Alguien ha dicho que este año se acaba el
mundo…
Si eso llegase a ser cierto, imagino que,
muchos de nosotros, querría hacer algo trascendente con lo que le quede de vida
¡Ja! ¡Ja! ¿Será que nos han influenciado? ¿Será que hemos sido “motivados”, tal
como la publicidad nos índice, como lo hace ella, de ese modo tan subliminal?
No tengo una respuesta concreta para nada.
Imagino que cada uno estará consciente de lo que hace ¡No es mi problema! Pero…
¡Si fuera verdad?
No hace mucho pasé y me gocé de un
enamoramiento. Si lo etiqueto, como algo, le diría “infatuación” (no lo sé,
pero la disfruté) y, si me tocara ese llamado, la partida de la que no se
regresa ¡Hoy sería un buen momento! (viví).
No obstante, como tengo por referencia,
ciertas cosas no pasan cuando yo las pido, o las quiero. ¿Qué iba a imaginarme
-besuqueado- en la grama del parque del Este? ¿Pasaron tantas cosas, así,
antes? (estoy viviendo).
¿Qué debería hacer?
La Dra Joyce Meyer, el 26 de Octubre del 2011,
publicó algo llamado “El arte de aprender
cómo amar” ( The Art of Learning How to Love ). Al
inicio del artículo, no tanto como prólogo, se dijo: “One of the most important facets I've
learned about love is unselfishness,
which in the Bible it is characterized as a willingness to sacrifice one's
own wishes for those of others. I've learned that true love will always adapt and adjust to the needs and desires of
other people.”
Esa voluntad de no ser, para no actuar
egoístamente, es una característica del desprendimiento que nos produce un auténtico amor. Ello no significa
que dejemos de amarnos o de consentirnos, sino que –en lugar de buscar nuestra
preferencia- hacemos que “el YO” ceda el paso, sentándose en un segundo plano:
El, Ella (o el ello) puede ser primero.
Al leer mucho de su artículo, me dije: “Debo traducirlo y compartirlo”, pero
–cambiando de opinión- sólo puedo
referirlo, comentarlo y, en el mejor de los casos, dejarles el link, acá: ( http://www.godlife.com/series/everyday-answers ).
Muchas personas, como Ella o Erick Fromm,
dirían que es un arte (yo no lo creo) pero –estoy seguro- tenemos que aprender
y aprehenderlo…
Tal como vivimos aprendiendo y viviendo, no
cesaremos –tampoco- de ser seducidos al camino del amor. ¿Es malo amar? ¿Es un
pecado sentirse o ser amados?
Meyer, en su escrito, insiste en testificar el
modo que ella esperaba las cosas se hicieran y cómo exigía fueran hechas; así
que, con el tiempo, comprendió su egoísmo y aprendió a dejar de serlo: “I learned to adapt my own needs and desires in order to help meet the
needs of others.” ¿Cuántos hemos
pasado por este ajuste? (o desajuste).
Como superviviente de
mis afectos o deseos, he aprendido a identificar-ME cuando estoy enamorado. Sin
mucho rollo, suelto mucho de lo que no cedo (no digo más) y, si les sirve de
algo, Uds –también- pueden reconocerse en su situación emocional (igual que a
esa persona que Uds creen les ama, por motivos correctos y no por emociones -o
idealizaciones- de quienes realmente SON).
No
puedo menos que recomendarles la lectura de sus libros y, como ella ha dicho,
en relación al “arte de amar”: “Tenemos que ir más allá de las palabras y,
verdaderamente, HACER algo que ayude a que otros satisfagan o alcancen
conquistar sus necesidades” (¡Insisto! Dentro del ámbito en el que uno NO DEJE DE AMARSE, ni vulnere su
integridad –ni la de otros- como simple individuo).
En ese
sentido, para balancear lo que ella presenta, retomo las palabras de
Jesucristo: “Ama a tu prójimo, como a ti mismo.” (No amarlos de más, no amarlos de
menos) (Hay que guardar el equilibrio para no padecer ninguna clase de daños).
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