Hace
varias semanas traje películas de la casa de mi hermana y, entre las que
deseaba ver había una cuyo disco no vino conmigo. Hice la mejor selección que
pude, escogiendo de lo que había y buscando lo que pudiera ser realista, más
que fantástico o simplemente cómico.
Eran
como 6 videos y, cuando quise ver uno de ellos (en una sesión continuada de
horas) faltaba Patch Adams, con Robin
Williams.
Una
vez que uno se acostumbra a ciertos actores, sin ser fanático de alguno en
particular, uno puede haber acertado en “la línea” de actuación de esos actores
y, al caso, no podría imaginarme a Arnold Schwarzenegger haciendo un papel
protagónico en una película de vaqueros ni en una tira cómica de Disney pero
¿No es eso posible?
No
imaginé que, hace un par de días, sentado con mi madre a la izquierda, estaría
mirando el video que no estuvo en su caja plástica…
Mi
madre intentó desviar mi atención de tan interesante película rememorando uno
de sus dramas: “Discúlpame mamá pero,
este video no sé cuándo lo vuelva a ver… Mientras, tú estás aquí” –Le dije.
No
era frustrante decirle mi parecer aunque, en un sentido, ti pudiera parar la
película como en una proyección de cine, lo habría hecho, pero era un programa
televisado que pocas veces sintonizo: Canales del Gobierno.
¿Qué
milagro fue ese que, por una hora, estuvimos sentados uno al lado del otro?
No
llevo la secuencia de películas que he visto pero, de Robin Williams, también
disfruté aquella del “Hombre Centenario”.
Algo tan cargado de humanidad no puedo pasarlo por alto y, por coincidencias, no
perdería lo que ya se fue una sola vez.
Patch
Adams me ha conmovido mucho, no tanto por la tenacidad que una persona pueda
mostrar por sus metas o la manera en que logre impactar la indiferencia e
egocentrismo de otras… Lo que más me tiró de los ojos fue esa historia de amor
que se truncó, inconclusa, por esa fatalidad de la chica violada y asesinada (con
el posterior desmoronamiento emocional de uno de sus personajes).
¡Dios!
Esas fatalidades existen…
:(
http://www.eluniversal.com/arte-y-entretenimiento/140812/verdadero-patch-adams-siente-tremenda-tristeza-por-robin-williams
Cuando
leo la vida de Ezequiel, me identifico con su desmoronamiento, con el desandar
de su dicha, con la fatalidad –cuyo propósito no entiendo.
Eze 24:16 Hijo de hombre, he aquí que yo te quito de golpe el deleite de tus ojos;
no endeches, ni llores, ni corran tus lágrimas.
¿Qué
hombre o mujer no se conmueve ante esas palabras?
¿Qué
mente no se obnubila, o qué corazón no se embarga?
Sin
embargo, al paso de la vida, situaciones similares se han vivido, directa o de
segunda mano así qué, visto todo el drama de esa película –cuyo mensaje raya en
lo cristiano y esos cuestionamientos- hago este comentario, y mi reconocimiento
a esos méritos.
A.T.
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