Hoy desperté
con ganas de hacerme un inventario. Hay empresas que los hacen una vez al año (o
con más frecuencia) pero las personas, de alguna manera, deberíamos evaluar nuestros bienes de un
modo más regular, más acertado y –no como cosas o muebles- sino como bienes de mucho valor, por nuestra
relación de pertenencia, nuestra dependencia interdependiente a personas e,
incluso, algunas cosas (porque hay cosas a las que nos debemos y, sin ellas, la
vida sería más incómoda o más difícil). ¿Ejemplos? Una amistad verdadera vale +
que una pequeña fortuna.
Comencé a escribir tarde hoy.
Espero una llamada para un trabajo al que me invitaron y ¡sabe Dios lo que
sucede! En ese sentido, como un bien,
el trabajo es uno de nuestros bienes terrenales. Si no somos útiles en algo, si
no podemos servir a otros, en cierta medida, tampoco somos útiles a nosotros
mismos. Si no somos útiles a nosotros, si no sabemos ni servirnos un vaso de
agua, pues, estamos en serios problemas. Nuestra inutilidad es garantía a un
fracaso prolongado (mismo que se suspende cuando comenzamos a servirnos –como
un bien que nos da Dios- para servir a otros también). ¡Por cierto! La película
“The Ultimate Gift” (El Último
Regalo) da muy buenos argumentos para que evaluemos nuestros bienes. En un buen
número de esos bienes que los actores citan, está el trabajo…
El trabajo -cualquiera que sea-
no es un bien para un fin, pero es un buen medio para muchas cosas. No voy a
redundar en su importancia: Si no sirves no trabajas. Si no trabajas, no eres
económicamente independiente (o autosuficiente). ¿Quién te querrá si no sirves?
¡Hmm! Otro bien: La autoestima.
La autoestima puede ser necia,
egoísta y, si es insana, no sirve (tampoco trabaja ni sirve a otras personas).
Uno puede saber hacer cualquier cosa pero, si la tiene desenfocada, uno no
aceptará ni tomar la escoba para quitar la basura de la casa ni de su
dormitorio.
Ellas, la estima y la autoestima
funcionan en niveles de prioridades pero, la más importante (según yo) es la de
supervivencia (de allí que haya que
servir –en algo- para poder trabajar).
Hay momentos en que uno no desea
el trabajo de vigilante y desea la comodidad de una oficina. Hay tiempos en que
uno no desea trasnocharse, exponerse a una infidelidad conyugal o de pareja,
pero –si no trabaja- ¿quién te quiere? De allí que haya que trabajar (para sobrevivir económica
y emocionalmente, siendo útiles, para que nos quieran).
Mi lista va como por dos bienes: Servir que es igual a Trabajar (el primero no espera
retribución económica, el otro sí); La
Autoestima (misma que se debe redirigir –también- hacia otras personas,
para que no sea vulgar egoísmo).
En el área de La Estima, si soy justo
revisándome (y es lo que vengo haciendo desde hace unos años, con fallas y
defectos) jamás podré recompensar a tantas personas que agregaron tanto a mi
vida. Hoy no citaré nombres, no seré extensivo ni preciso en los muchos casos
que –ellas y ellos- añadieron un valor a mi vida y me enseñaron (además,
si alargase la lista ¿cómo pagarles?) (mis pocas oraciones no puedo, yo mismo,
hacerlas un cheque en efectivo) ¡Además! Merecen mucho más que un regalo
material o un insulso reconocimiento público (muchas veces, letras sin efecto
ni afectos).
Yo querría Dios acertadamente
premiara a esa amiga y maestra que me llevó a la Gran Sabana con sus amigas de
la universidad, por allá, en 1988. Ella me ayudo a sobreponerme del efecto MP,
tal cual hizo mi amigo JC, al mantenerme como dos semanas en Valencia (conste
que estoy evaluando su amistad como bienes, no simples cosas, aunque, por otro
lado, ésta se haya distanciado por casos y cosas).
Desearía que HN saliera de
algunas de sus opiniones… Pero no soy Dios para llevarlo a las cosas que sólo
le corresponden a Él hacer que Su gente entienda (y yo entiendo muy poco muchas
cosas espirituales que no sé verbalizar ni cumplir).
Tengo un amigo, además, que no
sólo me ha ayudado en un sinnúmero de ejemplos y oportunidades en las que Dios
le ha permitido servirme y servirle a otros. Ese viejo, junto a su esposa, han
hecho tantas veces de padre y madre, que no me atrevo ni a escribir sus
iniciales, no sea que –entre hermanas y hermanos- alguno de nosotros venga a
pelearse por sus cariños y yo venga y me pelee con ellos y diga: “Soy el
favorito” (lo cual es mentira). ¡Je! ¡Je! (Dios te bendiga, hno y amigo. No
necesito explicarte que hoy cuento mis
bienes y Uds, también, en ellos están contenidos).
