lunes, 19 de mayo de 2008

Ciertas "condiciones" aplican...

This site is useless for finding real women.

From now on i'm just going to write blogs and use this site to look at other people's blogs on scamming so that I will know all the different defenses against scammers on the sites where I am going to continue to look.
This site has nothing but scammers. The scammers even make comments on blogs which talk about scammers. A girl -supposedly from the U.S.- made a comment on “why men look at the foreighn girls” -since they are all scammers- and her profile is just that of an american scammer.

Really there is no other solution, but to stay away from the websites that you find the scammers like, and to look at the ones where it is not so bad. Maybe you get only one email a month, but then to waste time on all the fake ones is no fun either.



Alfa Tau:

-I´m a newcomer, but I would have felt deeply disappointed if I would waste my time (and money) that way.

If U get the requiered information -please!- forward it and publish it. Nobody wants to be cheated!

Thanks for the tips!.


(Sigh!)

I think I won´t spend my time looking around to see who is who. Otherwise, I´ll be considered a PC programmer, a scammer or uneasy virtual trash.

Where´s the asian girl I thought it was REAL this morning?

I liked her anyhow!



P.S.

The U.S. State Department Scammer Database.

Inform yourself about what you can expect....

travel.state.gov/travel/cis_pa_tw/cis/cis_1013.html
travel.state.gov/pdf/international_financial_scams_brochure.pdf
www.state.gov/m/ds/rls/74936.htm
fpc.state.gov/fpc/86798.htm



Acknowledgements to Mr. Itsme. He has done the core work there.

lunes, 12 de mayo de 2008

Volver a Vivir.

Tengo días deseando verte.
Incomodado por el deseo y la distancia –ya lo sé- me rebelo a mi condición, en todo aspecto.
He visto lo que me has dejado ver.
He entendido poco, pues, la virtualidad me resulta espejo de la realidad que mis palabras y deseos han buscado y proclamado…

Tuve miedo ¡Mucho!
He tratado de conversar –contigo- en este largo silencio.
En mi nada, lleno de ideas y pensamientos, no sé ante qué estoy parado.

Hace poco creí tener tantas respuestas, pero, ante mi humana imperfección, no quiero saberme “ángel” ¡Ni perfecto! (soy humano).

Anoche, sin complicaciones, supe cuánto me valoraba alguien…
Esa “estima”, si se mide o cuantifica con monedas, no llegaban a más de 10 créditos… ¿Quién soy, de veras? ¿Cuánto valgo para mí o para el mundo?

La traición de Jesús -como primera referencia- fue “justificada” por sus acérrimos enemigos y detractores con el valor monetario equiparable al de una compra con 30 monedas de un templo. Un sicario de estos tiempos, por algo de droga y unas pocas monedas, no cobraría mucho por derramar sus balas sobre el cuerpo de cualquiera...
¿Cuánto vale una vida?
Cada ser tiene consciencia de ese valor, particularmente, si algo acontece en su existencia y la pone en vilo…
Hace poco, en la acera del frente, una conocida lloraba desconsolada. Quise ayudarla y, lo único que supe hacer (no pudiendo sacarle palabras) fue traerla a la tienda de mi amigo Frank, sentarla en una silla y ponerle música y videos.
Ella lloraba desconsolada. Sus ojos –abultados más de costumbre- delataban su malestar. María Ángela, una profesional en estos menesteres (con drogadictos, discapacitados, etc.) me vio en la impotente tarea de “rescate”, pero -al rato- supe que yo no era el indicado para darle ayuda, excepto ofrecer mis brazos, un par de caricias a la doblada espalda con excesivo peso de penas, un vaso de agua y mis atenciones, desde lejos…
Mª Ángela, quien la había visto llorando antes y merodeando por el dispensario, imaginó que todo su problema era de salud física. Ángela hizo lo que pudo, pues, al no conocerla, abordarla se le hacía “difícil”, en tanto, le brindé mi apoyo presencial (aunque lejos, a 4 mts). Mientras Ángela le hablaba, queriendo consolarla, yo –sin saber qué hacer- oré a Dios, parado frente a la entrada del negocio de Franklin. ¿Qué sé pedir yo para conjurar el mal ajeno?
Al volver mi espalda al par de mujeres, la sufrida se levantó de la silla, dio unos largos pasos con sus estiradas pernas ¡y me abrazó! (¡Nunca me había abrazado como lo hizo hoy!).
Su semblante estaba más dispuesto. Sus ojos enrojecidos cedieron a la victoria que cada día nos ayuda a mantenernos abiertos a lo que hemos de aprender del día…
-¡Antonio! –dijo Mª Ángela, acercándose sigilosamente al escritorio de la PC- ¡No es tan grave!.
-Yo pensé que era un embarazo o una enfermedad incurable…
- Está enferma del alma… Es un desengaño amoroso.
-¡Uff! Pensé que se moría, al verla allí fuera, llorando.
-No tengo todo el panorama de la chica, pero –además de ese dolor del corazón roto- hay un desorden mental…
-¡Sí! –confesé interrumpiéndole, bajando la voz para no enterar a la chica de nuestro “diagnóstico secreto”- pero, nunca la vi como hoy.
-¡No está loca! –prosiguió Mª Ángela- anda bien vestida, estudia, anda limpiecita, con un celular, etc. ¿La conoces?
-¡No! Pero vive por el pueblo donde vivo… ¿Viste ese abrazo que me dio? ¡Jamás me habían abrazado así! (que yo recuerde).
-¡Mmm!... pero ella necesita ayuda ¿Conoces a la familia?
-¡NO! Pero, veré a quien encuentro en el pueblo, y pregunto…

