Anoche conversé
muchas cosas. En esa hora y 25 minutos no pueden abordarse tantos temas, tantas
ideas, como para comprenderse ni aclararse cosas que cada quien conoce bien y a
profundidad.
Alguien pudo decir
que hay un argumento generacional para el maltrato, para esos malos ratos y,
siendo parcialmente verdad, la verdad completa es la falta de amor, un amor
arraigado en Dios, Su conocimiento y la práctica de esa vivencia.
Todavía hoy, muchas
personas la argumentan (o se la auto explican) como una maldición y, en buena
parte, la violencia es un anatema, no tanto por el daño y los daños, sino por la desvinculación de una
sana relación humana y, mayormente, la ausencia de un auténtico vínculo de
arraigo con Dios.
El Antiguo
Testamento, en relación a los judíos, dice, parafraseadamente: “Yo bendigo -por
generaciones- a los que me aman u obedecen y MALDIGO (por muchas más) a los que
me odian o me desobedecen”. ¿Es ésto sólo para los judíos? Independientemente
de su creencia, su fe u opinión religiosa, el Antiguo Testamento, en mano de
varios autores y épocas, puede leerse: “No se dirá más ya en todo Israel este
dicho: “Los padres se comieron las uvas y los
hijos padecieron a dentera”. ¿Qué es esto? Es una
enmienda. Una corrección “constitucional” en la que Dios ya no trasladaría la
culpa de los padres en lo hijos, sino que CADA
QUIEN SE HARÍA CULPABLE DE SU PROPIO PECADO (y
recibiría las consecuencias sobre ellos).
¿Qué tiene que ver
eso, con el maltrato?
En primer lugar,
Dios no es “culpable” de nuestro maltrato. No tiene culpa de las decisiones que
cada persona tiene ni de las acciones que toman contra o a favor de nosotros.
Si recibes bendición o maldición por las acciones o decisiones de tus padres no
es una “culpa” divina, sino una responsabilidad y consecuencia terrena. Si te
va mal o te va bien, no es un castigo que te envías “de arriba” sino un pecado
más, producido aquí, por alguno de lo que está abajo (o más bajo).
Básicamente, el A.
T. es para judíos. Si Ud o yo quisiésemos vivir de acuerdo a esa cultura,
el Pentateuco podría servir a ese propósito informativo, pues, además, ellos
tienen otras tradiciones (escritas y orales). Si quisiera conocer la concepción
espiritual y moral de aquellos días, el Pentatuco le servirá, le enseñará y -adicionalmente-
a nivel de leyes, tiene muchas faltas tipificadas que han servido de
inspiración (y de ejemplo) para la creación de varias constituciones de
Estados.
¿Han sido las
naciones del mundo bendecidas por esas leyes inspiradas? ¡Sí! Mas no nos han llegado
todos esos beneficios debido a que no todos las conocemos ni las practicamos.
Hay partes, por
ingenuas que parezcan, que tienen que ver -mucho- con el destino de una nación.
Por ejemplo. Hay una norma que establece que, si se presenta una disputa entre
dos hombres y una mujer me mete para separarlos -en defensa de su esposo- y
ella le toma y le agarra y aprietas sus “partes íntimas” (cosa que duele y es
una forma de maltrato físico). Esa mujer, aunque parezca exagerado, recibe un
castigo muy grande, según aquella ley de Moisés... ¿Será
que Dios sólo pensaba en un solo hombre o en el destino de toda una nación? Misma que Él, con Sus soberanos motivos, ha engrandecido tras mucha
prueba y tribulación.
Esa clase de
maltrato físico -y el castigo- se ve contemplada en varios libros y no sólo a
favor del hombre, sino de la mujer Israelita, pero ¿Dios sólo pensaba en una
etnia o cultura? ¿No prometía a Abraham bendecir a TODAS LAS NACIONES DE LA
TIERRA?
En relación a Dios,
vinculado a los escritos que se le atribuyen inspiración o autoría, sé y creo
que Él enmendó leyes y re-estableció Sus principios, no sólo a nivel estatuario
-bíblico- sino a nivel profético, enviando a un último y Supremo emisario: El
Señor Jesucristo, Su Hijo (luego
de Él, el remanente es transliterar y llover sobre mojado).
