sábado, 30 de junio de 2012

En tanto me quede vida



De la conversación de este día aprendí varias cosas, pero, las que voy a comentar son estas:

  • Puede que ME ENAMORE RÁPIDO, pero sólo de quien sea (o yo confíe) que no hará que el esfuerzo y la inversión emocional  haya sido un desperdicio (añadiéndome más penas).
  • Querer NO significa que me enamore rápido. 
  • Que tienes altos valores, que tus principios son comparados (revisados) entre QUIEN ERES y los que te muestra la gente de tu mundo, y ANALIZAS -con detalle- tu lugar y en el que deberías estar ¡Y HACES MUY BIEN EN EVALUARTE!  
  • Que inspiras la misma confianza EN OTRAS PERSONAS y que eres un canal de bendición para ellas, al punto que te consultan, TE INVITAN A COMPARTIR TIEMPO CON ELLAS y, de seguro -como yo- ellas no serán las únicas personas que te consultarán, que te LLAMARÁN con la excusa de sólo OíRTE (no sólo por tu bella voz), sino por esas cualidades tuyas que INSPIRAN CONFIANZA, placer, sea una amistad tangible o distante.
Por último, y eso tiene que ver conmigo, NO SÓLO TIENES UNA VOZ DELICIOSA (que es lo único tangible que tengo, hasta el sol de hoy), una sonrisa genuina (en nada fingida) que debe alumbrar la cara de tus amistades, una inteligencia descomunal (porque CONOCISTES A LOS VARONES desde muy chiquita).

Todas esas cosas juntas, y el haber confirmado "que me enamoro fácil" (cosa que no lamento y me alegro de ello) (particularmente si es de una sola persona, luego que haya evaluado "seguro" el terreno donde querría plantar la semilla del amor y otra serie de cosas), me impulsan a pedirte o a rogarte que, CUALQUIER DÍA que tengas chance de grabar un MP3 con tu voz, un registro de nuestras conversaciones o lo que se le parezca, siéntete en plena y completa libertad DE COMPARTIRLA CONMIGO o de regalármelo, pues, me dejas quedo, relajado -casi como en un embeleso- y así es como planeo vivir lo que me quede de vida.

Let your marriage class know


Let your marriage class know that MEN love differently. Let those men know women love MANY, instead of only one and, if a couple has a loving relationship CENTERED on God´s views and ways, that relationship will endure almost anything.

I can´t verbalize (now) the love lesson my life has faced, but I assure men and women that we have to love ONLY one mate, that our devotion should be to ONE, emotionally and physically, and that some women tend to love more than one men (the thing I really regret).
Of course! 10 women do not represent hundreds of them, but I´m convinced that very few confess they love more than one men, they hide him in secrecy (I know this and have learnt it from my youth: With my grandmother, with my aunts, my lovers, my ex-wife, a new friend, and with a relationship that left my heart broken) And I heal quickly! (it´s just a matter to pray, to fast and seek God's guidance again).

Tell them to be faithful, to love their spouses and honor the bed where they sleep their dreams.

Tell them Love is deeper than I thought it could be, and no one has written a better love lesson  than God and His Only Son, Jesus Christ.

martes, 12 de junio de 2012

No more hearts spared?




I wish I had a woman like me.
Someone to please, somebody to hug.

Sometimes I feel I have too much (empty space)
I can share, I can give someone to grow!

I´ve looked into the flame
the candlelight of life.
There´s no one else to blame
to charge my load aside.

The burden upon shoulders
ain´t easy, although it´s chaste.
Her eyes have rolled me over
her love is almost chased.

I wish I had somebody:
Easy to please.
Someone who cares.

This job it won´t be easy.
To love!
Somebody´s there?

My burden upon shoulders
is not to be refused.
It´s me who called an answer
My role won´t be confused.

Sometimes I feel I too empty.
I´m free to run or dare...
Somehow I know the answer,
the reason´s always there.

There´s no one else to blame
to charge this load aside.
I wish I had somebody,
No place to run or hide.

I wish I had  an answer:
Someone who seeks.
Somebody to love.

Sometimes I fought to conquer
ain´t easy love or share.
There´re things I have surrendered
wholeheartedly I´ve been spared.

Will you write back an answer?
Fill in this form or share.
I know the job ain´t easy.
Are there some hearts spared?

Do you see how I´ve written?
Tell, please! Won´t you dare?
It´s risky to be bitten.
It´s free! I´m almost there.

In the name of love and goodness
Quick Answers are not found!
This job it won´t be easy.
I dare! Even it´s not sound.

                                      Secular Hermit (A.T.)


Date: June 11, 2012 (At a noisy room of Ccs)


sábado, 9 de junio de 2012

Fenómeno Dalilah




Hay cosas, y hasta secretos, que jamás deben hacerse públicos.