La chica -que me abrazó como nadie estos días- se dispuso de ánimos nuevos. Dejó una película a medio andar y nos preguntó por la hora.

-¡Es tarde! ¡Debo irme!
-¿Te sientes mejor?
-¡Sí! ¡No seguiré llorando!... ¡¡No vale la pena!!

El resto de la historia, como pasa –a veces- la vio un público mudo, la diferencia es que mi amigo Phil estuvo cerca, y pensó que me interrumpía…
-¡Ja, ja, vale! Es una vecina del pueblo… La conozco poco, pero ¡No sé ni su nombre!

¡Interesante cuento! (Esto tiene más para mí).

Anoche, cierta persona hablaba con su cuñado… En lo poco que pude evitar oír, por andar demasiado cerca, me enteré que esperaba que el bueno de Mauricio le comprara unos bienes muebles y -¡además!- le sirviera de fiador para la compra de otras cosas…

Conozco parte de la historia de Mauricio. Según, una charla de esas donde te vuelcan sus vidas en pocos minutos, pasó de “la abundancia a la miseria” (y está dando nuevos pasos hacia esa prosperidad que había perdido).
-¡Oye! Puedo servirte de fiador, pero no puedo comprarte esas cosas que me pides, pues, yo mismo necesito hacer ciertas compras a crédito y, si las compro POR TI, no podré comprar las que necesito en casa, para mí.
-¡No te preocupes, vale! Yo te voy pagando a ti y a la comercial. Simplemente, por necesitarlas, te pido que me ayudes.
-¡No! ¡No puedo! –replicó sereno, sorbiendo el humo de su cigarrillo.

No queriendo interrumpir, teniendo una bebé ajena en brazos, pedí -a la cierta persona- una gaseosa y un Cheezetris (a crédito).

-¡No puedo! Tú sabes que todo lo pago de contado en este negocio y, al efecto, ya me debes dos… Así que ¡no te voy a fiar!
Secretamente reí. Una parte me dolió, porque siempre pago mis deudas, pero –sin querer- dí una advertencia tácita a quien salga de fiador: Ella paga, pero cuando puede o le viene en gana.
“Si has salido fiador de tu vecino, si has hecho tratos para responder por otro (…) procura deshacer tu compromiso.” (Proverbios 6:1-3).
Luego de ese encuentro, pensé muchas cosas. Saqué la niña de mis brazos y si se han apercibido de mi “valor” y mi “rechazo” ¡Nada sé!
Puedo contar con mis dedos mis talentos, mis posesiones: “¿Cuánto tengo, cuánto valgo?”

La vida da tantas vueltas.
Estoy consciente de mis desprecios (esos que “regalé”) y, por ello, sé a quiénes he despreciado… ¡Qué abrazo el de hoy! (pero, “se cosecha LO QUE SE SIEMBRA”).
Espero que las palabras de esa joven sean puestas en práctica. Aquella chica, menospreciada también (como muchas y muchos), tiene fuerza para vivir.
Su llanto público, entrecortado y abierto, me correspondió con un cariño que no esperaba recibir este día.
Si me hubiera propuesto recibir conmiseración, autocompasión, sería como comer –cualquier cosa- sin tener el apetito ni sentir satisfacción ¡Una desconocida lo hizo! (¿Qué de mí? en tantos secretos).