En medio siglo de vida, en alguna
medida, ya muy tarde, se dejan pasar miles de cosas de un modo irreversible,
irrecuperable. Agradezco a Dios que mi salud es buena. Si la comparo a mi niñez
o a la que otros no tienen y jamás tendrán, la salud es un bien que está en mi
haber. ¡Por cierto! También, la salud emocional debería ser considerada o
contada con la física y, en este caso, doy un breve reconocimiento a mi Hermana
del Alma y a una Psico Lok que pusieron sus bálsamos en mi vida ¿Cómo
olvidarlas y no contarlas? (Creo
que cada persona haría bien en determinar quien ha sido su hermana o hermano
del alma, y besarle la mano: Eso es otro bien que nos ha dado Dios).
¿Son los hijos y los amores perdidos
parte de mi inventario? ¿Hoy? ¡Hmm!
Hace menos de una semana tenía
unas ganas terribles de escribir sobre amores (no los míos). Yo lavaba mis
trapos sucios y una llamada angelical llegó –repentina- a mis oídos y le hice
el comentario… Pero no quiero hablar de amores muertos, sino de los vivos.
¿Mueren los amores? ¿William Wiurt murió sin pronunciar el nombre de esa mujer
que tanto ansió? (En secreto:
No lo creo).
Públicamente puedo confesar,
hasta desvergonzadamente, que no soy un padre ejemplar ni un amante modelo,
pero soy el único bien póstumo y eterno que tengo. Hoy sé que, gracias a las
acciones y oraciones de mi ex esposa (la madre de mis 3 hijos) MP salió de mi
vida y yo sólo momifiqué algunos recuerdos, como para tener alguna referencia
del pasado y, aunque está todavía bonita, aunque la respeto por estar casada y
ser una buena persona y cristiana, no voy a ponerla en un altar ni voy a denigrar
de mis sentimientos ni los de ella pues, ¿quién puede sabiamente decir: “De
esta agua no beberé”? Ella llenó mi vida, en su momento, del mismo modo
como mi ex esposa y, aunque hoy no sirvo para ese compromiso, ya sé que no debo
soñar con que “alguna” vez me aventure al matrimonio, pues, siendo realista,
luego de los 50 no queda mucha vida y, si no fui aceptado por ser quien era en
ese entonces –con los años- la aceptación va en declive (tanto para mí como
para cualquiera). ¿Se ama más por la belleza, por el dinero o por el carácter
que tenemos? Cualquiera que sea su opinión, la mía me la reservo (en mis haberes) pues, habiendo tantas
mujeres, una sola me rompe el corazón.
Uno de los bienes terrenales -supremos- es el
amor. A decir verdad, creo que es el único bien
que sé es eterno, que trasciende a este vida y
comienza desde aquí mismo (pero cuánto problema para entenderlo o lograrlo).
Puedo imaginar, con poco atino,
la oportunidad que nos da Dios para empezar a amar, desde aquí, en la tierra.
Tengo gran dificultad para amar a un ser abstracto, físicamente ausente, pero
sé que existe (aunque no Le oigo y no Le veo, por no estar en Su dimensión espiritual)
pero que lo prefiguro y vivencio con muchas cosas o personas (entre ellas, mis
hijos) que, a lo largo de 5 décadas de existencia terrena, como otro de esos haberes
no alcanzados o abarcados, Su esperanza me mantiene aquí o allí.
Es un hecho científico e
innegable que no tenemos la Biblia
original, la primera que fue escrita por el dedo de Dios, en un monte,
acompañado de Moisés (no la hubo en papel, sino escrita en tablas de piedra).