Supón que estableces la mejor de las comunicaciones, con cualquier persona. Ella o él comienza a contarte confidencias y, de pronto, comienza a decirte cosas que -se supone- no debían salir de su boca (pero te las dice por tenerte confianza) (por su necesidad de intimar con alguien, además de sí mismo) (o para hacerte creer que te dice verdades, pero para ablandarte en las cosas que sí son muy tuyas). ¿Confiarías tú en ella o él? (recuerda que está traicionando o menoscabando la confianza que otro u otra puso, primero, en él o ella).

Sé de amigos y, hasta de parejas, que se cuentan “todo” (cosa que dudo). Comprendo ese mecanismo en las que uno y otro se hacen concesiones de confianza, se dan “pruebas de amor”, se cuentan fantasías... y, penosamente, algunas de éstas se han vuelto realidad (en detrimento de la relación, de los hijos, etc) y -aquella confidencia- no les sirvió de nada; sino para ese breve momento de amor ágape o amor eros, en las que uno y otro se confiaron y, al final, se hirieron (casi mortalmente).

Supón que le dices: “Me gusta la cachapa de maíz dulce, amarillo... ¡Muy tierno! Le insistes en el cuento, le hablas de cómo ves y visualizas tu fantasía y, por cosas del destino (nada se produce “por accidente”) la cachapa te llega, y con bastante queso de mano (caíste en ese pecado y te llevaste -en él-a la mujer que amas) (la que tú dices amas) ¿Qué te queda de la experiencia?

Puede que haya esa satisfacción. Esa que se parece al tomarse una botella de miel -dulce, sabrosa- pero con un desgano que repugna, que empalaga... ¡Hasta como una diarrea! ¿Has comido miel hasta que la rechazas? (¿Alguna cosa comes -o haces- que te empalague?) ¡Yo sí!

Supón que, luego de tu cachapa criolla, ella se te va con la cachapera... ¿De qué sirvió todo el esfuerzo que hiciste para conquistarla? ¿No te dolió el tiempo que esperaste para HALLAR a la mujer de tu vida? (al hombre de tu vida).

Luego, si te complació una vez (de pronto dos), le despiertas la curiosidad por la cachapa masculina... ¿Te vas a meter en ese peo? (y... ¿si le coges gustico?)

Lo que escribo no es para niños ni para religiosos (es más, les alerto).

Hay momentos en que desearía no saber las cosas que sé ahora, pero debo ser responsable de lo que aprendo, de lo que oigo, incluso de los que no es mío. ¿Puedes tenerme paciencia? Ya la he tenido contigo, y si no... ¡Sabes qué hacer!

Estamos desenfocados. (Tú, yo, todos).

No soy mejor que nadie (jamás podría) y estoy viendo lo que pasa (en muchos lugares) y no me cruzaré de brazos (y es poco lo que hago).

Hay un cuento muy viejo: El de Sansón y Dalilah.

No voy a pintarte a Sansón. Puedes verlo como el Rambo judío o como se te antoje; pero el Antiguo Testamento lo llamó Juez (todavía no entiendo eso bien) (quizá porque aprendimos que los héroes “son” intachables, incorruptbles, invulnerables...) (pero prefiero estos “modelos” bíblicos al mojón de Simón Bolívar).

Si tuviera que decirte algo de Dalilah -la filistea- yo diría que era una colombiana que se fue en un  contrabando a Palestina... ¡En serio! (¡Je! ¡Je!)

La imagino bella, de excelente figura, sibarita, (...) Pero no la voy a desnudar... y menos aquí.

¿Cómo sería -realmente- ella? (no es un carácter bíblico) ¡Qué buena es para mentir! “Vienen los filiseos... ¡Vienes los filisteos!” ¿De dónde era ella? ¿Traicionaría alguna vez a los suyos? (¿Siempre por dinero?) (quizá por amor).

Para saner más, búsquenla en el libro de Jueces, pero -la Dra Pilar Sordo- bien podría corroborar que se parece mucho (psicológicamente) a las mujeres (y hombres) de siempre.

¿Y cómo son las mujeres de siempre? (¡Graxs Hno A.G.! ... Por lo de Pilar Sordo-Muda).

Hmm! (no soy el indicado para el tema) (me daré mi chinazo en la cara). ¡Ja! ¡Ja! (pero pa´ lante).

Todas las mujeres tienen algo hermoso, bello (y feo) (igual que todos).

Dalilah, la colombo-filistea, no podía oír de real (se le resbalaban las...) (ese es uno de los “detalles” de una mujer con improba belleza).

¡Ah! No había silicona esos días, ni las pechugas King Size de ahora (o sea, que eran de verdad verdad) (algo positivo, pero no para mis castos ojos). ¡Ay, sí! (´toy cieguito).

El tabú de los pechos es tan viejo como ese negocio del heterochuleo...

Dalilah tenía un cabello largo, abundante; como el más frondoso de los árboles que pueda gustarte (¡Mentira!) (La estoy idealizando).

No creo que ella fuese muy alta, comparativamente a lo que se supone mediría Sansón ni tendría ella que mudarse de pelucas, como lo haría Celia Cruz (así que, por allí va la cosa: No era una catira). ¡Eso sí!

