sábado, 16 de abril de 2011

Carta a la Dra Corazón

¡Saludos!

He notado con los años, tras infructuosos intentos repetidos por un éxito amoroso prolongado, que la vida se me ha gastado en la búsqueda de la mujer ideal. Imagino no ser el único heterosexual en esta experiencia de vida y, lo que me sorprende aún, es que me siguen gustando las mujeres jóvenes… y difícilmente me atraen las de más edad, no tanto por algún tipo de fealdad o evidente sobrepeso, sino que muchas de ellas ya han tenido sus propias experiencias amorosas (fracasos como los míos) con el agravante (para mí) de que tienen hijos -de varias uniones- para terminar de criar y, emocional y económicamente, no me es un atractivo, excepto que lidio con esta terca ilusión de que una joven (no menor de 35 ni mayor de 45 años) pueda tener interés en un ermitaño, sin dinero, para una relación de largo término. Las preguntas son, pues de esto sabe Ud más que yo (y puede ser más objetiva)
A) ¿Qué tanto toma a un “adulto” (viejo verde hedonista) comprender estos imposibles y resignarse a lo que venga, bajando esos niveles de exigencia, que tanto tienen que ver con aspectos culturales, económicos, y de la aceptación total de esos hijos que llegan –en combo- tras las series de relaciones de nuestros pasados?
B) ¿Qué es el amor verdadero, sin reparo en mis conveniencias hedonistas unilaterales?

No me pesa llegar, este año, a los 50; pero resiento no haber sabido madurar mis deseos con mi cuerpo (y los gustos de éste) como para aceptar las desventajas de una mujer de mi edad (que puede ser mucho + leal), así como tampoco desconozco el reparo o rechazo que las mujeres + jóvenes experimentan con alguien de mi edad o condición. Estoy plenamente consciente de algunas de las desventajas de una mujer jóven (sin hijos, sin pasado y menos fieles)pero mi mente, mis gustos, siguen funcionando como si fuere un adolescente, y no hayo como dejar de sentir atracción por una mujer de 20 a 40 años... Por estos motivos, consciente de este rechazo generacional, también, no dejo de sertir humanos deseos, ¡y hasta sueños! En suma, ahora entiendo, mejor, porque esta lucha cultural contra las canas, la proliferación de cirigñias plásticas, etc., pero no puedo hacer nada por aceptar cuarentonas, gordas, y con el lastre de hijos ajenos... Pregunta Nº 3: C)¿Hay terapias a mi caso? Envejezco, pero mis deseos no cesan, aunque me vuelvo un viejo. Este caldo de emociones, pueriles -quizá- vive conmigo, aunque no soy el chico de los 18, ni de los 30. ¿Está todo eso en mi cabeza o la vida está en mi espíritu terco?

¡Gracias!

P.S. Créame que me reprocho no haber sabido aprender a crecewr con mi cuerpo, pero mis gustos no puedo disimularlos.

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