Largamente, por varias décadas, he visto
la importancia de la amistad. En primer lugar, declaro, no soy ni he sido buen
amigo, con nadie ni conmigo y, a esta edad, donde comienzo la decadencia física
y mental, tal reconocimiento no es gran cosa (pudo enmendarse muchas cosas
antes). Quien es buen amigo, no se divorcia, no roba, no miente, no hiere, no
mata y tampoco se deja hacer daño, ni física ni mentalmente.
Recurrentemente, inconsciente o no, al
sentirnos heridos, corremos a los brazos consoladores de algo o de alguien.
Si alguno tiene una mamá o papa consentidor,
un amigo o amiga especial y consecuente ¡aquí! tendrá un gran bien; pero, quienes
no lo tengan -de forma física o presencial- hallarán refugio en la religión: Un
papá o mamá en el cielo. Un Dios, o “santo” o una virgen (“naturalmente” santa)
¡Eso es una forma de sublimar la realidad y, no lo critico –yo la practico- y
me parece un subterfugio sano (a falta de alguien a tu lado, para ese honor).
Hay momentos en que uno lo hacía por instinto,
de forma automática ¡Ah! Y, de tal necesidad, los libros de “autoayuda” han
nacido: Necesitamos soluciones y, la ayuda, debe buscarse, debe ser hallada,
como sea.
Puede que no le paremos bola –a Dios-
mientras estemos felizmente con alguien de este mundo. Puede que no llamamos a
los amigos, a las amigas, mientras estemos felizmente con nuestros trabajos,
nuestras relaciones u ocupaciones pero, cuando llueve “nos acordamos de Sta
Bárbara” (así decía mi abuela) (y no creo en esa clase de santos ni santas)
(pero sí hay un mundo espiritual que trabaja a nuestro favor) (si operamos bajo
sanos y santos principios) (¡Ah! Hay otro género de persona que “trabaja” en la
dimensión satánica. Yo no tengo parte en esas “artes”).
Cuando siento que mi mundo se desmorona,
que todo el rancho se me ha caído “Dios ayúdame”. ¿Son tan buen amigo? ¿Lo
busco sólo cuando truena? ¿En mi necesidad y, sobre todo, a mi conveniencia?
Esa vieja lección de “Ama a Dios por sobre todas las cosas” (y a tu prójimo COMO A TI MISMO)
es una buena manera de balancear la vida. No tanto para no poner nuestra
confianza en LO HUMANO, sino para asirnos de lo eterno, lo invariable y, a la vez,
en el pilar del amor del que estamos hechos y para el cual fuimos hechos: Si YO
no me amo ¿en qué condiciones puedo amar a otras y otros? Hay un contrasentido
pero, si NO ME AMO, no puedo tener un amor proporcional por nadie. Si no amo ni
respeto la imagen o concepto divino, Su omnisciencia y asuntos morales por ese
estilo, NO PUEDO AMAR, a nadie, en el mejor y más pleno sentido: Seré tan
superficial en mi relación con el mundo espiritual como lo soy en lo moral de
lo divino.
A veces, hoy es esa madrugada, desperté
pensando (3 y algo am). Vinieron recuerdos –no sé escribirlos rápido- y aquella
canción de “You´ve got a friend” me
ha hecho sonreír, la película de “The
Ultimate Gift” me regocija o la de “Un
sueño posible” (con Sandra Bullock) son retratos de instantes que me
inspiran al remedio reparador: ¡Si hay amigos y sí podemos ser amigos! (y los
que dejé fuera quedan afuera) (bueno, no soy tan mierda).
Nada que pase, nada que se reciba, vine
por azar. Muchas veces, lo que vemos o vivimos, es consecuencia directa de lo
que hacemos o hicieron otros (incluso hasta por medio de la oración) (y es un
aspecto que descuidamos).
Podría estar horas narrando un par de
cosas. Podría decir y confesar “me equivoqué aquí, fallé allá” pero, más
importante, es que YO dejé de ser amigo, no tanto con los que están aquí,
abajo, sino con el que mi amigo verdadero.
Uno dice “me fallaron” y, pocas veces
admite: Fallé yo, primero.
En la juventud, cuando niños, solíamos
decir: “No me quieres”. Era uno de
nuestros trucos para ganar la atención de papá, de mamá, ¡de quien fuera! (y
eso no está mal) (hasta el perro Pedrozo se esmera en que yo lo note y le dé un
cariño, así sea con los zapatos). Sin embargo, esa atención es egótica,
egocéntrica y, en nada es altruista, dadivosa, sino egoísta (muchas veces).
Cuando no ve dentro de sí, con humildad,
uno puede ver cuánto ha recibido y LO POCO que ha dado y, cuando uno admite la
riqueza de cosas que ha tenido que ha recibido y NO HA COMPARTIDO, quizá se
diga: ¿Qué haré con todo esto? ¿Para qué lo almaceno y a dónde me lo llevo?
Entiendo algo, no sé qué opinen pero, la
amistad verdadera, la manejable, sólo necesita de 3 o 4 personas. En mi caso,
yo soy muy distinto (me importaba sólo una) pero, lo posible, lo operativamente
viable, es que uno profundice sus vínculos con esas pocas.
Ejemplo.
No sé mucho de la vida ajena y sólo apelo
a lo escrito pero, cuando leo algo de Jesucristo, dentro de Su amistad con los
12 discípulos, sé que se “encompinchó” solamente con Juan, Santiago y Pedro, de
los apóstoles. Ellos, solamente, vieron cosas –sucedieron cosas- que el resto
de ese grupo no advirtieron (entre esas “intimidades”, el momento de la
TRANSFIGURACIÓN de Jesucristo).
Si leo de Janis Joplin, quienes la
conocieron o retazos de sus confidencias, igual nos dicen: “Estuve sola”. Una
de sus confesiones (que me conmueve y hasta me duele) dijo: “Puedo cantar y
hacer el amor con 30.000 personas y volver a casa sola). ¡Coño! Eso es triste,
pero el incomprendido es incomprendido.
Uno puede amar, ser un incomprendido y, de
algún modo y de muchas formas, admitir que otros son, también, son incomprendidos.
Uno puede intentar ser amigo y –por cosas de la vida- dejar de serlo ¡hasta por
indiferencia! ¿No han visto cómo son los perros? (un gato no es igual).
Un perro puede acercarse, demostrarte el
movimiento de su cola, el batir de su alma. Puede sobreponerse a un par de sus
perrunas aprensiones y, hasta lamerte la mano y, si le desechas –si no le
paras- irá a lamerle el alma a quien le reciba y, si somos así de amigos –en la
tierra- ¿cómo será nuestra alma? (seca y estéril).
¡Soy un perro! (y en muchas formas) y ¿Quién
no ha aullado triste como lobo? ¿Quién no ha aprendido el valor de la amistad y
concedido los permisos de olerse y reconocerse –de narices- en esos clanes o
grupos? (hablo como perro).
Esa canción, de Carol King –You´ve got a friend- debiera ser
transcrita en el alma (es un buen patrón o un ejemplo) las películas que cité
arriba (2), cuando pueda, haré que las entiendan mis hijos, mis hijas: Les hará
falta (les haré falta):
“When you´re down, and
troubled, and you need someone who cares…” (you´ve
got a friend).
Por otro lado, no he de olvidar, que la relación
con la tierra tiene que ver con el cielo: Si no soy amigo de Dios no sé ser
amigo de nadie. Si lo PRINCIPAL no me importa, lo secundario tendrá menos importancia...
Eso ha de ser la premisa, lo que me reste de
vida.
A.T. Sept.
26, 2012
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