¿Qué nos enseña esa historia de amor? (amor unilateral) (quizá por mutua conveniencia).

En 1er lugar, es una de las historias de amor que me gustan: Sansón la amó (y la amaba), pero ella... ¡Uds ya saben! (era su negocio y, penosamente, vivía en el barrio de esos malandros filisteos).

Luego, la gran lección, para hombres y mujeres (por fortachones o débiles que pensemos seamos) ¡Hay cosas que no se deben decir!

Si fuera Sansón (lejos estoy de serlo), la perdonaría (y más, si entiendo mis faltas, admito mis debilidades y mi concupiscencia).

Si perdiera la conciencia del horizonte de las cosas, si perdiera la perspectiva -enceguecidamente- sabría reconocer algunas de mis faltas (y, al hacerlo, no disminuyo MI DOLOR) (Ni por confesarlo, recobraré la vista): Sansón pudo reivindicarse ante Dios (quizá no tanto consigo mismo) ¿Qué pensaría de Dalilah, al momento quejumbroso de su moribunda agonía? (¿La habrá pensado?) (he pensado en alguien, pero “a lo hecho pecho).

¡A Dios dejo los milagros! (un pelo no me importa, sino perderme del amor -de amar- o extraviarme sin buen motivo).

Hmm! (y he fallado). Tampoco soy juez competente para nadie (sigo siendo yo) (y mi vela se apaga).

Además, en el juego de dar -o recibir- siempre hay riesgos de perder (también de ganar).

¿Enceguecería tanto, como para negarme a lo que es parte de esta vida?

No quiero ser un fenómeno... Tampoco querría a Dalilah (hay un perfume que advierte esos peligros).

viernes, 8 de junio de 2012

Una Mano

En el cuarto donde duermo, cuando tengo que venir a Ccs, hay un afiche. No me gusta verlo, no me gusta ver a hombres (mucho menos a políticos), pero lo han colgado allí para reducir la transparencia de esa ventana...

Lo que me molesta de la imagen (no es tanto la persona) es que él está allí, como extendiendo el brazo, como dando la mano... (pero no es verdad) (de hecho, es otro político hipócrita).

Hay momentos genuinos, entregas totales e incondicionales, pero a lo político no le creo. Si se tratara de mí, hace mucho ya, habría quitado ese cartel he inventado una solución; pero debo respetar las decisiones ajenas -no tanto porque quiera o necesite respeten las mías- sino que me desautorizo donde no tengo autoridad: Ese sitio no me pertenece.

En el plano real, cuando alguien me extiende su mano, una sonrisa, reconozco si es sincera. En el mundo de los humanos, si no hemos aprendido, iremos aprendiendo a discernir, intuir, por buscar nuestra verdad.

En más de una ocasión, sin contar mucho las veces, me he negado a rechazar apretones de mano. No tanto por saberles insinceros, por notar alguna mácula, alguna borrachera mental en los que me accesan o la ofrecen, sino que no me correspondo con la mentira, y no quiero vivir más en las falsificaciones de lo verdadero.

He aprendido demasiado.

Ayer -quizá como hoy- me he querido morir (y hablo literal y definitivamente),

Cualquiera dirá: “¿Qué le pasa a ese loco?” y tiene razón (y yo, también, la tengo).

Puede que no tengas una idea leve de lo que ha sido mi vida (tampoco yo podría atinar a descubrir qué ha sido la tuya). No digo que haya sido mala, ni peor ni mejor que la tuya; sólo que no quiero seguir repitiendo vidas sin terminar lo que queda de esta.

A ver si me explico: Parece que me he enamorado.

Ella y yo somos muy distintos. Quizá ni se dé por enterada; pero -literalmente- conversábamos horas al teléfono. ¿Saben quién paga las llamadas?

Esa mujer es totalmente distinta a toda referencia, no que sea más bella o fea que cualquier otra; sino que tiene varias cosas que yo intuía existían, pero ella me ha confirmado que son una realidad (y me tiene de cabezas abajo).

A su llegada, por ese vuelco, en la arremetida contra mis muros, hube de apagar mi teléfono ¿Cuándo, en lo que tuve por vida, me hallé en ese predicamento?

No me pesa que destruyera mis defensas. No me duele que invada ya mi vida, al asunto es que yo no vivo como ella y -esa contradicción- es la que me hace morir: Ya quisiera estar muerto (estoy cagado, pues) y, aunque esa no sería la excusa, mi realidad es la que ME prela: Su status económico y forma de vida me es visible (y eso sería lo que me estuviera matando) porque mi vida, como tampoco la suya, estarían bajo el mismo control.

Ignoro cuáles puedan ser sus actuales necesidades.

Supongo que -como todos- ella necesita cariño, lealtad, compresión o el estímulo de alguien (sabe Dios la naturaleza, la extensión o profundidad de esas cosas que ella necesita) pero, como me conozco, habrá ámbitos que ni son de mi gusto ni estarán en el límite de mi capacidad o competencia ¿Cómo no morir antes de ese tiempo?