La inspiración literal, directa y verbal -haciendo honor a la verdad que ella misma expresa y registra-
sólo fue para Moisés aquellos 40 días y noches, quien –en primer lugar- recibió
las tablas de piedra que DIOS MISMO ESCRIBIÓ, pero Moisés, airado por lo que
vio bajando de esa montaña, tiró las piedras contra el suelo y se rompieron…
Luego, más adelante en ese relato, Dios le dijo a Moisés: “Ahora hazte de otras
piedras pulidas y TÚ MISMO ESCRIBE lo que YO
te dije” (¿o diga?)…
Más adelante, en los años y siglos, la Biblia, sus relatos, historias y cuentos pedagógicos, se fueron escribiendo y agregando por añadiduras, sean de varios profetas y comentadores y religiosos. Sin embargo, en relación de los haberes espirituales, intangibles, hoy –todavía- tenemos el amor, las relaciones familiares y de parejas. ¿Cuántas relaciones hemos deshecho por una fugaz soberbia, por un momento de locura, por necedades y otras pendejadas humanas? Cuando pienso en las primeras tablas –escritas por Dios- me enojo contra Moisés ¿Por qué rompió esa evidencia trascendental? Es obvio que LA FE no se destruiría, sino una de las evidencias, a fin de no dejar ídolos, ni iconos, sino la REFERENCIA de la fe, ese HABER HISTÓRICO en la tradición religiosa. ¿Puedo negar a Dios, siendo testigo de La Creación universal? (lo poco que puedo vivir, en la tierra) ¿Puedo desvirtuar la realidad de las vidas que hoy sigue cambiando el cristianismo, si yo mismo maldecía el nombre de Dios, como todavía lo hacen –hoy- muchas personas? Esas son evidencias, haberes de la fe y, aunque no puedo demostrar (repetir) la historicidad de que alguna vez me casé con una evangélica que creí era la mejor del mundo, de la que supuse no me desencantaría como yo la desengañé a ella, primero. ¿No la puedo ver como un bien activo, un regalo entre los capitales pasivos? ¿Un presente ausente que me dio dos hijos y una linda hija? ¡Sí! (pero de lejitos) (Hay bienes que deben mantenerse congelados).
Más adelante, en los años y siglos, la Biblia, sus relatos, historias y cuentos pedagógicos, se fueron escribiendo y agregando por añadiduras, sean de varios profetas y comentadores y religiosos. Sin embargo, en relación de los haberes espirituales, intangibles, hoy –todavía- tenemos el amor, las relaciones familiares y de parejas. ¿Cuántas relaciones hemos deshecho por una fugaz soberbia, por un momento de locura, por necedades y otras pendejadas humanas? Cuando pienso en las primeras tablas –escritas por Dios- me enojo contra Moisés ¿Por qué rompió esa evidencia trascendental? Es obvio que LA FE no se destruiría, sino una de las evidencias, a fin de no dejar ídolos, ni iconos, sino la REFERENCIA de la fe, ese HABER HISTÓRICO en la tradición religiosa. ¿Puedo negar a Dios, siendo testigo de La Creación universal? (lo poco que puedo vivir, en la tierra) ¿Puedo desvirtuar la realidad de las vidas que hoy sigue cambiando el cristianismo, si yo mismo maldecía el nombre de Dios, como todavía lo hacen –hoy- muchas personas? Esas son evidencias, haberes de la fe y, aunque no puedo demostrar (repetir) la historicidad de que alguna vez me casé con una evangélica que creí era la mejor del mundo, de la que supuse no me desencantaría como yo la desengañé a ella, primero. ¿No la puedo ver como un bien activo, un regalo entre los capitales pasivos? ¿Un presente ausente que me dio dos hijos y una linda hija? ¡Sí! (pero de lejitos) (Hay bienes que deben mantenerse congelados).
En relación a La Fe, como un bien activo, he
de movilizarla como una cuenta activa. No puedo sentirme culpable porque tal
capital no se acreciente ni devengue intereses, pero sí he de tenerla como una cuenta activa (por pequeña
que sea). Moisés bajó de su encuentro con Dios y se arrechó. Rompió las tablas,
nos dejó sin esa evidencia y mandó a matar a un gentío. ¿Se acabó la maldad y
el error en el mundo? Por otro lado,
para que la fe se exaltara (o se intuyera) nos quitaron el Arca del Pacto, como
si nos arrancaran del Paraíso que los judíos se habían imaginado ser los únicos
que tendrían acceso… Pregunto: ¿Cuántos regalos no hemos deshecho con la boda,
los pies y las manos?
La Lealtad y La Fidelidad
Voy a extrapolarme en los siglos ¡Zasss! Estoy en los días del Rey David (¡Perro! Quisiera volar así para otras
cosas, también).
Urías, conversando con su señor
le dice algo como esto: “¡No mi
señor! No está bien que yo vaya a dormir con
mi esposa cuando otros soldados ya están lejos de las suyas, luchando por
la causa de Israel y de su rey”. (¡Qué noble hombre!).
David, para cubrir su pecado con
Betsabeth, insiste en hacer que se meta en la cama de la mujer que él había
mancillado (Betsabeth, también tiene culpa), pero este hombre no duerme sino
con el pueblo y su gente y, para salir del problema (el pecado davidiano)
ordena que lo pongan en el frente y, llegado el momento, que lo dejen para que
muera al frente de la batalla. ¿Cuántas veces hemos perdido amistades,
relaciones, por ese pecado de la deslealtad?
No hay que ser rey, ni “sangre azul” para meter la pata hasta
las metras. Podemos cegarnos en egoísmos, pero ¡asesinar y traicionar! Puede verse en la plebe tanto como en la alta
nobleza (pecado es pecado,
aunque se le invente nombres distintos).
