevas experiencias, regionalismos, comida típica, paisajes que nunca podrás ver de cerca viajando por el aire y, además, los costos e incomodidades son muy distintas… ¡Hay algo qué contar!

Al llegar a Cartagena, en pleno terminal de buses, me dije: “¿En dónde estoy y adónde voy? ¿Qué estoy haciendo?”.

En ese momento me sentí en medio de la nada, más ajeno de la gente y de ese lugar al que yo no conocía (excepto por la referencia de un nombre, y mis visitas a Google Earth) y, añadido a ello, la incertidumbre del destino, el incómodo calor, la presión de no haber dormido bien y otros costos… ¿Tendría dinero suficiente para mi regreso? ¿Estaba haciendo lo correcto?

En un modo, todos mis planes se derrumbaron y perdieron sentido.

Yo trataba de coordinar el viaje con la chica que amaba en Colombia pero -al no lograrlo- sentí desvanecer ese afecto y hasta ese sentimiento (un buen instante) dejó de ser lo que yo creía era amor, justo cuando mi esfuerzo en nada se volvía, y ¡cómo había trabajado!... ¿A qué me llevaría ese viaje? ¿Hacía yo lo correcto?

Hay momentos de molestas incertidumbres y, según recuerdo, ese fue uno de los más aciagos (muy intenso).

¿Cómo se sentiría Cristóbal Colón? ¡Se imaginan ese peo? Más de una docena de hombres dispuestos a matarlo, todos por la angustia de volver salvos a sus casas, siendo que la comida les escaseaba, luego de tanto viajar sin ver tierra, sin saber cuál era el destino...

¡Pardiez!
¿Cuál es el destino final de vivir nuestras insulsas vidas?

Sé que “la felicidad” del dinero me dura tanto como termino de gastarlo. Sé que “la felicidad” de un orgasmo dura los pocos minutos de todo ese impredecible proceso y -pese a cualquier idea o emoción que pueda pensar o vivir- nada nos deja plenamente satisfechos: El justo come hasta saciar su alma, pero el vientre de los impíos sufre escasez.”  (Pro 13:25)

Es probable que -mi error- no esté sólo en el desatino de algunas conquistas o metas, sino en no apreciar los reales beneficios de cada viaje.
Al parecer -la mujer- disfruta más del camino, que la meta de terminar la ardua tarea del viaje en hacerlo… ¡No lo sé!
Uno –el hombre- es más objetivo, específico; pero ellas siempre dan sus rodeos: Quieren parar por aquí, mearse por allá ¡o arreglarse el cabello!

Uno se sube al caballo, le da un espuelazo (tres coñazos) y llegó a dónde yo quería; pero ellas viven “intensamente” los detalles de cada viaje. ¡Ja! ¡Ja! Cuántas diferencias. (Las más bellas, por cierto).

Me arreché al llegar a Cartagena (no cómo lo haría un colombiano) ¡Je! ¡Je! (Ellos sí saben qué significa eso).

Hice un par de llamadas telefónicas, reorganicé la agenda de mi estrategia de viaje  y –al volver a escucharla- su voz y su cariño me alentaron: Yo iba (y fui) por ella (pero qué viaje tan largo, mi hermano).

Demasiadas manos en la sopa…


Yo hablaba y coordinaba con ella “lo que haríamos” al cruzar la frontera. Creía que había firmes acuerdos en lo que nos decíamos, que era “lo que haríamos” (yo deseaba hacer una parte del recorrido con ella) ¡Pero hice el viaje enteramente solo! (la familia siempre reconvenía a lo hablado con ella). Era racional la intervención, el cuidado, pero yo –también- me exponía viajando a un país con 45 años de guerrilla (menos expuesto al peligro que en “la revolucionaria” Caracas, por cierto).

¿Pero no estaba yo extraviado?


Mi viaje –gracias a Dios- terminó a dónde quise y pude llegar… ¿No sigo aún en mi extravío? ¡Sí! (y no).

Una cosa se entiende al reconocimiento de no saber dónde estamos: Si no sé dónde estoy ¿Cómo sabré a dónde voy?

Hay una gran lección que repetiremos en la vida.

El borracho siempre dirá “no estoy ebrio” porque su conciencia es otra, está divorciada de nuestra realidad, y no desea reconocer la voz ajena, sea del prójimo, de su madre (las mentadas) o las de un recién ganado enemigo.

Hay momentos de extravíos en que la luz (o una voz) nos orienta en las densas tinieblas de este derrotero llamado vida. Otras veces, a pesar de la importancia que tenga ese poder ver de las cosas, torpemente enceguecemos (o nos enceguecen) y ¡Ya no vemos! (No entendemos).

¿Qué se hace, si no puedo ver? ¡Busco una voz!     ¿Oyes esa voz?

Para evitar ponerme rabioso, prefiero hablar o conversar. Si me siento perdido, si no tengo la información en mis manos, prefiero buscarla, indagar o conversar ¡para saber!