Es fácil extrapolarme en algunos aspectos de mi vida, he estado en varias circunstancias, distintas situaciones; pero nunca en el más allá.

Si mi vida ha de seguir con esta “ mamadera ” de gallo, quiero firmar -hoy- mi carta de renuncia ¿Qué sentido tiene, para mí, el sube y baja de mi existencia?

Toda mi vida deseé alguien como ella (aunque no la conozco en todo).

Cuando vi la pelicula “UP” (de Disney – Pixar) me enamoré de la forma de ser de la chica. Al ver la película, sin saberlo, reconocí ese “yo” (apagadito) que cada año llevo escondido, por décadas.

P.S.

También estoy escribiendo para ti, Esperanza.

Dentro de mí todo está claro, pero “el mañana” no está en mis manos y, confesándo-TE-me, sé que esto puede ser mejor o peor, pero no me gusta mentir, ni confundir... ¡Aunque me halle confundido! (y no por mí, sino x los sucesos).

¡Me gustas mucho! Y -por supuesto- puedes gustarle (mucho más) a una docena de hombres (sin contar a las mujeres) ¡Ja! ¡Ja! 'Ja! (eso sería problema de ellas y de ellos) (pero, aquí, lidio con los míos).

Decepciones


Confucio, según cuentan, solía decir: “Espera poco de los demás, pero exige mucho de tí mismo.”

No tuve el placer de conocer a ese chinito (¡Je! ¡Je!) ni tampoco tengo planes de llegar ser tan viejo ni sabio; entretanto, para lo que Dios me añada a estos años de vida, el único “plan” que imagino haré, es verle la cara al primer nieto, terminar de construir lo que me falta para decir: “Ya tengo casa” y, en -lo inmediato- desmalezar esos 1.000 m2 de terreno que no limpio, desde que volví de Colombia.

Hace años, no recuerdo cómo, me enviaron aquel cuento de aquel trabajador que, cansado ya de sus años de labores, deseando disfrutar de sus años de retiro y el beneficio de ciertas pensiones, inició un trabajo a regañadientes.

No tengo a la mano, dicho cuento, para re-publicarlo (no me agrada parafrasear ni robar el trabajo intelectual ajeno) pero, para decepcionarlos, lo resumo:

Ese trabajador puede ser tan bueno, cumplidor o inteligente como Ud.
Ese hombre (debió haber sido mujer) era de la clase de obrero que siempre entraba temprano a sus faenas, pero salía tarde, en esa consecución de años laborales.
Su jefe le tenía gran estima, mucha confianza; pero cansado ya, quizá hastiado de que el sueldo no le alcanzaba ¡Sabrá Dios! Estaba como apuradito para disfrutar sus años de vida de retiro.

Ese hombre (merecedor de una buena esposa) había adelantado toda suerte de documentos y pendejadas para ausentarse. Supongo que, con todo medio y enteresa, hizo aquellos tediosos trámites que se debían hacer para “disfrutar de la pensión”.

-Ramón -le dijo el jefe- necesito que me hagas un último trabajo. Durante años, casi toda tu vida, diste los mejores años a este oficio y, no queriendo que te vayas, sin que hagas la mejor y última de tus obras, te ruego que me hagas esta última casa y te vayas como quieras. (Cámbiele el nombre de Ramón y póngale el que se le antoje) (¡Insisto! Puede ser el de una mujer).

Ramón, con arrechera, casi que fruncía la cara. Por dentro, ya cansado, se zafaba con palabras y argumentos.

-Te entiendo, amigo! Tienes toda la razón y estás en pleno derecho a negarte... Una sola cosa te digo. Te pondré el sueldo que quieras y los materiales que pidas y, si me rechazas, lo consideraré un insulto; pues -esta casa- es un trabajo super especial (bien proyectado) ¡Como si la fuera a usar yo! y, no te lo pido como jefe, te lo ruego como amigo... ¿Qué me dices?

El carajo (quizás una tipa) aceptó el compromiso (lo sedujeron con más dinero).

Al principio, como siempre, arrancó bien contento, pero -al notar nuevas complejidades, nuevos retos- comenzó a desanimarse y miró el paso del tiempo.

El jefe, una vez que otra, le echaba alguna mirada.

Si podía detenerse, intentaba conversar -dándole alguna palmadita- pero Ramón, apocado, no sólo le evitaba, sino que su desánimo afectaba a otros en la obra.

Para concluir (porque quiero irme a mi casa) Ramón (Petra, Helena, Pedro o Jacinta) comenzó a gritar a sus compañeros de trabajo. Ciertos días ni llegaba a tiempo (o no se aparecía) y -obviamente- los reportes llegaron al Jefe, al punto tal que, el día que debían terminar la obra y entregarla al nuevo dueño, se estaba postergando.

