lunes, 4 de julio de 2011

PALABRAS que ACARICIAN.

Hace años, me enamoré de una colombianita (...). De ella supe, también, que en su vida no querría vivir con un hombre pobre: Lo dijo mirando el techo de la casa ¡Donde viviría conmigo!

Mark, para no decirte el apellido, estaba merecidamente enamorado de ella. Él solía visitarla con frecuencia, con el pretexto de fortalecer su amistad con la familia, pero –más que eso- era para ganarse el afecto de quien lo desdeñaba por estar gordo (que no es lo mismo a ser gordo o caer pesado).
Mark era un talentoso misionero gringo. Hábil en la programación y configuración de computadoras… pero gordo (incomodado y preocupado como algunos).
No le conocí profundamente. No fuimos amigos –no me interesaba- y esto es una versión de algo que solté en uno de mis blogs ¿Sabe Dios dónde!
El tipo se propuso cambiar. En cosa de días (no recuerdo los detalles) cambió su vestuario, reforzó su entrenamiento en el gimnasio y, ¿cómo negarlo?: Amigos y conocidos hacían buen comentario por lo que decidida y sabiamente hacía aquel; no sólo se cortaba el cabello o, se mandaba a limpiar la cara y le hacían un “manicure”… ¡Hasta un auto nuevo se compró!
En la medida de mis posibilidades -pocas- seguí mi ritmo normal de vida. No me puse a competir y, menos a rivalizar, porque no me gustan las carreras y menos las competencias (en todo sentido). Además, siempre dejo que cada persona decida por sí sola.

Al comienzo supe que éste, como cualquier hombre, se sentiría atraído por Teresa (del mismo modo como su humildad y encanto exterior, me atrajeron).
No preciso cuánto tiempo ella y yo estuvimos de novios; pero la noticia no fue del agrado de “mi” rival y, luego que la chica y yo termináramos, Mark vino a confirmar o a buscar respuestas a inciertas dudas.
Yo sabía que, frente a lo que él hacía, no podría maquillar nada y -ni a largo plazo- cambiaría mi situación económica, ni recibiría el apoyo “casamentero” de la familia a quienes ambos visitábamos.
Además, Mark tenía el apoyo y el dinero de sus padres y, como a las colombianas les encanta la nacionalidad gringa... ¿Quién se quedó con Teresa? (no fui yo) (él hizo muchos sacrificios y consecuentes decisiones de mi admiración y mérito).

De esa lección real de mi vida aprendí algo:
1) Cuando uno quiere un cambio: HAY QUE PRODUCIRLO.
2) Yo no amaba a Teresa: Su anhelo no era el mío.
3) Yo estaba + interesado en ser amado COMO SOY que en amarla "como" era ella.
4) Debo buscar mujeres de mi mismo nivel económico, "religioso", rango de edad -que me gusten- y que su espiritualidad tenga fundamentos parecidos a los míos.

Ella vivía como una cachifa trabajando en la casa de su hermano. Sentí molestias verla en eso. Yo la imaginaba como la cenicienta y no supe cómo sacarla de allí… Pero el tiempo me dio la impresión de que a ella le gustaba vivir en Urb Santa Fe.
Ella soñaba con "subir" (no sé a qué altura); pero yo estaba cómodo en mi espacio, sin preocuparme del status social. ¿Qué me importa ahora? No entraré a esos lugares donde no pertenezco y no hablaré de la opulencia -que algunos ostentan- porque sólo gano lo suficiente para cada día.

Y mientras revisaba mis recuerdos, vinieron a mí imágenes de un conocido que –harán 2 años- le hallé en la ONIDEX. Sin saberlo, de momento presumía con lo que pagaba por usar el aire acondicionado o comprando con su tarjeta de crédito. Me habló, con natural orgullo, de su nuevo auto y de cuánto pagó por la hermosa moto que yacía a nuestro lado.
Yo vivo con lo necesario, contrariamente a cualquier deseo. No gano más, porque mi trabajo depense de las necesidades ajenas –sus problemas- y prefiero que nadie padezca necesidades, y me conformo con lo suficiente…
¡Pero si me gano el Kino? ¿Cómo sabré QUIÉN ME QUIERE POR SER YO?

(yo lo sé).

¡Ja! ¡Ja!

Pero lloro cuando quiero y puedo.
Vivo mi realidad (cuando me dejan) y me gustaría hallar el sueño de mi vida y, si no la hallo -cosa posible, también- no lo lamentaré; porque viví con una ilusión toda esta larga y loca vida.
Lo contrario sería trivial, convencional, y procuro no serlo; aunque como, "cago", tengo necesidades y hieden mis pedos.
Soy humano, mientras pueda.

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