lunes, 10 de agosto de 2015

Patch Adams, con Robin Williams


Hace varias semanas traje películas de la casa de mi hermana y, entre las que deseaba ver había una cuyo disco no vino conmigo. Hice la mejor selección que pude, escogiendo de lo que había y buscando lo que pudiera ser realista, más que fantástico o simplemente cómico.
Eran como 6 videos y, cuando quise ver uno de ellos (en una sesión continuada de horas) faltaba Patch Adams, con Robin Williams.

Una vez que uno se acostumbra a ciertos actores, sin ser fanático de alguno en particular, uno puede haber acertado en “la línea” de actuación de esos actores y, al caso, no podría imaginarme a Arnold Schwarzenegger haciendo un papel protagónico en una película de vaqueros ni en una tira cómica de Disney pero ¿No es eso posible?

No imaginé que, hace un par de días, sentado con mi madre a la izquierda, estaría mirando el video que no estuvo en su caja plástica…

Mi madre intentó desviar mi atención de tan interesante película rememorando uno de sus dramas: “Discúlpame mamá pero, este video no sé cuándo lo vuelva a ver… Mientras, tú estás aquí” –Le dije.

No era frustrante decirle mi parecer aunque, en un sentido, ti pudiera parar la película como en una proyección de cine, lo habría hecho, pero era un programa televisado que pocas veces sintonizo: Canales del Gobierno.

¿Qué milagro fue ese que, por una hora, estuvimos sentados uno al lado del otro?



No llevo la secuencia de películas que he visto pero, de Robin Williams, también disfruté aquella del “Hombre Centenario”. Algo tan cargado de humanidad no puedo pasarlo por alto y, por coincidencias, no perdería lo que ya se fue una sola vez.

Patch Adams me ha conmovido mucho, no tanto por la tenacidad que una persona pueda mostrar por sus metas o la manera en que logre impactar la indiferencia e egocentrismo de otras… Lo que más me tiró de los ojos fue esa historia de amor que se truncó, inconclusa, por esa fatalidad de la chica violada y asesinada (con el posterior desmoronamiento emocional de uno de sus personajes).

¡Dios! Esas fatalidades existen…

:(

http://www.eluniversal.com/arte-y-entretenimiento/140812/verdadero-patch-adams-siente-tremenda-tristeza-por-robin-williams

Cuando leo la vida de Ezequiel, me identifico con su desmoronamiento, con el desandar de su dicha, con la fatalidad –cuyo propósito no entiendo.

Eze 24:16  Hijo de hombre, he aquí que yo te quito de golpe el deleite de tus ojos; no endeches, ni llores, ni corran tus lágrimas.

¿Qué hombre o mujer no se conmueve ante esas palabras?

¿Qué mente no se obnubila, o qué corazón no se embarga?

Sin embargo, al paso de la vida, situaciones similares se han vivido, directa o de segunda mano así qué, visto todo el drama de esa película –cuyo mensaje raya en lo cristiano y esos cuestionamientos- hago este comentario, y mi reconocimiento a esos méritos.

A.T.

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