-¡Ramón! -dijo el jefe- No sé qué te está pasando, pero tengo una idea. Esa casa, que te pedí y te rogué ¡Halándote bola! Debía estar ya lista y bien terminada. No sé cómo hubo ese cambio, no sé qué cosa te afectó, al punto tal que -no sólo me incumpliste a mí- sino que dejaste de ser un ejemplo a tus compañeros de trabajo, a esos quienes te admiraban en tu puntualidad, tu exigencia ¡dándoles un mejor ejemplo!... ¡Qué te pasó? ¡Coño, chico! Creí a tu capacidad de compromiso.

Ramón, bajando la vista, no respondió. Hubo un brillo en sus ojos -por un momento- pero no dijo palabras.

¡Bueno! El resto de la historia la saben muchos. Sin embargo, para quienes no lo sepan (lo dudo) el jefe -tratando de homenajearlo- le dijo un par de razones un par de disculpas, pero -la casa- era para que la habitase Ramón y no otro dueño.

¿Cuántas veces no somos Ramón?

¿Cuántas veces nos ilusionamos con pendejadas intrascendentes? Y nunca terminamos de disfrutar lo que deberíamos disfrutar.

Podría escribirte una docena de cosas, pero mis argumentos no valen nada frente a tus razones (yo soy Ramón y tú eres Ramona).

Podría decirte un par de cosas, pero tú, y solo tú, tienes una cantidad de cosas fijas en tu mente y nadie distinto a tí te sacará de esas ideas: ¡Tú sabes q quien necesitas y vives para lo que buscas! (somos otro Ramón o peor que Ramón).

Me estoy volviendo práctico estos días.

Estoy desarrollando una habilidad de interactuar -con el futuro- que yo mismo me sorprendo.

Tengo claro qué no quiero, aunque -de seguir así- me estoy complicando (pero llevo dos décadas en este negocio) (y ya no voy apurado).

Hay muchas cosas que pueden o deben desilusionarte.

Si alguna vez las descubres (o te las señalan) no subestimes lo que a bien te digan y presta algo de atención: Algunos somos miopes, y más, si éstas cosas tienen que ver con ideas que no mueven un corazón.

Tal vez, y no sé cómo, se nos mete una bobada y caminamos hacia un precipicio. En ciertos casos, más nocivos, la gente se enfila por caminos que no ofrecen vuelta atrás y, te confieso, por mi ventana veo a pasar a gente que ha caído (y sigue) por el mundo de las drogas, del licor, el robo, la prostitución y el delito... ¡Esos tienen esperanzas! Pero sólo si la aceptan, si la buscan y la reciben.

Otros, como tú y como yo, elegimos un camino distinto, a veces de solitarios; pero no creo que este mundo sea tan cruel para no asistirnos en lo que podría ser otro clon, un difícil milagro o una intervención más directa salida de la mano de Dios (No lo sé, pero me abandono a esa suerte, acelerando mi paso).
Lo importante, a manera de resumen, es no decepcionar ni decepcionarnos. Hay quienes esperan mucho, dando poco. Hay quienes no se esfuerzan en nada, y lo quieren todo...

No soy de las personas que desee joderme toda una vida por algo, tampoco, por el contrario, soy de los que subestime las cosas porque no me hayan costado mucho o no pague nada ¡No! ¡No! Todo tiene un valor. Un valor emocional y un valor material. Un precio monetario y un precio sentimental o espiritual: “Lo barato sale caro” y, termino inclinándome a favor de éste adagio (más viejo que yo). ¡Ja! ¡Ja! Me quiero ir a mi “eterno” destino (ya me aburro por entrar en los años de retiro) ¡Sin real? ¡No señor! Sin dinero, Ud ni yo, somos nada y NO podremos pagar el ESFUERZO de nadie (y todo esfuerzo vale) ¿Puedo predicar? Léase Mateo 10:10).

Ayer, siguiendo la petición de mi hermano, salí a comprar cambur. Petare se ha convertido en un sucio mercado callejero. Las calles son inhumanas... y no haré un buen retrato, hasta ese día que Ud mismo vea y lo perciba.

Fui al sitio que él me había referido. Normalmente camino lejos, no siento pereza para hacerlo, no me de flojera -pero- meterme entre esta gente, ciertamente, me disminuye ¡más por el descaro irrespetuoso de las leyes de tránsito! (pero sigo en Cuba-Zuela).

Compré 2 kg de cambur. No los escogí, no seleccioné, y me abandoné a la buena fe de aquel hombre. No hablaré de su aspecto (yo parezco más que un loco) pero sí noté sus manos y me fui ¡Eso sí! Pagué la cuenta.

Lidie con esa gente que estorba. Evité los lugares que parecían más congestionados por el ruido, por los motorizados irresponsables y, pasando de puesto en puesto, me imaginé caminar en los peores lugares de China (y quise volar).

Al pasar por el enésimo puesto de frutales, un mensaje subliminal me despertó de mi anestesia psicológica: “¿Me habrán robado?”

Con un paso más rápido, constante y seguro, intuía la verdad. No me hice un plan, no maquiné nada, prefiero vivir el momento.

Al llegar, alcé mi mano y puse una bolsa sobre la balanza. Cierta señora,vestida de vendedora, me observaba, no muy contenta.

