"Lo único que quiero es a alguien en quien creer… "
La frase anterior no sé si sea el corolario de una
persona. Lo ví y me lo robé. No que lo necesite, sino por parecer (o ser)
realmente sincera en el pensamiento de esa opinión. Uno puede preguntarse: “¿Qué
la llevo a llegar a eso?” “¿Habrá padecido la acidez de tanto desengaño?”. ¡Sabe
Dios!
Me llegó el pensamiento de esa frase.
NO es una proclama, pero es un reconocimiento –indirecto-
a la necesidad de verdades. No es una apelación a la verdad, sino a la
necesidad de vivir en las que son nuestras o podemos apropiárnoslas…
Ahora que leo esto: "Lo único que quiero es a alguien
en quien creer… " comento otras palabras que leí en
un cartel que acabo de ver sobre el recargado mostrador del negocio de un
zapatero.
El kiosco está atiborrado de bultos. Casi no tiene
espacio para entrar, poca luz emocional…
Al ver lo que decía ese afeado papelito: "Sólo creo en Dios". Por un lado, imaginé las razones que impulsaron
al escrito. Era la misma proclama, en un tono distinto. Pensé: “¿Tan mala es la
gente honrando deudas con ese hombre? ¿Habrá solamente perdido la fe en las
personas, que vale más que el dinero?
Hay gente que no merece eso, el ser llamados o
tratados como clientes?
Pensé en el abarrotamiento de zapatos que la gente
deja; pero que nunca recuerda pagar o retira a destiempo.
Pensé en las molestias de repetir ciertos anuncios de
cobro.
¿Sólo se pierde tiempo y dinero, o LA FE EN LAS
PERSONAS?
Soy positivo en creer que no todo está perdido. A mi edad de quasi anciano –todavía-
veo la posibilidad de creer algunas palabras.
Al día siguiente hablé con el dueño del negocio. La
gente sólo piensa, primero, en sí misma y, de carambola, recuerda que tiene
cierta responsabilidad que no quiere asumir…
¡SÍ! Sólo creo en Dios, y no lo veo.
Sé de Sus palabras, y no le oigo.
Le siento, pero es intangible.
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