“La vida se mueve como si
estuviéramos en una larga fila de personas, quien sale de ella cede el paso y
su lugar a otra” A.T.
Hoy retomo parte de algunas ideas que
revolotean en mi mente, como mariposas, y no se dejan atrapar…
Hace poco alguien me dijo que moría (…). No
creo mucho a lo dicho pues, hay momentos en que lo que se dice pierde
credibilidad, las relaciones se desvirtúan o se desvinculan, y hay que ser un
poco científicos en eso de comprobar –con hechos- lo que de boca se dice o lo
que con el corazón se siente y los temores advierten.
Ciertamente, como el argumento aquel que se
esgrime ante un vaso medio vacío o medio lleno, nuestra vida avanza o retrocede
en medio de esas apreciaciones, las negativas o positivas, las buenas y las
malas, pero avanza siempre a su natural término.
Uno, como bebé, no puede ocuparse de que en
50 años llegará al género de los viejos. A los 10 no solemos pensar que a los
60 años necesitaremos una pensión por vejez, no tanto por incapacidad laboral,
sino porque los empleadores “incapacitan”
A LOS MÁS PREPARADOS, para tener que pagar menos dinero de sus nóminas,
y así conservar sus ganancias para el staff gerencial, sus accionistas
mayoritarios (los que pusieron su dinero en riesgo) y así distribuir menos
la ganancia neta: Las gallinas de arriba
cagan a las de abajo. El obrero hace el trabajo sucio, pesado, maloliente,
y el de arriba goza su aire acondicionado y gana más dinero. ¡Ni a los 30 ó 40 pensamos! Pocas veces advertimos que somos explotados y muchos
menos vamos a la escuela de negocios para poder aprender a CREAR NUESTRAS
EMPRESAS, nuestros negocios, porque muy pocos pensamos en la autarquía, la
autosuficiencia, porque somos parte de un sistema
explotador (Llámese capitalismo,
socialismo o comunismo: Todos son la misma vaina).
La vida es terminal, determinante, porque si
te levantas de tu asiento, otro busca de montar su culo en ese sitio (y aún,
sin quitarte).
Tienes una casa bonita, una de esas que soñaste
y construiste, y alguien la codicia, la envidia, en lugar de aprender y
dedicarse a edificar sus propios sueños en cada vigilia, en plena conciencia.
Una de las características de la retórica de Hugo Rafael, por ejemplo, es hablar mal del
capitalismo. Su verborrea mediocre y populista se dedica a desvirtuar los
logros del capitalismo mundial (que tiene más de 2 mil años de historia, por cierto) exaltando los supuestos beneficios del socialismo procomunista. ¡Pardiéz! Dígame Ud si el
presidente de Venezuela hace sus viajes en autobús o en los calientes vagones
del Metro de Caracas. Ese tipo no sabe qué es estarse de pie y esperar que
alguien salga para poderse meter en un vagón que no le funciona el aire
acondicionado… Habla de ser IGUALES, pero él (ni los suyos) sufre una cola por
un kilo de leche ni por un litro de aceite ni tiene que aguantarse la coacción
de la gente del Mercal que te “obliga” a comprar productos perecederos,
innecesarios, para poderte llevar lo que
SÍ NECESITAS, a condición de que hagas LA VOLUNTAD DE ELLOS, para que
sacies la tuya, así sea por un puesto de trabajo (hablo de maestros interinos,
empleados temporales, pero él tiene 12
años engordándose).
La vida es terminal, también, en los roles
que cumplimos en la sociedad: El productor agrícola sufre la faena calurosa y
el riesgo de la ansiada espera, pero el inversor y distribuidor mayorista se quedan con las mayores
ganancia$, todo porque el productor real no tiene los medio$ de transporte, las
cavas y medios de distribución al detal, y tiene que depender de terceros para
que sus mercancías no se le pudran en el conuco o hacienda.