Al notar el peso, confirmé mi sospecha (tenía 2Kg de azúcar, pero el peso de ese buhonero “acusaba” 3Kg de azúcar).

-¡Mira, pana! Compré 2 Kg de cambures, y te pagué completo... ¿Sabes lo que tengo en el peso?

El tipo, sentado, se desentendía.

De no ser por la mujer que ya me decía: “Ese peso no es del uso público”, haciéndome a un lado para que me retirara, le insistí.

Allí puse 2 Kg de azúcar ¿Por qué tu peso marca 3?

La mujer le dijo a su empleado: “¡Dale sus reales!”

Los tomé y me vine, hacia otro comercio (lo que nadie sabía es que me comí un camburito) ¡Ji! ¡Ji!

En el fondo, la decepción, no es esa clase de trampas en la que uno pide y el otro da.

No es aquella en la que una parte demanda y otra satisface.

El desengaño no es la mentira que tú descubres, que yo descubro o en la que me pillan, sino en esa falta que nos hacemos, a diario, en una multitud de transacciones, sean de naturaleza comercial, emocional, de concesiones o de emociones.

¿Cómo estás tú?

¿Cómo estoy yo?

No soy erudito, pero sí decepciono, me han decepcionado y puedo reponerme. De ser estudioso, inteligente, clasificaría -la decepción- en dos (2) tipos (gran descubrimiento):

1.      Decepción Pasiva
2.      Decepción Activa

Trataré de explicar cómo veo el asunto.

La pasiva la veo como aquel viejito pendejo que cifra sus esperanzas de -felicidad- en una persona demasiado joven. Es el viejo verde que mira a una carajita de 15, 30 o 40 años (con malos ojos) pero no admite su error, no admite los riesgos a los que se expone -sexual y emocionalmente- y, luego, al poco rato, no comprende “por qué sólo le piden dinero” o “porqué se fue la chica con otro”. Hay carajos, muy claros y conscientes, que saben pagar el precio de las  heterochulas o heterochulos y, sin embargo, se sienten miserables (yo me sentiría muy mal si alguien me quisiera por dinero y NO por ser la persona que SOY) (¡Ah! Las hetero-chulas y hetero-chulos, también se sienten mal por saberse “son” simples objetos sexuales: Por eso cobran).

La decepción pasiva es esa en la que alguien dice: “No me enamoran”, pero uno no hace un firme compromiso de amor (ni consigo, ni con nadie). Es aquella clase de carajo que se cree bonito, esa mujer que se estima demasiado “buenota” -pero- a ningún pendejo recibe. ¿No es eso pasividad?

Alguien que no se cuide, alguien incurso en drogas, alcohol -incluso con malas amistades- a la larga, malgastando sus días, llegará al estado en que he visto a muchos y, para colmo, la guacharaca ya no canta (estoy pensando en los versos de “Moraleja Senil) (es una desgracia no tener a NADIE para amarse, y para amar).

Es ¡rete-frustrante! que uno vaya en una dirección y otra, por otro camino (y no existen senderos paralelos en la mente).

La decepción activa es aquella en la que nosotros, directa y voluntariamente, somos los victimarios e, incluso, buscamos una víctima. Si en la una, el pasivo “espera”, en ésta, el engañador las busca. Allá, alguien dice: “No me enamoran”, pero, en ésta: “Como me engañaron... ¡Joderé a medio mundo”.

NO pretendo condenar a nadie, en todo caso, me acuso a mí mismo.

El decepcionado pasivo, por ciertas circunstancias, es aquel que asume el rol “como me jodieron me vengaré”. Éste, con legítimo derecho, llega a decirse: “Me engañaron una vez, no lo harán dos veces” y, de allí en adelante, su protagonismo afecta a unos y a otras 8hasta que alguien “mejor” lo afecta y se transforma ¡Un aplauso para los que cambian para bien!
Llegados a este punto, te invito a reflexionar: ¿Lo haces bien? ¿Puedes ser mejor? ¡Creo que sí!

Tú, y yo juntos, podríamos añadir una lista de cosas que las que reconoceríamos a los decepcionarores y a los decepcionantes vacíos ¿Importa tipificarlos y sentarlos en el banquillo de los acusados? (es válida tu respuesta).

En lo que a mí concierne, en mi yo íntimo, no tiene caso el denunciarme ni acusar a nadie (cada persona da y dará su cuenta a Dios). Lo importante -y debo recordarlo- es que no debo ser pasivo ni engañador activo. Puede que escriba algunas ideas “muy” bien, pero -en la práctica- soy un fracaso y un hablador de pajas (espero que no me descubran) ¡Ja! ¡Ja!

En todo caso, como decía mi papá (y espero no me pase a mí): “Yo no entiendo cómo Dios me hace esto...” ¿Qué le pasó a mi papá?

Era un adicto fumador de cigarrillos. Toda mi vida yo le discutía o intentaba hacer algo para alejarlo del vicio, pero fracasé -muchas veces- y murió de cáncer.