Cierro mis ojos.
Miro a ciegas esta imagen que la tecnología (o el “destino”) ha puesto en mi camino. ¿Seré yo el indicado? ¿Soy ese ángel que necesita o cree ver en mí?

¡Celebro el encuentro! (no puedo negarlo, estoy cabeza abajo).
Revisándome (si valgo 10 monedas) ¡Eso es un reto!...
Cierro mis ojos.
La pienso. Vivo esas palabras suyas junto a las mías: Hacía mucho –mucho- que no me sentía desnudo, indefenso, descubierto… ¿Hice bien? ¿En qué hago mal?
• Me había propuesto un exilio indefinido en lo que era mi mundo (ya no estoy solo, se puebla lo que era “mi” montaña).
• Contemplé la idea de no volver a enredarme con nada (ni nadie), pero ¡cómo deseo verla, conocerla y hablarle!
• Mi vida de ermitaño me ha cambiado. La vida de las ciudades que conozco –LA GENTE- me es molesta, desagradable ¿Cómo reinsertarme? ¡Son hábitos de 4 años sumados a tantos que van cayendo! (¿Miedo a otro compromiso?) (Tal vez no, pero QUIERO QUE SEPA QUE SOY IMPERFECTO Y HUMANO).
Hay cosas donde debo volver a empezar.
Tengo conflictos de intereses… pero algo debo abandonar para ganar cosas nuevas.
Algo supe hoy (por el efecto de ese abrazo) necesitamos terapias de amor…
¡GLORIA A DIOS POR ESTE DÍA!
Siento mi cabeza volar…
(Si ella “desvariaba” con G. Santa Rosa, Doris Machine y Annette Moreno hacen aquí su parte)
Mi cerebro está a punto de estallar: No tanto de pensarla, es el malestar de no verla, de la gripe y lo poco que valgo…

No soy mucho. Soy lo que quedo de 46 años…
No soy gran cosa, aunque –cierta vez- pensé que lo fui (para mí).
La soledad y el desencanto enferman,
Si no mata el cuerpo, mata el alma: Te escribe un recuerdo
(no lo que fui, no lo que seré).

Las circunstancias favorecen y desfavorecen…
Quizá haya algo de cierto en aquello de la carta que pensé era tuya:
Nos están preparando para lo que –verdaderamente- sí es vida, y
Hemos de aprender a superar nuestras limitaciones y dificultades.
En caso de “no poder” superarlas, hemos de aprender en la paciencia:
He visto al humilde volverse rey
He visto el barro convertirse en vaso de usos noble.
He visto mendigos alimentar familias…

Hay tanto que no sé.
¿Qué teme el moribundo? si ha de terminar esa vuelta.
¿Qué teme el hambriento, cuando su alimento ya se cocina y parecen invitarlo a un puesto en la mesa?

Temo no ser tu sueño (ni el mío).
Temo esta desnudez que no conocía.
Temo comenzar –de nuevo- con las manos vacías.

Temo ¡otra vez! la lucha en un eterno comenzar que no termina.
Temo ¡perderte! sin haber comenzado: Soy tan humano…
¿Cuáles son nuestros puntos coincidentes?:

¿Hijos? Ambos los tenemos con diferentes familias.
¿Metas, propósitos de vida? Habría que revisar esas cláusulas, en contratos. Las letras son más subjetivas que las intenciones y palabras.
¿Puntos de origen y la nueva partida?
Sabemos de dónde venimos…
¿A dónde podemos llegar MUY JUNTOS?
¿Qué tenemos –ciertamente- en común, además de un deseo o necesidad especial?

Quizá he soñado mucho.
He soñado tanto –sin números ni nombres- cosas que no existen,
Pero ahora, más allá de lo que pensé sería mi vida, asustado en un lugar que me lleva a ninguna parte ni ningún lado, admito no estar a la altura del “éxito” ni a la altura de nada…
Valgo, si acaso, un puño de monedas.
Soy -cuando mucho- equivalente al bocado de pan que me regala cada día, miserablemente, cualquire trabajo…
¡No soy ángel!
Yo no vuelo más alto que el empuje que todavía me brindan estos pies, por encima de mis ligeros tobillos.
No soy santo.
No soy especial…
¡No sé!
Sólo otro hombre, temeroso de caer en un descuidado salto de mi propio paso.
Un mortal más que sueña, vive y muere…
¡Lleno de incertidumbre!
Solo y con una Esperanza: Volver a Vivir.
De no ser por ese abrazo –inmerecido- de hoy
¿cuánto habría valido mi día?
¡No sé!