miércoles, 12 de diciembre de 2012

Mundo Egoista

Hace algún tiempo he pensado de un modo egoísta. Por lo general, solemos decir: “¿Por qué a mí?” en casi cualquier situación que me resulte adversa, incómoda, injusta,  y desagradablemente tolerable.
No hace muchos años, mientras tomaba algo de comida en una panadería, luego de predicar en una plaza pública, se me acercó un hombre en una silla de ruedas y, como es mi costumbre, no me sentí nada cómodo. No tanto por que me pidan dinero, sino por lo inoportuno a la hora de que uno mismo trate de “medirlo”, a modo de que alcance para una y otra cosa, pues, a los “ricos” también les falta el dinero…
El hombre, una vez que me incorporé y sobrepuse a la importunidad (no tiene otro modo de mendigar) comenzó a contarme su “historia”:
En su momento –me decía- era el tipo de persona que sometía al que le viniera en gana. Consumía alcohol, drogas y, el momento que quisiese, peleaba y golpeaba y, según me dijo, más de una vez golpeó a su propia madre.
Su historia, quizá, no es peor que cualquier persona de barrio o de vecindario, pero era la suya y, por la expresión, dudo que fuera un cuento para sacarme otra moneda (él ya sabía que no cedería). Su situación, incómoda como uno puede observar, no podría ser peor: Una sonda para la orina y otro artificio para que los excrementos fluyan (así que su olor “natural” le apesta a él mismo).
Según su relato, él mismo resentía la mala vida que le daba a su madre (y no me atreví a preguntar quién se encargaba del resto de su aseo personal, el cambio de su ropa, baño, etc., etc.).
Una situación como esa te mueve a la reflexión.
¿Caminas?
¿Puedes valerte por ti mismo o dependes de otros para comer o hacer tus necesidades?
En ese particular –el de las necesidades- uno puede pensar: ¿Es amado? ¿Qué mujer lo “atiende” como hombre? (y es notable que huele “distinto” y -de la cintura hacia abajo- pues, sus extremidades no son como las mías o las tuyas).

Ese hombre, anónimo hasta el momento que se aparece en su silla de rueda, tiene un nombre y un pasado que debe atormentarlo. Su recuerdo, el día de hoy, vino a mi memoria tal y como debía volver a cada uno de nosotros cuando somos egoístas, pero DESAGRADECIDOS.
En cierta medida, me parece, no está bien el conformismo que se parece al abandono, a la desidia y, si se nos permite, un grado de aspiración –al mejoramiento- no es malo, sino, positivamente alentador y bueno. Sin embargo, cuando pensamos: “No me lo merezco” –tal vez- deberíamos considerar situación mucho más difíciles que las nuestras, mismas que no sabríamos aceptar y, en caso de no aceptarlas (como humanamente la mente se negaría a aceptar) conviene valorar, un poco, los bienes que tenemos versos a esos que otros no tienen.
Muchas veces, en medio de mi desagradecimiento, mi egoísmo, he tenido que pesar la realidad de otros, versus a las mías:
·         ¿Mendigo?
·         ¿Inspiro lástima para lograr un beso o un abrazo?
·         ¿Mi trabajo es dignificante?
·         ¿Soy apreciado (o despreciado) por ser quien soy, o por mendigar -o rogar- esos sentimientos que demando/produzco, y no los merezco?
Hoy -mañana- ignoramos nuestra situación. Hoy tenemos manos, pero no edificamos ni construimos mejores relaciones, trabajos ni amigos.
Hoy, tanto como ayer, podemos abrazar y, por cualquier clase de circunstancia, nos veremos limitados o privados de abrazar, decir una palabra constructiva, a esas personas que hoy vemos y, quizá, mañana no volvamos a encontrar ni saber.
Puede que, tal vez, no intentemos hacer nada por el ayer… Hay situaciones que nos hacen creer que no está bien hacer restituciones ni enmiendas… ¡Okey! ¿Y mañana?
Puede que uno no quiera a éste ni a ésta… y ¿si la vemos en silla de ruedas, en una urna? ¿Qué bien le hicimos y qué mal nos produjimos?
De pronto no parezca trascendente, sin embargo, sé que una mano afectuosa, una palmadita en la espalda (verdadera y genuina) pueda cambiar muchas cosas –incluso- salvar vidas.
NO puedo decidir sobre nada del aspecto de la vida de otras personas.
No puedo decidir lo q haré mañana, pero –en cierta medida- sí puedo hacer lo que haré, a partir de hoy…

A.T.       Nov 15, 2012

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