Antes de su debacle, lo llevaron al quirófano para extraerle algo de la próstata (había metastasis) y, no pudiendo volver a caminar “le endosaba la culpa a Dios”... Qué bueno es Dios, ¿verdad? Se lleva nuestras culpas y somos nosotros los que jodemos este mundo.

Tras ser operado, mi papá no volvió a salir de la prisión de una silla de ruedas y, a escondidas, también abiertamente ¡seguía fumando! En medio de su auto negación, decía para sí mismo ¿Igual no voy a morir? Pero, por otro lado ¡el culpable era Dios?

¿Saben qué le dolía en verdad?

No era Dios, no era la silla de ruedas y que mucho de su mundo se venía abajo (incluso en los sueños que tuve a bien oír y escuchar su auto-interpertación).

Lo que más le dolía -me dolería a mí mismo- es que planeaba implantarse una prótesis para evitar la pena de su disfunción sexual.

Nos echábamos vainas.

Nos decíamos cosas chistosas; pero no aguantó su vida para llegar a disfrutar de esta parte  maravillosa del ser y del don del amor: Amarse a sí mismo, amando sexualmente a los demás.

Hay decepciones interiores que no se confiesan.

Aprendemos a mentirnos, por medio de negaciones, sublimaciones o auto-engaños y, ¡para colmo! pretendemos llevarnos al mundo por delante.

La enfermedad de la mentira, el cáncer de la decepción, es más mortal que una disfunción de la próstata.

La mente es una cosa (el programa) pero; si está mal el software -el hardware- también se daña.

Todos necesitamos ayuda.

Visita Médica



¿Hace años, no es cierto?
Me propuse saludarla. Hace tanto no la veo, no la escucho; que me causa extrañeza que el pasado se resolviera como lo hizo.

Muchos fueron mis errores. Algunos no ocultaría y, otros, llevan su marca, su nombre; pero no tiene caso señalar ¿Qué sentido comprender? De mi parte, lo que fue sigue siendo y, si me lo preguntan, muchas cosas no dejaron de ser, ni creo que dejarán ese sitio que tienen: En mis memorias.

Hay cosas que no cambian, sin embargo, la voz de su hija ¿cómo no me la recuerda? El parecido de su risa y, el tono de su voz, me parece hablo con la misma persona que, aunque es ya no es, sigue siendo. ¡Vaya clonación! Sólo espero que Dios no me sorprenda -muchísimos más- en el caso de que llegue a ver a uno de mis nietos.

¿Qué será de su vida? Toda ella (diserto sobre M.P.)

Ya noté algunos cambios ¿Por qué la vida nos hace cambiar?
Aunque oí su voz, como la misma, la noté distante, como importunándola y, para colmo, el ruido de fondo -quizá un televisor encendido- me hizo sentirla distante y, aunque quise visitarla, me pareció que no fue un buen momento... ¿La he importunado siempre?

La idea era saludarla.

Hay cosas que han de quedar donde quedaron y, las que ahora pasan por mi mente, al parecer, no son respondidas: Ni por sus letras ni por sus palabras. ¿Por qué es así? ¡No sé! (pero mejor lo dejo así).

Hoy es domingo.

Tenía planes de volver a mi casa, pero su invitación, no es para rechazarse ¿Hace cuánto no nos vemos?

Lamento haber hecho algo indebido.
Mi intención no es dañar, sino construir y, además, esa niña ¡No es como otras! (además, no podría serlo, jamás).

¿Por qué, Señor, fui tan distinto? (¡No! No me digas. Acepto mi condena).

Una de las diferencias, si no me equivoco, son esos 9 años (pero ella es la mayor) (¡Qué pensará si me leyera?).

Otra, mi adversión a la navidad y, quizá, nunca termine de ser acepto por ese rasgo -judío- que me robé de la certeza de otros que tienen sus razones para no ir por la corriente del curso de las mayorías (y ¿cómo olvidarlo?) (¿La perdí por algún otro motivo que no tuvo que ver con mis argumentos?). Ya no hay espacio a los lamentos

Creo saber y, estoy determinado, a no dar razón a nadie al respecto: Si he de venerar un árbol, si he de cantar gaitas navideñas, no ha de ser por algo distinto a lo que sé o entiendo de Jesucristo.

¿Debería ir? Me pareció tan extraño... (pero me invita) (y ya sé por qué la evito).

De momento -me pareció- era una forma de deshacerse de mí. ¿Estaba cansada! Las rutinas, los horarios... Todo eso afecta. No sólo hiere a la comunicación de la coherente visita, sino a los extraños y advenedizos ¿Y qué soy yo?: Un recuerdo que la recuerda.

¡Me rasuré!

¿De cuando -acá- lo hago en la madrugada de un domingo? ¡Nunca!
Pero recordé, con una sonrisa disimulada al espejo, las veces que ella me daba ese tierno regaño para que me arreglara, me acicalara y; aunque no voy a impresionarla, es lo menos que podría hacer por su amable invitación ¡Ni siquiera pensaba en verla! (y sigue tan hermosa).