Un puede ser quien sea, con mucho
o nada de dinero; sin embargo, estoy convencido de que seremos juzgados y
condenados por esos pecados y errores. David, siendo rey y profeta, metió la
pata hasta ese hartazgo ¿En qué somos mejores y peores que “los inspirados” y
esos personajes bíblicos?
Puedo considerar un bien la suma de mi
aprendizaje chucuto de la vida. Sé que la metida de pata davidiana yo no la pondría, ni con la mujer más buenita
que se acerque a mis miopes ojos. Por convicción, no me gusta competir con
nadie ni contra nadie. ¡Puff! ¿Y por el “amor” o las nalgas de una mujer? ¡Eso
es lo más impredecible del mundo! (no el
amor, la mujer).
Ayer, visitando a una vieja
amiga, me enteré de las razones para su 2do divorcio. Es obvio que me dio una
vista parcial. No conozco las razones del 1er divorcio. Parcialmente entendí
parte del segundo (conocí a su
1er esposo) (y ambos se
habían rendido y encomendó a Dios) y, como ella me dijo, casi
suspirando: “Yo estoy en desobediencia”. ¿Cómo no iba yo a
advertir que, quien hoy ella llama “mi
peor es nada” no va a salir de su vida? (En mi presencia, esa tarde,
ella no le respondió al teléfono 3 veces). ¡Ah! Cuando él llegó, parcialmente
se lo reclamó (pero estaba yo y eso se postergó, con seguridad).
¿Qué es lo que queda, en los
haberes? (y en los saberes).
¡Oye! En primer lugar, los valores eternos: El amor genuino. El producido de
Dios, para Dios y por Dios. Las relaciones: Aunque se sea un pata en el suelo,
cuando menos, algunos podremos contar (con los dedos de las manos) los que siguen siendo nuestros amigos (los que no están con
nosotros por razones de interés egoísta, utilidad manipuladora o conveniencias
individuales: sean sexuales, económicas o apegos emocionales).
Puedo contar pocos amigos y, los
que la vida me ha regalado, no son interesados (as) ni yo con ellos (as). Estas
amistades –a quienes no les puedo ni sé cómo corresponderles- han sido leales y
fieles (hasta las metras)
y todavía puedo reírme (e iluminarme) al mencionar a un par de ellas: Son dos lunas.
Si Dios me diera la oportunidad
de honrarlas, sorprenderlas, a una le daría salud y, a la otra no sé qué le
falte. Si pudiera emular la película “The Bucket List”, creo que me enrolaría
en muchas de esas cosas, pero no puedo parafrasear ninguno de sus deseos, sus
sueños o peticiones, porque he aprendido a mantener distancia de ciertos bienes
(no eternos) y “Dios no le pone cacho a
burro”. Lo que sí sé (más bien, imagino) es cómo será a eternidad. Ese día
ya no habrá más noches. El tiempo, si existe, será el término de una noción, un
concepto en desuso que perderá su vigencia, quedando obsoleto. Las personas
podrán reunirse por encima de esta visceralidad o los apegos que, si hoy nos
distancian, allá no nos alejarán más. El
amor será lo que es, lo que siempre fue y no pudo ser aquí, por
distintas causas y circunstancias. ¿No es eso lo que queda?
Conozco a tantas personas
heridas.
Hay quienes están más dolidos y
heridos que yo (y pensaba yo era el único o el peor de todos).
Uno -si a los haberes vamos- no
puede comprender la dimensión completa del amor si no lo siente, si no sufre la
ruptura de una herida, si no padece una indiferencia, un desengaño y una
traición o rechazo.
Hay momentos que causamos
dolencias y, con el tiempo, las padeceremos de otras personas. Desdeñamos a
muchos y la vida nos mostrará qué se siente al ser desdeñados. Podemos
traicionar a un amor, a una relación incipiente, pero la sabiduría nos llegará
cuando seamos testigos de la experiencia, del logro padecido, con el testimonio
de nuestro propio dolor.
El Dolor, también, es
un haber. ¡Gracias a Dios! No siempre queda como tal, excepto la marca de
su lección, el estigma de ciertas memorias, el picor enojoso de ese flagelo.
La Esperanza… ¡Seré breve!
Hay una especie de epílogo
paulino que cita: “…estas cosas
permanecen: El amor, la fe y la
esperanza”. ¿Saben que? Me parece que hoy concuerdo con él…
Estos días, cerca de mis 51, me
pasó algo muy bueno, pero –resumiendo- sé que eso tiene que ver con La Esperanza.
No daré detalles (los mismos no importan) pero,
aunque ella también es intangible
(como La Soledad) sé que se reserva una última enseñanza antes de
la partida hacia el reposo que nos dará una transición hacia La Otra Vida (un bien pasivo).
A.T.
26
de Julio de 2012
1 comentario:
¿Un bien?
Respirar.
Sin comentarios, te abrazo.
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