Ese oír, el investigar o escuchar, salva muchas vidas

¿Cómo llegar a un lugar -otro país- si no sé dónde está y no lo conozco?

Pregunto, investigo, llamo, converso y hablo…

Hay una imagen -en nuestras mentes- de lo que cada uno de nosotros desea y busca. Puede que sólo sea una idea con demasiados pensamientos, pero son expectativas valederas, ideas prefabricadas y quizá erróneas; pero –al oírlas- todo como que se reconfigura, se reforma y hasta se mejora. Tú amas a la mujer o al hombre de tus sueños y, cuando oyes esa voz, cuando escuchas ciertas palabras, un raro cosquilleo sacude tus oídos, tus entrañas y “sabes” que esa persona está cerca.

Uno con los labios ríe, acaricia, besa y se enamora…
Con la boca se dice, se conversa, se ama, se devora y se embelesa… pero –usada equívocamente- con ella se destruye lo que se intentaba o deseaba amar. (Proverbios 26:28).

En relación a lo que degustan nuestros oídos, con la habilidad de la lengua, tenemos la facultad de acercar LO QUE QUEREMOS (y lo que no deseamos).

En Cantar de los cantares, por ejemplo, hay muchas frases sexys: “Como panal de miel destilan tus labios, oh esposa; Miel y leche hay debajo de tu lengua; Y el olor de tus vestidos como el olor del Líbano. (Cantares 4:11) Pero es algo ridículo enamorar a la mujer que uno quiere con frases ajenas ¡Dígame esos! que dejan que otro hombre les enamore las chicas cuando cantan y oyen salsa erótica (¡Qué asco!)

La muerte y la vida están en poder de la lengua… (Pro 18:21) 

En relación a retomar o hallar el camino, una voz clara es importante.

Si quieres ser maestro de escuela, te harán pruebas foniátricas –auditivas- para saber si oyes o eres entendido (fácilmente leído o escuchado) ¡Yo no!

Si quieres que te ESCUCHEN, has de pronunciar bien tu mensaje o decirlo con palabras buenas, claras y específicas: Lo malo te lisonjea, te seduce o atrapa. (Salmos 34:13)

Me gusta esta proclama de Jesucristo: "Yo soy el buen pastor, y conozco Mis ovejas y ellas Me conocen… (Juan 10:14)

Uno puede estar extraviado, perdido en la nada sin saberlo- y aún Él nos habla. Nuestras prioridades se enfocan en metas temporales, en algunos paraísos de equívocos, pero el Buen Pastor no cesa en Su tarea ni en Su palabra.


"Tengo otras ovejas que no son de este redil; a ésas también Yo debo traerlas, y oirán Mi voz, y serán un rebaño con un solo pastor. (Juan 10:16)

Por experiencia sé que nadie aprende por cabeza ajena; pero ese refrán no es totalmente cierto. Si voy manejando mi auto, al máximo permitido por la corruptible ley de Venezuela ¿No frenaré cuando vea una señal de alto, en rojo? ¿No pararé cuando vea a otros autos despeñarse o estrellarse? ¿Aceleraré cuando veo a otros morir, perdiendo toda Esperanza?

Parte de mí reconoce no haber llegado a ninguna parte del Camino. Sé que el lugar al cual quiero llegar existe, no tanto por intuición o ese abrigo de la ilusión llamado Esperanza; sino por haber estado cerca, en fracciones de segundos o minutos.

Pablo (Saulo Pablo) en una de sus cartas bien ha dicho, luego de disertar: “… la fe es por el oír; y el oír por la palabra de Dios”. (Romanos 10:17) Lo único en que difiero es que no sólo se oye, sino es que Su palabra la de Dios- también habla y hace. Uno no puede predicar ni hablar de Dios, como un fenómeno propagandístico, sin que Él se manifieste. Si Dios no obra, si Dios no dirige, el tiempo y el esfuerzo se pierden: El que en mí cree, las obras que yo hago también él las hará; y mayores que éstas hará; porque yo voy al Padre.” (Juan 14:12)

Me parece una tremenda tontería predicar que yo soy bueno y demuestro ser malo: Soy vulnerablemente humano y enteramente pecador (y estoy tras de la dicha que todavía terrenalmente- no termino de ver o hallar).

Dame dinero, y no seré feliz (me querrán x ALGO, pero eso no soy yo).
Dame a la mujer más bella que se haya visto, y no seré feliz con ella (menos si me hace gastar todos esos churupitos de un solo espuelazo) ¡Ja! ¡Ja!

Dame otro país, dame otra nacionalidad; y muchas cosas no se resolverán porque esa no es la voz que me está llamando¿Qué te llama y atrae, a ti?

En todo caso, si no hallo otra verdad, me bastaré con lo poco que saque...

Con el fruto de su boca el hombre sacia su vientre, con el producto de sus labios se saciará.” 
                                                                                                                                     Proverbios 18:20

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