Docena de veces, en
las calles de Petare, he visto cómo se maltratan a los niños. Puedo contar con
mis dedos los días en que he visto a una mujer abofetear a sus hijos, a sus
bebés, en plena vía pública. ¿Qué no sucede en la privacidad de sus casas? ¿Qué
no pasa, allí donde nadie ve y nadie va a meterse?
No hace mucho, en
un cyber, una muchachita abofeteó a un carajito. Él le hacía un reclamo, ignoro
qué era el asunto, por estar retirado; pero la chama lo cacheteó y, mintiéndonos,
decía que “era la prima” y se marchó... Pero ese niño, muy adulto y fuerte,
para su edad, no lloró; pero, quienes permanecimos cerca, nos enteramos de la
mentira... Y, con ese cuento de “ser familia” ¿coñacearemos a medio mundo? ¿No
vi cómo un malandro amedrentaba a todo viajero que subía -a Los Teques- en uno
de esos vagones que sólo hacen una parada, al final destino?
Mi punto, quizá no
es el correcto, es que la violencia genera violencia.
Si una madre
maltrata a su hijo -hoy- mañana él será el maltratador de otra mujer. Si tú, o
yo, nos provocamos -sea con palabras o feos ademanes- ninguno de los dos se
quedará de brazos cruzados, esperando una pacífica disculpa. ¿Vienen del cielo
esos problemas?
Somos tan
impresionables, somo reactivos y programables que, a mis primeros años de vida,
dentro de la cuna de la casa de mis padres, recuerdo una escena muy violenta:
Yo estaba en mi
cuna, de pie, tomado ded las barandas... Miraba hacia aquel baño y no porque yo
quisiera, sino que -la riña de mi mamá- era grande.
Mi mamá, casi
desnuda, tenía un cuchillo alzado. Mi papá, no sabiendo cómo, permanecía hacia
el fondo y no le podía ver.
Mi mamá gritaba, mi
papá respondía... (no sé qué se gritaban) (pero era un peo mayor que mi
capacidad de entendimiento) (hoy ya sé qué era).
Hoy, a más de 48
años, sé qué era esa violencia, ese maltrato emocional que me causaron
(y no lo hicieron adrede) (pero lo hicieron por inconsciencia, por egoísmo).
¿Cómo no
reaccionaría yo -violentamente- en una situación parecida a esa?
¿Cómo no actuaría,
como soy, si me siento amenazado o agredido? (y doy gracias a Dios por mis
progresos, no sólo por mi entendimiento de causas).
Estas semanas, las
de Mayo 2012, me han servido para hablar con mi mamá cosas que siempre fueron
tabú o “secretos” de familia.
Mi papá se fue, no
lo veré más (hasta que yo
muera) y, de paso, siempre se reservó cosas (esas a
las que puedo acostumbrarme a que la gente no se responda).
¿Qué motivó aquel
peo?
A su modo, mis
padres se quisieron. Pese a sus deseos, no supieron resolver o minimizar muchas
de sus diferencias o desacuerdos y, de ellos, nacimos dos hermanos (aunque mi
mamá, por su parte, tuvo más hijos luego). Mi papá, queriendo la independencia
económica, dejó la IBM y se le ocurrió crear su propio negocio (un bazar) y
éste no le dio la solvencia económica que deseaba (el final es predecible).
¿Qué fue el peo que
vi, del cual soy testigo desde los 2 años? (o menos).
Mi papá (lleno de celos por “la independencia” económica de mi madre) destruyó casi todas las
cosas que le había dado a mi mamá del bazar (tamaña
arrechera). Luego, en una idea “sublime” de que
alcanzarían la reconciliación, tras varios intentos fallidos y múltiples
infidelidades (de lado y lado) (porque no hay un solo culpable) mi papá no
nos supo cuidar (ni a mí, ni a mi hno, ni a mi mamá) (no
lo culpo y lo entiendo completamente) (ahora más, y no por quererlo, sino
que -tras un divorcio- hay una gran lección de la vida).
¿Cómo me afecta la
violencia? (Sea familiar, privada o pública)
Por un lado, todos
somos vulnerables a ella: Hombres y mujeres, niños y niñas.