Ella decidió su vida, como cualquiera lo haría y, antes de dar aquel pueril paso mío, tuve la oportunidad de verla -cerca de Petare- para decirle: “Me voy a casar” ¡Cuánto no deseaba yo fuese con ella!

Su mamá se lo había advertido... ¿Lo habrá olvidado?

Esa vez, una de las veces en que -no queriéndolo así- tuve oportunidad de verla, no le di un ultimátum, no pedí su consentimiento: Simplemente la informé (pero queriendo que algo en ella me detuviera, que me objetara, o me lo prohibiera). ¿En qué estaría ella, esos días de la UNESR?

No creo que la vida nos dé esa clase de ciclos. No creo que, luego de tantos años, las almas se visiten en recuerdos, con pesares o tristezas, para recordarse -en vida- los días de ausencias, las veces que nos dijimos adiós, sin querernos dejar, no queriéndonos ir (nunca quise dejarla).

Hoy no será distinto: Respeto los compromisos ajenos y; aunque emocional y físicamente sigo libre, no comprometido -salvo conmigo mismo- el pasado es irreconciliable; al menos en esta vida, en tanto perduren las condiciones que yo vivo: Es mi cruz.

No echaré la mirada en esos pocos encuentros donde comimos juntos (aunque no olvidaré esa vez cuando un pan se le cayó de las manos y flotó en el agua). No daré vida a esa fantasma que me atacaba o perseguía, en cualquier lugar de Sabana Grade, cuando me parecía verla con cualquier otro, en cualquier mujer que me pareciera era ella; pues, si la ví o no, nunca lo supe, y es un dolor sentimental que no deseo a un enemigo: Era una locura, paranoia de lo que pudo ser amor hasta este día (y no supe hacerlo).

Hoy, en honor a mí, en honor a aquello que llenó tanto (aún me llena) haré una corta visita.

Al momento, por razones que ignoro, una pregunta no fue respondida... ¿Qué me diría? No lo sé y, la forma de saberlo -si es que se sabe- es yendo a esa clínica...

Hacía tiempo que yo no dudaba.

Mi recuerdo morirá conmigo y, por otro lado, ¿será posible la amistad de dos amantes? ¿Será que nuestros hijos superen nuestras diferencias y, de algún modo, rediman lo que debió haber sido, entre ella y yo?

Sería egoísta egoismo.

No soy de los que proyecte mis fracasos o problemas en vidas o situaciones ajenas. En último caso, asumiendo que este encuentro sea de Dios, asumiré el riesgo de volver a verla, de visitarla 5 min, porque -un lugar de trabajo- no es un sitio para hablar, salvo para una visita médica.

Una cosa te diré, aunque mi anhelo y el deseo es tal como el de anoche (donde pudimos conversar un poco los tres: Tú, yo y tu hija) la perfección -aquí- no existe. Y, en el mejor de los casos, si Dios tiene a bien permitirnos estar en la eternidad futura, tendremos la oportunidad de reconciliarnos con muchos, vereremos la resurrección de sueños extraviados, a fin de redimirlos y, en cuanto a ti, entrañable amiga (ahora hermana) te debo la dicha de haber sentido, amado y querido -como jamás viví por nadie- y quizá, cuando finalmente muera (¿Será pronto?) entre algunos otros nombres, el tuyo irá adelante; pues, siempre habrá cosas que en la dicha no se olvidan.

Hay lecciones que toman días, y otras, tomarán años...

¿Por qué no se lo dije entonces?

¿Temía perderla? ¿Temí que el vínculo se basase en interés o conveniencias mutuas?

Debí decírselo ¡No supe manejarlo! (y ésto no me excusa).

Pero no era por poco amor, no era por no querer complacer: Aquel queso -el que no te gustaba- lo compré por no tener otra manera de “estirar” el poco dinero que tenía. MP. Sin embargo, te justifico. ¡Lo entiendo hoy! Mejor que antes. (Efesios 5:25, 28) ¿Qué tanto perdería? ¡Dudaba de la provisión diaria! (no conocía nada de Dios).

Si hubiera sabido...

No viene al caso explicarlo ya pero, las razones para no haberte comprado el mundo -lo que tú querías- no era subvalorarte, no que yo no lo desease: No tenía dinero para comprarte nada y, tampoco hoy lo tengo. ¿Te querría menos? ¿Te anhelaba menos? (y cuántas veces me maldije por no tener lo que hubiera servido para mantenernos).

En alguna medida, bastante hipócrita, me basto vivir día a día y, jamás negaré que debí olvidarme de bobas aprensiones, esos tontos temores, pues, contigo -también- aprendí que, cuando se ama, se da todo sin miramientos ¿Cuántas veces gastaste tu dinero o tu tiempo por estar conmigo? ¿Cuántas cosas sacrificaste, sólo para confirmarme lo que yo no supe confirmar? ¡Estúpido de mí!

Debí haber conocido esa fe que tú ejercías y, el saberlo -ahora- no me alienta...

 May 27, 2012                                       A.T.  (Secular Hermit)