Hay momentos tajantes en la vida. Hay que
asirse al bus o al tren que la lleva o, de lo contrario, se queda fuera o nunca
lo llevan. Esas oportunidades se te presentan a diario. Uno cree que esas cosas
pasan pocas veces en la vida, pero nos engañamos ¡Dios es más generoso! (sólo
que LO subestimamos) (igual que a nuestras buenas oportunidades). Hay momentos
en que nos llega un empleo prometedor, no será fácil el ascenso y LO DEJAMOS
IR. Hay circunstancias que nos acercan a
personas especiales, únicas, bellas, pero los prejuicios, los temores e
inseguridades nos anulan, nos neutralizan nos apendejean… ¿Quién espera por
alguien? ¡La vida es un bus en constante movimiento! Es puntual como el avión
que, una vez lleno, hace su vuelo y pocas veces retorna a recogernos al mismo
aeropuerto.
Yo estoy agradecido a Dios. Como cristiano
soy bastante mediocre, bastante secular y profano y, aunque ya no tengo razones
para ello, aunque puedo proceder a un grado de santificación particular y dejar
una cantidad de cosa atrás, he estado soñando un poco, contentándome algo en esta
carne que envejece y muere y –la verdad-
no lo resiento, no lo lamento. No obstante, lo reconozco también, no me voy a
quedar esperando un milagro: Esa persona no existe ni es una continuación de
quien soy (“no es una mujer a mi imagen ni semejanza”, como dijo mi consultora
telefónica).
No recuerdo qué capítulo de la conferencia de
Pilar Sordo narra esa experiencia
que padecen algunas personas. Esa en la que uno despierta como si le faltase
algo y, en lugar de notar LAS COSAS QUE PIERDE, uno se centra en ese sentir de
una ausencia nebular -esa vaina que no se sabe ni se conoce- pero “se cree” necesitar
o no tener, cuyo sentir nos mueve a otra búsqueda, dejando de colocar buenos cimientos
a una relación, con una persona (que ciertamente estuvo cerca, pero que al
final se aleja, la botas o te descuida) y que terminalmente se aleja o nos deja.
¿Sabes de qué te estoy hablando?
Como hombre, como humano y pecador, no puedo
negar mi inclinación por lo que creo es belleza exterior. Ciertamente esa
belleza externa, temporal, mueve mi visceralidad, lo irracional de mi razón,
pero NO PUEDO CONFIAR EN UNA CARAJITA. Las jóvenes, también como viejas y viejos, despiertan con esa sensación
de que “les falta algo”, que no
tienen lo que merecen o quieren, y la
competencia y rivalidad por una chica bonita, buenota, es algo muy costoso: Emocionalmente
y económicamente (yo no tengo real y, además, lo que gano ni cubre mis deseos,
mis necesidades, ni las que corresponde a mi hijos menores de edad). ¡Dime
irresponsable! ¡Llámame como quieras!
¿Quién no quiere quedarse con una mujer
bonita? (¡No respondas! Los cirujanos de la piel lo
confirman).
¿Quién no desea placer, lealtad, fidelidad
con una mujer así? (todavía estoy vivo, no he muerto) pero ella no está madura
para quedarse con alguien en mi situación. Además, la idea de la promiscuidad –la
sexual- también tiene que ver con mis gustos, mis convicciones y creencias religiosas. Si
ella no tiene mis aficiones, mis afinidades ¿cómo puedo satisfacerla? ¿Cómo me
será fiel, si piensa que yo no lo soy POR LOS GUSTOS DE ELLA? (Mis creencias son distintas a muchas
personas. Mis gustos se parecen a un par de los tuyos, pero puedes dejarme y
también, yo podría cambiar de idea).
La vida es terminal y determinante. Hoy estamos y no estamos. Sea lo que sea, esperaré poco y me volveré
a mi montaña. No estaré en Caracas mucho tiempo y, obviamente, no celebro la
navidad ni un grupo de cosas de las que soy ajeno.
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