Por otra parte, se
exagera haciendo ver “vulnerable” el lado femenino y, sin embargo, esa
parcialidad no contempla los derechos de los hombres que son “coñaceados” física y
emocionalmente por mujeres (no pienso solamente en los niños que
he visto golpeados, de manera verbal o física, sino en los que
-emocional y visceralmente- hemos recibido maltratos, incluso siendo adultos). La violencia no
tiene edad y no tiene un sólo género.
¿Ha visto, Ud.,
cómo se agreden HOMBRES y MUJERES al abordar el Metro de Caracas?
En más de una
ocasión -no solamente en el Metro- he visto cómo AMBOS nos abusamos o nos
faltamos el respeto. Si se tratase de un hombre, otro similar, no dudaría en
darle “su coñazo” o revirarle... Pero he visto cómo, ciertas “mujeres”, se
ponen a pico y pala: ¡Super insultantes! (incluso coleándose y pisoteando el derecho ajeno) y todas ellas me recuerdan a la malandra Lina Ron (de quien no
diré “QEPD”).
¿No es eso
parcialidad? ¿Es eso el modelo social venezolano? (sé que no, pero hay gente
que lleva su cerro muy dentro) (su barrio adentro, tan somatizado). ¿No nos afectan esas condiciones de
pobreza, de hacinamiento familiar y enajenación social? ¡Sí! Y, en ese
contexto histórico-geográfico, Dios es soberano, tiene injerencia, poder
reivindicativo y sanador; pero sólo opera cuando tú (yo y todos) le damos tiempo y espacio.
De niño, me parece,
no fui el hijo que debí ser ni el objeto de las idealizaciones de nadie. Que
recuerde, fui corregido como pudieron, como supusieron... y como ellos mismos
fueron maltratados (es una
especie de cadena generacional, y no por causa de Dios).
Sin embargo, no recibí la disciplina antigua que sé ciertos adultos dieron a
sus “amados”. De hecho, mis merecidas pelas, fueron mejores de las que sé
recibieron otros; pero -en mi cuerpo y cabeza- quedan las marcas de un par de
cicatrices y, para mi beneficio, muchas se van borrando...
¿Qué vas a hacer
tú? ¿Eres víctima o victimario?
Nuestro problema de
violencia es un asunto de conciencia.
Piense en esos
motorizados que se le vienen encima,a toda velocidad y, en lugar de usar el
freno ¡Comienzan a cornetear! ¡Amenazantes! ¿Tienen ellos el derecho de paso y
no el peatón?
Cuando está en las
filas del metro o en cualquier fila para abordar un transporte público ¿si
enoja cuando un abusador (una abusadora) le roba el paso y pervierte el
derecho? (sé la respuesta) pero un
estratega -déle el nombre que sea- usa una campaña
infantil para promover el Desarme... ¿Están desarmando
al delincuente de cuello blanco? ¿Se encarcela a los verdaderos culpables de
este malandraje colectivo? ¿Se penalizan las faltas punibles? ¿Caen presos los
que matan a tanto niño o adulto en las calles?
He oído la violencia
verbal presidencial... He visto los abusos de autoridad, en todos los rangos y
sé de faltas, sé de corrupción... ¿Somos los hombres, son sólo las mujeres? La
verdad se delata solita.
Ese un rato, ese
instante de evocaciones, mientras conversaba con mi mamásirvieron para reconstruir ese maltrecho pasillo de mi
pasado, miso que pese a negarse a ser enterrado, yace inútilmente muerto sobre
la tumba de nostalgias, otras vivencias, sobre el pasto de lo aprehendido o lo
desechado. En retrospección, con retro-alimentación -gracias a mi madre-
comprendí más de su vida, más de la mía y más de todos, porque es de todos: No
soy un caso único.
Volví la cara a ese
capítulo que claro, casi nítido, tengo de ese recuerdo. Aquel donde mi
parcialidad de niño, mi favoritismo papá y mamá, se identificaba con mi padre
y, siendo un niño, no sabía todo lo que implicaba eso que he visto, hasta
reconocerme en lo vivido, en lo que tú conoces y tenemos que aprender.
No hay comentarios:
Publicar un comentario